Capítulo 15 — Saúl Decidimos, entre los cuatro, que ese fin de semana haríamos algo distinto. No una huida dramática ni un plan lujoso —no podía permitírmelo—, sino un pequeño pacto doméstico: obligarnos a vivir una jornada que no tuviera a Marina ni a la noticia ni a la libreta como protagonistas. Lo llamamos, con la solemnidad ingenua de mis hijos, “El Día de la Familia”. Fue Quique quien propuso ir al parque acuático; Izan quiso añadir una hamburguesa. Ashier solo quería helado. Yo, Saúl, acepté con más ganas de fingir tranquilidad que de creerla. El sábado amaneció claro, con ese frío seco de Murcia que deja las mejillas coloradas. Preparé las mochilas con todo lo necesario: pañales, muda de ropa, la cámara pequeña que hacía tiempo no usaba. Cuando cerré la puerta detrás de mí, respi

