El ambiente en la sala de juntas era tenso y silencioso después de la reunión. Los compradores se levantaban con sonrisas satisfechas, estrechando la mano de Arnaldo y agradeciéndole por su "brillante" exposición. —Gracias, señor Arnaldo. Sus números son sólidos y sus proyecciones precisas. Estamos complacidos de cerrar el acuerdo con ustedes —dijo uno de los compradores, extendiendo la mano con firmeza. —Fue un placer poder aclararles todo —respondió Arnaldo con falsa modestia, lanzando una mirada apenas perceptible a Álvaro, como quien saborea una victoria. Álvaro permanecía quieto, con la mandíbula tensa y el ceño fruncido, aunque su expresión fría ocultaba la tormenta de ira que lo consumía por dentro. Sabía que algo no cuadraba, pero en ese momento no podía hacer nada más que conte

