Capítulo 16 — Saúl A veces creo que la rutina es una cuerda que me mantiene en pie. Me levanto, preparo el desayuno, visto a los niños, los llevo al colegio, vuelvo a casa, recojo, trabajo, cocino, limpio, duermo. Cada gesto es una defensa contra el caos, un modo de convencerme de que la vida sigue, aunque por dentro todavía camine sobre las ruinas. Han pasado ya dos semanas desde “El Día de la Familia”. Ellos lo recuerdan con una sonrisa; yo, con una mezcla de ternura y derrota. Sigo sin poder borrar la sombra de Marina de mis pensamientos. No he vuelto a abrir la libreta, pero sé que me está esperando dentro del cajón, como un animal dormido que respira. Ese lunes por la mañana, mientras camino hacia el colegio con los tres, Izan me pregunta: —Papá, ¿cuándo volveremos al parque? —Cu

