Dulce, cruel, y amargo destino ©

Extra -

Lean Hughes

Trabajar durante diez años para un asesino de negocios a nivel internacional, tiene sus beneficios, como por ejemplo cobrar un sueldo de 100 mil dólares cada mes, el que no tenga que arriesgar mi vida a cada nada por el, ya que nadie se atreve a desafiarlo también es otro de los beneficios. Pensé que trabajar para el seria un dolor en los huevos, pero la realidad es que ese dolor solo se lo provoca a su hijo y el cabrón de su hijo es quien se encarga de provocármelo a mi. Todo jodidamente balanceado.

Aron y yo llevamos siendo amigos un poco más de quince años, por medio de el conseguí este trabajo y aunque trabajo directamente para su padre es más lo que estoy pendiente de él, el muy cabrón no deja de meterse en problemas y su padre lo sabe ya que siempre me pide que lo acompañe.

Suspiro relajado una vez que llego a la mansión List, por el momento no he comprado ninguna propiedad aquí, ya que llevamos poco tiempo en esta ciudad, pero Ian, un amigo y guardaespaldas del socio del señor List, se esta encargando de ello y ya para mañana podré mudarme, es perturbador escuchar gemidos todas las noches, a pesar de lo enorme que es la casa, las paredes transportan todo, hasta el más mínimo gruñido. Me coloco los tapones en los oídos y me tiro a la cama.

A la mañana siguiente, ya estoy preparado, desayunado y en labor, Michael conduce la camioneta que sigue el coche del señor List a una distancia prudente, mientras que yo me mantengo en el asiento de copiloto con mi vista fija en la ventana. Son a penas las 7 am, todas las mañanas debemos de estar listos para laborar antes de que salga el sol, las reglas que se mantienen entre nosotros son casi tan estrictas como las de los militares. El auto se detiene frente a la enorme tienda del señor Handers, y solo bajamos Michael y yo junto al señor List, ajusto bien mi arma detrás de la chaqueta negra y nos acercamos a la caja donde permanece el señor Handers, junto a su hija, una rubia de pelo corto y ojos castaños, el top del uniforme que trae no deja mucho a la imaginación y me obligo a desviar la vista para evitar el empalme que amenaza con crecer bajo mi jeans n***o.

—Señor List. —Handers extiende su mano una vez que nos posamos frente a el. —Lo estaba esperando hay algo que quiero mostrarle. —Dice, su hija, frunce su seño automáticamente.

—Claro. —Responde con una media sonrisa. —Señorita Hash. —La saluda dedicándole esa sonrisa coqueta que ofrece cada que una chica linda aparece frente a el.

—Señor List, ¿Cómo esta? —Saluda igual, extendiendo su mano, la cual el señor List no duda en tomar, dejando un corto beso sobre esta.

—No tan bien como usted, pero ahí vamos. —Se apresura a responder.

—Bueno. —Handers es quien carraspea, obligando a su hija alejar su mano. —Pasemos a mi oficina. —Dice.

—Bien, Michael tu acompáñame, Lean espera aquí. —Asiento dejando que se marchen. Me apoyo contra el mostrador, ignorando los ojos castaños que se posan sobre mi.

Recibo un mensaje de texto de Aron pidiéndome o bueno mas bien ordenándome, ¿Cree que es mi jefe o que?

Estoy trabajando ahora, para quien debo y tengo que laboral.

Le texteo de vuelta y su respuesta no tarda en llegar.

Me importa una jodida mierda, necesito que consigas un apartamento para Emma y el niño ya.

Pensé que ya le habías comprado uno.

Vuelvo a textear rodando mis ojos.

Solo has lo que te digo, idiota.

Una sonrisa irónica surca en mis labios, ni siquiera he conseguido uno para mi. Este imbécil no se cansa de j***r. Volteo mi rostro hacia la rubia que ahora esta limándose las uñas, mientras los demás cajeros facturan las compras de los clientes, clientes que al igual que ella no tienen idea que esto es solo una calaverita para poder traficar. La oficina del señor Handers, tiene un pasadizo el cual traslada para dicha bodega, la cual esta repleta de toda clase de droga.

—¿Que? —Inquiere al ver mis ojos posados sobre ella.

—¿Sabes de algún apartamento que este en venta? —Pregunto sin rodeos.

—¿Es para ti? —Pregunta la muy metiche, y tan solo me limito a negar con mi rostro. —¿Para Aron? —Vuelve a preguntar con interés.

—No es algo que sea asunto tuyo, ¿Sabes de uno o no? —Inquiero cruzándome de brazos.

—Se de uno, si me dices si es para Aron te llevo a el. —Insiste cansándome.

—Es para su ex y su hijo. —Respondo apoyándome contra el mesón.

—¿Que? ¿Su hijo? ¿Tiene un hijo?, oh por dios, no me digas que hablas del pequeño Ewan, no puede ser...—Murmura llevando su mano a su boca y frunzo el seño.

—¿Lo conoces? —Cuestiono viendo sus ojos.

—Ay no... —Vuelve a llevar su mano a su boca. —Dios... ¿y ahora que hare? —Murmura para ella misma y ruedo mis ojos.

—¿Me vas a llevar a ese apartamento o no? —Inquiero.

—¿Se mudaran juntos? —Vuelve a preguntar agotando mi paciencia.

—No j***r, tiene novia. Deja de j***r con tus absurdas preguntas y dime si me vas a llevar o no. —Espeto con molestia y sus fracciones se tornan sorprendidas por tan solo unos segundos, ya que se apresura a rodar sus ojos. Se inclina demasiado y me obligo a retroceder cuando la mirada me falla.

—Bueno si, pero no te esponjes. —Responde con una sonrisa. Recoge sus cosas en su bolso y me mira. —Vamos. —Se encamina a la salida y me apresuro en dejarle un texto al señor List, le digo que iré con Aron, mas no lo que voy hacer, le desagrada Emma por que siente que es una amenaza en la vida que llevan su hijo y el, lo cual realmente tiene sentido. Michael sale y me entrega las llaves de la camioneta, las tomo y salgo. Desactivo las alarmas y...

—Prefiero ir en mi coche. —Dice ella, sacando las llaves de su bolso.

—Como quieras. —Me adentro en la camioneta y dejo que se adentre en la carretera para luego seguirla.

Seguimos la calle recto y en unos cuantos giros se detiene frente a un enorme apartamento de tres niveles. Salgo del coche y me acerco hasta ella para luego entrar a la recepción. Hay un chico de unos 18 a 20 años, quien sonríe en cuanto nos ve, o mas bien en cuanto la ve a ella.

—Señorita Hash, que gusto verla, tan guapa como siempre. —Le dice con tono meloso y ella sonríe como estúpida.

—Igual me da gusto verte, Daniel. —Responde posándose frente a el. —¿Sabes si Lina esta aquí? Traje un cliente el cual esta interesado en el apartamento. —Le dice pero el tarado esta muy ocupado con la vista en su escote, no se molesto en cambiarse el uniforme por lo cual luce bastante llamativa. —¿Daniel? —Lo vuelve a llamar.

—¿Eh? Si, si, esta arriba, ahora le aviso. —Responde entre silabas. Toma el teléfono, marca el número, le avisa sobre nuestra llegada y lo vuelve a colgar. —Está en el tercer piso con sus amigos, dice que la llave está debajo del tapete, que pueden pasar a verlo, que ahora baja. —Informa y no espero a que diga nada más, me alejo para tomar el ascensor.

—Gracias. —La escucho decir para luego adentrarse en el ascensor.

Una vez arriba, tomamos la llave del piso y entramos, todo esta excesivamente limpio, lujoso y organizado, lo cual es un alivio, no tengo cabeza para seguir buscando. Le envió un texto a Aron, avisándole que ya lo tengo, me envía su número de cuenta y contraseña para comprarlo, y reviso todo junto a la rubia a la espera de la vendedora.

—Es hermoso, ¿verdad? —Inquiere posándose a mi lado, frente a la vista que ofrece el balcón.

—Si... —Murmuro viendo la hora en el reloj de mi muñeca izquierda. —¿Crees qué se va a tardar mucho? j***r, tengo pri...

—¡Hola amiga, hola guapo! —Exclama la voz femenina de una hermosa pelinegra, sumamente voluptuosa que se adentra en el balcón, dejándome embobado. —Disculpen si los hice esperar mucho, es que tenia unos asuntos que resolver arriba.

—Oh, no, no te preocupes, recién acabamos de ver todo. —Respondo con una sonrisa. —Soy Lean. —Extiendo mi mano en su dirección, la toma dejando un apretón.

—Mucho gusto Lean, Lina. —Responde con una sonrisa radiante.

—Pensé que tenías prisa. —Se queja Hash. —Ni si quiera sabia que te llamabas Lean. —Replica rodando sus ojos, provocando que la pelinegra se ría.

—¿Entonces estas interesado en mudarte aquí? —Inquiere la chica. —Será un placer tenerte como vecino, vivo en el primer piso. —Comenta con sus ojos excesivamente negros en mi rostro y sonrío.

—Es para una amiga, la ex de mi mejor amigo para ser exacto. Se va a mudar aquí con mi sobrino, por lo cual obviamente, vendré por aquí muy seguido.—Respondo y veo de reojo como Hash rueda sus ojos.

—Eso es genial. —Dice. —Ven, aquí tengo todos los papeles y contratos para la venta. —Dice yéndose a la sala y la sigo sin pensarlo. —Aquí tienes. —Me entrega los papeles. —Leo cada documento y contrato, todo esta perfectamente en orden, por lo que firmo y lo compro a nombre de Emma.

Me da su número de cuenta y deposito el dinero que corresponde en ella. En cuanto terminamos con todo se pone de pie con una sonrisa.

—Bien, todo está listo. —Dice recogiendo los papeles restantes. —Está es la otra copia de llave y para cualquier cosa estamos disponibles. —Dice extendiéndome la llave y una tarjeta con su número, y mientras tomo aquello mi mente se va sumamente lejos. ¿Para cualquier cosa?—Fue un placer hacer negocios con usted, señor Lean. Nos vemos luego amiga. —Deja un beso en la mejilla de su amiga sin quitarme los ojos de encima y luego se marcha, dejándome como una puta roca y con mis ojos en su trasero.

—Hombres. —Vocifera Hash, negando con su cabeza. —Bien ya todo esta hecho, no tienes que darme las gracias, Emma también es mi amiga. —Dice, tomando su bolsa de la pequeña mesa. —Aquí tienes la otra llave. —Tomo ambas y las dejo en mi bolsillo. —Hasta luego. —Se despide, pero en cuanto se mueve termina tropezando con la pequeña mesa y yéndose de bruces sobre mí, intento sujetarla pero el sofá detrás de mí termina dejándonos en el suelo a ambos, con sus enormes pechos contra mi rostro.

—¡Aah! —Chilla como demonio enloquecido, mientras intenta ponerse de pie, pero presiono su muñeca con el deseo palpable que de un momento a otro empieza a fluir dentro de mis venas, las de mi jodida erección, para ser más especifico. Intento sacar uno de sus pechos de su sostén, pero me empuja propinándome una cachetada. —¡Eres un idiota! —Grita forcejeando y dejo que se ponga de pie, para luego marcharse a la velocidad de un rayo.

Joder, ¿Qué demonios iba hacer?