Capítulo 12||

1517 Words
Emma Jackson Rabia es todo lo que siento en mi cuerpo tembloroso, rabia excesiva y todo por ese hijo de puta, que se haya atrevido a llevarse a mi hijo así solo me hace odiarlo más y que diga dichas palabras con tal descaro aumenta mi cabreo tanto como cala en mi alma en cuestión de segundos. —Aron... —Murmura su novia a su espalda con su voz temblorosa, y por más que quiera sentirme mal por ella, no lo hago. —Vámonos de aquí, por favor. —Le pido a Adam, quien se pone de pie observando a Aron con rabia con la intención de golpearlo, mientras que él se mantiene relajado con ambas manos puestas en sus bolsillos. Lo he visto pelear antes y se que las cosas no van a terminar bien para Adam. —¡No vuelvas a decir tal gilipollez! —Le grita Adam aún así. —Ninguno te pertenece y no son un objeto, ¿comprendes? —La sonrisa irónica de Aron no se hace esperar, posa su vista en mi rostro, el cual es un claro reflejo de miedo, estrés y rabia, pasa a observar a Ewan quien se mantiene en mis brazos sollozando, lo cual hace que mis ojos se llenen de lágrimas, lo cual provoca que que me arda el pecho. —Saca a este gilipollas de mi casa antes de que le rompa los dientes. —Espeta hastiado observando a su amigo, quien no duda en tomar a Adam con agilidad ambos brazos, llevándolos a su espalda. —¡Suéltame cabrón! No me voy de aquí sin ellos. —Escupe Adam mientras forcejea. —Será mejor que te calmes amigo, no creo que en este momento sea posible que puedas llevarte la familia de otro, para mala suerte tuya la de Aron. —Expresa Lean obligándolo a caminar a trompicones. —Suéltalo imbécil, no es un animal. —Advierto furiosa interponiéndome en medio. —Nos largamos de aquí, no es necesario que lo tomes de esa forma. —Expreso apresurandome a abrir la puerta, no voy a quedarme aquí con este imbécil. —Oh no, ni lo pienses. —Gruñe Aron tomando mi brazo. —Tu y yo vamos a hablar, aquí y ahora, ¿Entiendes? —Demanda observando mis ojos con dagas en los suyos. —No tengo nada que hablar contigo. —Espeto forcejeando mi brazo de su agarre, pero este no cede. —No ha sido una pregunta. —Vocifera moviendo su cabeza mientras observa a Lean, quien continúa con Adam forcejeando en sus brazos, movimiento que es suficiente para que abra la puerta y salga del apartamento. —¡Suéltame hijo de perra! ¡No me iré sin ellos! —Continua gritando Adam hasta que su voz va desapareciendo junto con mi calma. —Daisy. —Nombra a la chica, quien se ha mantenido sollozando en su lugar. —Lleva al niño a la habitación. —Le pide alertando mis sentidos. La chica se limpia las lágrimas para enseguida acatar lo que dice, pero no permito que lo toque, lo rodeo con mi brazo libre e intento retroceder pero el agarre de Aron no me lo permite. —Vamos Emma, solo lo llevaré a la habitación para que descanse. —Expresa ella con su voz gentil y aún rota. —Tú y Aron necesitan hablar y no es bueno que el niño este presente. —Continúa diciendo con sus brazos extendidos, el agarre de los pequeños brazos de Ewan me envuelven con mucho más fuerza, sus sollozos se han calmado, pero puedo sentir el latido acelerado de su corazón contra el mío, esta asustado. —Lo único que necesito es irme a casa, así que aléjate y tú suéltame hijo de puta. —Advierto tomando una respiración profunda en un intento de calmar mis nervios. Aron rueda sus ojos y hace lo que pido, suelta mi brazo, pero cuando creo que va a alejarse arrebata a Ewan de mis brazos y se lo entrega a Daisy. —¡Mami! —Exclama él volviendo a sollozar e intentando volver a mis brazos, me acerco para tomarlo pero Aron vuelve a sujetarme antes con mucho más presión. —Vete. —Le dice a la chica quien se apresura a subir las escaleras con mi hijo en brazos. —¡Eres un maldito sínico, hijo de perra! —Le grito, volviéndole a propinar otra cachetada, la cual no esquiva, la cual torna su mejilla de un rojo chillón al instante. —Tres cachetadas en lo que llevamos viéndonos. —Se ríe en un tono burlesco, que no me agrada para nada. —¿No esperarás a qué te folle como aquella primera vez o sí? —Inquiere tirando de mi brazo, llevándome contra su pecho y tal cercanía me causa tanto estragos como estrés y fastidio. —¿Qué es lo que quieres hablar? —Indago ignorando las mamadas que dice. Él vuelve a reír. —Dilo de una maldita puta vez. —Bramo y él idiota se atreve a llevar su mano izquierda a mi trasero. —Deja de insultarme. —Advierte entre dientes dándome un apretón que me sobresalta y me lleva más contra su pecho. —Sigue haciéndolo y juro que te follo aquí mismo con nuestro hijo y mi novia arriba. Lo empujo con rabia sacando sus manos de mi cuerpo, ¿Quién demonios se cree? —¿Me vas a decir o no de qué diablos quieres hablar? —Inquiero cruzándome de brazos. —No soy la misma adolescente de antes, tengo un hijo que cuidar y un esposo que atender. —Suelto observando como sus expresiones se endurecen. —A otro con esa mierda, ya se que no es tu esposo, así como tampoco es el padre del mocoso. —Brama rodando sus ojos. —Y desde ya ve asimilando que el niño se quedará conmigo, mientras vivas bajo el mismo techo que ese zoquete. No voy a permitir que le metas ideas equivocadas en la cabeza al niño. —¡Ewan es mi hijo y tú no tienes ese derecho! —Grito alterada. —¿A ti qué te importa lo qué haga o no? ¡Y además ese a quien llamas zoquete a pesar de que no es el padre biológico de Ewan, si se ha comportado como uno todo este tiempo! Su mirada se torna sumamente fría, pasa su mano derecha por su cabello y en dos pasos se acerca tomándome del mentón con rabia. —Él no necesita un maldito padre que no sea biológico y me da igual si se comportó como uno o no. —Espeta viendo mis ojos. —Puedes largarte si quieres ya pero sin el niño, y agradece que no te demande por ocultarme esto. —Me da la espalda alejándose para subir las escaleras. —¡Él no tiene tu apellido, no es tu hijo, no puedes demandarme cuando te llamé y no me respondiste nunca maldita sea! —Exclamo con desespero, las lágrimas empiezan a bañar mi rostro y un miedo infinito abarca todo mi cuerpo de tan solo pensar que puedo perder a mi bebé. Él se voltea con sus expresiones más endurecidas aún. —No, no lo hiciste Emma, no me mientas por que las consecuencias pueden ser peor. —Advierte con dureza. —Y no tiene mi apellido por el momento, pero con análisis y tan solo una llamada puedo resolverlo todo, así como prohibirte ver el niño para siempre, no subestimes a alguien con tanto poder como yo. —Termina de decir mientras adentra su mano en su bolsillo. Un fuerte pitido retumba en mis oídos, no siento el latido de mi corazón y son tantos mis nervios que en cuanto intento caminar me voy de bruces contra el suelo, hago el amago para levantarme pero mis piernas están tan temblorosas que no me lo permiten. —No puedes hacerme esto... —Murmuro entre lágrimas, me duele tanto el pecho que se me dificulta respirar. Él levanta su mirada a mi rostro, luego de testear un mensaje. —En definitiva si puedo. —Responde encogiendo sus hombros. —Piensa lo que te dije, de otra forma no volverás a ver a tu hijo. —Demanda fijando su vista en la puerta en cuanto esta se abre. —Llévala a su casa. —Dice y pronto las manos de un chico castaño me toman en brazos, llevándome a su hombro como un costal de papas, mientras me esfuerzo en patalear y forcejar. —¡No, por favor no! Entrégame a mi hijo. —Suplico con desespero, pero él me ignora totalmente, tomando las escaleras, mientras que el chico se apresura a sacarme del lugar. El dolor en mi pecho se perpetua con tanta fuerza, que temo a que me de un infarto en cualquier momento. No... Mi hijo no, no se puede quedar con él, no lo va a cuidar su zorra, me repito constantemente mientras pataleo y limpio mis lágrimas, pero el chico con pelo castaño de cuerpo y músculos enormes no se detiene.
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