Los rayos del sol se colaban por las cortinas, dando directo a mi rostro, abrí mis ojos, pero los volví a cerrar por la luz que me encandiló, me removí en la cama, sintiendo la suavidad del colchón bajo mi cuerpo. Era la primera vez que dormía en una cama desde que llegué a este país, no me quejaba para nada, más bien le daba gracias a Pedro y a la virgencita, por tener un techo donde dormir, pero todo valió la pena, ahora estaba aquí, en mi habitación amoblada. Sería buena idea si traigo a Pedro a vivir aquí, al fin de cuentas, él fue el que me tendió la mano cuando llegué, es más, de no ser por él y por su esposa Martina, aun estuviera en México, sin esta oportunidad, sin poder vivir el sueño americano. El timbre de la casa resonó por todo el lugar y me levanté rápidamente de la cam

