Melody. Tras devorar nuestros maravillosos sushis, caí en un profundo sueño, acunada en los brazos de Daddy Alen. La noche anterior había sido una vigilia de ansiedad, nerviosismo y una emoción creciente ante el giro radical que mi vida estaba tomando. Sé que no debo ilusionarme precipitadamente; el contrato estipula seis meses, y ellos podrían dejarme antes si descubren que mi falta de experiencia, especialmente en la intimidad, no es de su agrado. Jamás he dado un beso, nunca tuve un novio, ni siquiera una cita formal. Según Samantha, muchos en la universidad suspiraban por mí, algo que nunca creí del todo, pues sus miradas siempre me resultaron extrañas o distantes. Desde los quince años, mi vida ha sido de total independencia. Jamás tuve tiempo para la diversión o para conocer chico

