Melody.
Ya habían pasado dos semanas maravillosas desde que me mudé al penthouse con mis Daddys. Estos días habían sido de ensueño: llenos de atenciones, mimos, cenas elegantes y conversaciones profundas. Axel y Alen se comportaban de manera ejemplar, cariñosos y respetuosos en extremo.
Sin embargo, aún no habíamos escalado a la intimidad s****l. No había habido besos en los labios, solo pequeñas caricias en la espalda, besos en la frente o en las mejillas, miradas cómplices y muchas citas. Yo deseaba intensamente ser más íntima con ellos, sentía la necesidad de dejar de lado mi timidez y mis nervios constantes.
Me encontraba en el centro comercial con Samantha y mis nuevas amigas, Dayana y Cindy, disfrutando de un pastel de chocolate.
—Entonces… —rompió el silencio Cindy, mirándome co
