Emma se miró en el nuevo espejo que había adquirido en una prestigiosa tienda de muebles y decoración, notó lo poco bronceada que estaba, se regañó a sí misma no haber disfrutado del sol en la playa un poco más, entonces cerró los ojos y sonrió débilmente, recordando aquel cuerpo alto, fornido, con acento alemán, labios carnosos y que había besado cada rincón de ese cuerpo. Soltó un largo y pesado suspiro. «¿Quién se iba a imaginar que Emma Spencer iba a hacer algo así tan descabellado en su vida?» Se había confesado a sí misma que nunca había tenido tantos orgasmos en su vida s****l y en unas horas nada más que lo que duró con Jamie de pareja. Al abrir los ojos, se aclaró la garganta y se tocó las mejillas que se habían tornado un color rosa intenso, el recordar lo bien que había pasado esa noche con el alemán, era imposible volver a tener algo así en su vida. Después de eso, no volvería a tener una relación por nada del mundo. La experiencia con Jamie la dejó sin ganas de volver a tener alguien en su vida, todo lo que le había hecho hacer en contra de lo que hacía ella, fue abrumador y era porque pensaba que tenía que adherirse a la vida de pareja para poder vivir en armonía y paz, pero eso, valió, le había pagado con una infidelidad y en su cama, encima de sus sábanas nuevas. “Por Dios, mis sábanas nuevas” Torció su labio molesta e irritada.
—Vamos, Emma. Es mejor estar sola. —se inclinó sobre la cama hecha meticulosamente, alcanzó su bolso y se encaminó a la salida de su nuevo departamento. Todo estaba reluciente, acomodado a la perfección, sin nada que no fuese su lugar. Después de dar un último vistazo al sitio, salió.
Durante el camino al estacionamiento subterráneo, pensó en todo lo que tenía que hacer ahora en adelante, mientras se dirigió a su trabajo, el celular sonó y era su jefa. Presionó el botón para contestar.
—Ya voy en camino, jefa. —anunció ansiosa por mantenerse ocupada.
—Oh, me parece muy bien, pero dime, ¿Cómo estás? ¿Segura que no necesitas más tiempo?
—No, estoy bien. Gracias. ¿Todo bien en la empresa? —preguntó curiosa por la llamada.
—Sí, estaré en la reunión, nos cambiaron la hora, así que te dejé un poco de trabajo pendiente en tu escritorio.
—Gracias. Llego en diez minutos. —terminó la llamada.
Durante el camino se propuso centrarse más en su trabajo y evitar a toda costa a Jamie. Al llegar, se tensó cuando vio a Jamie esperando a lado del elevador. Emma tensó su mandíbula y luego se repitió que no valía la pena pelear con él. Bajó con su maletín en mano y se dirigió hacia el elevador. Cuando llegó, Jamie pasó saliva con dificultad.
—Hola, Emma. —saludó, ella no respondió. —Te ves… Bronceada. ¿La pasaste bien en la que hubiera sido nuestra luna de miel? —Emma giró lentamente su rostro hacia él.
—De maravilla, pero me hubiera bronceado más si el alemán con el que me acosté me hubiese dejado salir de la habitación. —los ojos de Jamie se abrieron de par en par, a punto de amenazar con salirse de su órbita.
—¿Q-Qué? —balbuceó Jamie.
—Eso que has escuchado, Jamie. ¿Creías que tú nomás podrías disfrutar? Error. Y confieso, lo hace mejor que tú. —le puso una sarcástica sonrisa y luego entró cuando las puertas del elevador se abrieron, cuando él tuvo la intención de subir para discutir lo que había dicho, ella estiró su mano para evitarlo. —No. Esperarás a que yo suba. No quiero subir contigo ni que me vean llegar contigo. Así que…—presionó Emma el botón, cuando las puertas se empezaron a cerrar, ella agitó sus dedos en despedida y con una sonrisa más sarcástica—Buen día.
Cuando se cerraron, Emma casi reía ahí mismo al ver su reacción. Sintió una satisfacción hacerle saber que ella también podía ser deseada por otro, se aclaró la garganta para reponerse, estaba en su trabajo y debía de portarse bien, lo que menos quería ahora, era meterse en problemas de chismes de corredor…
Si es que ya los había.
***Durante la mañana de ese lunes, Emma sí que tenía trabajo, se centró tanto que había perdido por primera vez la hora del almuerzo desde que trabajaba ahí. Al pausar todo lo que tenía en su escritorio, escuchó el toque de la puerta, era su jefa. Abrió la puerta y se asomó.
—¿Por qué no has ido a almorzar, Spencer? ¿Estás a dieta o algo así?—Emma sonrió y negó.
—Apenas iré, no me había dado cuenta de que la hora del almuerzo se me había ido.
—Entonces eso quiere decir que estás muy, pero muy concentrada y no es por qué no te quieres topar al cabrón de tu ex prometido y a su asistente.
—No. No es por eso…—Emma arrugó su ceño—¿Saben que anda con su asistente?—la jefa entró y cerró la puerta detrás de ella, se acercó a la silla frente al escritorio de Emma y tomó asiento.
—Todo mundo sabe que los encontraste en tu cama cogiendo como dos conejos. —el corazón de Emma se agitó con fuerza. —Ella le contó a su amiga la recepcionista y ella lo esparció, pero en solidaridad contigo, todos les han dado la espalda, incluso, nadie come ya con ella, sus «amigas» por así decirlo, la ignoran. Y ahora con la fusión, harán recorte, si tú me dices que mueva mis influencias para que la despida, lo haré sin pestañear.
Emma estaba atónita. «Todos saben la verdad» pensó.
—Lo que menos quería es que se enteraran del motivo de la cancelación de la boda.
—Se han enterado, pero igual tienes apoyo de la mayoría de nosotros, seré sincera, Jamie no era mi favorito, y me inquietaba que te fueras a casar con él. Ojo de loca, nunca se equivoca, Emma. Y mira lo que ha pasado. No es por nada, pero, te me hacías mucho para él. Él no entró a esta empresa solo por sus capacidades, sino por recomendación, tiene el puesto que tiene hoy por labia no por qué realmente se lo mereciera y tú, eres una de las mejores agentes de la empresa que empezó desde abajo y escaló con esfuerzo, nadie te puso nada en charola de plata y eso lo sabe nuestro jefe. Así que…
—Bueno, creo que no importa que todos sepan, yo seguiré mi vida. Estén trabajando ellos dos en la empresa o no.
—Bien, entonces, si decides de último momento que…—le guiñó el ojo cuando se puso de pie—Ya sabes. Te apoyamos.
—Gracias, pero no será necesario. Puedo con ello. —la jefa de ella le sonrió y cuando caminó a la salida, se detuvo debajo del marco de la entrada para volverse hacia ella.
—Por cierto, esta noche habrá celebración por la fusión, los nuevos empleados que se han unido a nosotros, empiezan mañana a acomodarse en nuestras instalaciones, así que deberías de venir y distraerte. Una cerveza no hace daño a nadie. —luego sonrió saliendo de la oficina, dejando a una Emma callada y pensativa.
«Sí, por qué no.» Pensó, Emma nunca iba a reuniones con los demás empleados, Jamie siempre le había dicho que tenían que mantener una imagen y una línea entre ellos, pero ahora, podía decidir por sí misma en ir por una cerveza.
Emma había decidido de último momento no comer, lo haría mejor llegando a su departamento. No quería perder tiempo y prefirió adelantar trabajo del día siguiente. Cuando llegó la hora de salida, ella fue la última en salir, bajó en el elevador hasta el estacionamiento subterráneo, estaba totalmente pensativa, el tema de su madre la tenía inquieta, no había enviado mensaje ni llamado. «¿Qué es lo que estará tramando?» Tenía que cuidarse la espalda y estar atenta a su alrededor. Las puertas del elevador se abrieron y se dirigió hasta su auto, cuando quitó la alarma, apareció de manera inesperada, Jamie. Ella detuvo su camino y mantuvo su distancia. Él se aflojó la corbata y suspiró sin dejar de mirarla.
—Así que disfrutaste nuestra luna de miel con un extranjero. —soltó en un tono irritado.
—Sí. ¿Y? ¿Te puedes hacer a un lado? Tengo que abrir la puerta de mi auto para marcharme.
—Debemos de hablar. —dijo Jamie.
—No tenemos nada de que hablar, Jamie.
—Claro que tenemos de que hablar, Emma. Todo esto que ha pasado, me tiene mal. ¿Sabes la humillación que pasé yo y mi familia al avisar que no habría boda?
—¿Más que la humillación de verte revolcándote con tu asistente en la que fue nuestra cama en el que fue nuestro departamento a días de casarnos?—preguntó irónica, Emma. —Oh, pobrecito. ¿Ya? Ahora quítate o te quito. —dijo Emma empezando a molestarse, pero no vio venir el movimiento rápido de Jamie, la tomó del brazo y la acercó a él, Emma intentó soltarse, pero él apretó con fuerza.
—¿Sabes que soy el hazmerreír de la empresa? —Emma intentó hacer otro intento por soltarse.
—¿A poco sí? Pensé que sería yo por qué a mí es a quien le han sido infiel con una veinteañera en mi propia cama. Ahora, suéltame. —Emma ladeó su rostro cuando él intentó besarla. —SUÉLTAME. —dijo en un tono cargado de frialdad, luego lo empujó, Jamie apenas retrocedió al separarse de ella.
—Fue un maldito error nada más, ¿No se supone que el amor que nos teníamos podría ayudarnos a superarlo?—Emma giró su rostro hacia él.
—¿Estás de broma? ¿Cuál amor? Si realmente me hubieses amado como decías, no te hubieras acostado con tu asistente. Primero se termina con la persona y luego se lleva ese flácido m*****o para otro lado. A mí no me vengas con estupideces, Jamie. ¿Sabes todo lo que tuve que soportar por ti?—ella caminó un paso hacia él, Jamie retrocedió otro paso. —¿Sabes todo lo que me tuve que callar por querer llevar la fiesta en paz? No, no lo sabes. —se miraron en un silencio breve. —Y nunca lo sabrás. Y yo nunca me volveré a permitir pasar por eso de nuevo. Soy demasiado para ti, soy mucho para ti, así que mantén tu línea conmigo, no me vuelvas a intentar intimidar por qué te voy a demandar y creo que debes de recordar que no tienes ahora MI DINERO para salir de TUS problemas.
—Emma...
—¡NADA DE EMMA! ¡DÉJAME EN PAZ!—exclamó furiosa, era la primera vez que Jamie presenciaba a una Emma así. —Así que deja de esperarme, entre menos nos crucemos, mejor. —se giró Emma para dirigirse a la puerta de su auto.
—Hasta auto nuevo compraste. —murmuró Jamie, Emma se detuvo con la mano en el picaporte de la puerta y cerró sus ojos negando.
—Por qué puedo, así que soporta. —dijo sin mirarlo, entró al auto y lo arrancó para salir cuanto antes de ahí, no quería volver a cruzarse con él. El celular sonó y cuando Emma se dio cuenta de quien era, se mordió el labio, presionó el botón para contestar. —Jefa, apenas voy saliendo de la oficina.
Se escuchaba música de fondo, luego voces animadas, choques de copas.
—¿Pero vas a venir? Están todos esperando por mi mejor empleada, ya llegaron los de la otra empresa. Tenemos el area privada del restaurante de comida italiana, el de Luigi.
—Oh, si, ya se cual es. Si iré, —Emma calculó la distancia y el tiempo que le tomaría ir a su departamento y llegar al restaurante, torció sus labios. Era mejor ir directo. —Ya voy, en diez minutos estaré.
—¡Perfecto, te espero, Spencer, no me dejes plantada!—y luego se escuchó risas.
—Estaré ahí. —luego terminaron la llamada. Diez minutos después, Emma estaba entrando al restaurante, se ajustó su gabardina, entró primero al servicio de damas, al verse al espejo, se notó demasiado profesional, así que decidió soltarse el cabello rubio, se lo acomodó de lado, luego la camisa blanca la desfajó un poco y acomodó su pantalón de vestir a juego con la gabardina. Se retocó el maquillaje y al verse un poco relajada, salió. Se encontró el area privada y todos los que conocían a Emma, la saludaron una vez que ella entró, se quedó sorprendida por como intentaron hacerla sentir bien, cuando llegó a su silla, le sirvieron una copa del mejor vino italiano que tenía el restaurante, empezó a dar un largo sorbo lentamente disfrutando el sabor, sus ojos se fueron hacia el grupo de gente que daban la bienvenida a alguien que acababa de llegar, dejó la copa pero otro mesero la volvió a llenar de inmediato, pues no dudó más en dar otro largo sorbo, entonces sus ojos se abrieron de par en par, la gran figura que salió de entre los compañeros dejó a Emma sin respiración por un momento, luego se atragantó al darse cuenta de quien era, escupió la bebida y esta cayó en su blusa, buscó una servilleta de inmediato, sintió su corazón latir a toda prisa al ver que el hombre que había llegado y que todo mundo daba la bienvenida, era nada más que el alemán.