No sabía con exactitud cuánto tiempo llevaba encerrará en el baño de mujeres, y tampoco me importaba, no es como si alguien estuviera esperándome o necesitando mis servicios como secretaria.
Jacob me dejó muy claro que me quiere, pero lejos de su empresa, y así lo iba a hacer, al fin y al cabo, no era el único lugar donde podía trabajar.
Si tan solo hubiese aceptado el trabajo en el restaurante, el día que pise está compañía por primera vez, nada de esta mierda me estuviera pasando, mi estabilidad emocional seguiría intacta, al igual que mi dignidad.
Salí por fin del cubículo, cuando sentí que ya no saldría ni una lágrima más, me miré al espejo y como era de esperarse, tenía los ojos hinchados, el rostro rojo y empapado de tantas lágrimas que derramé, no podía permitir que me vieran d
