Me dejo caer en mi silla, estaba en situación tan malditamente irremediable que era estúpido siquiera tratar de corregir mis propios errores. El teléfono sonó, lo observé por un par de segundos y dejé que el sonido invadiera la oficina, me levanté y lo arrojé contra la puerta, se destruyó casi de inmediato y Rosalie ya estaba dentro mirándome con preocupación. —¿Está todo bien señor Sullivan? – preguntó, la observé molesto. —Sí – respondí, caminé hasta el ventanal y encendí un cigarrillo mientras abría los cristales para salir al balcón, me dejé caer en una silla y observé la ciudad. —Señor, el señor Gates está aquí – me informa Rosalie luego de 10 minutos, la observo. —¿Qué desea? —Vaya, que humor – dijo Brian, volteé y lo observé caminar hasta donde me encontraba. —Puedes retir

