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Barajando cartas

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Blurb

Marion Durand es una chica hermosa hija de un francés y de una colombiana, quien se ha convertido en policía luchando por los derechos de las mujeres, lo que la llevará a ser la principal investigadora en un caso bastante particular donde jugaran la astucia, la magia, la inteligencia y la habilidad, demostrando que una mujer puede lograr lo que se propone, en su camino hallará el amor de diversas maneras y aprenderá de temas que ella solo defendía sin mayor profundización..

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I. Lo esencial para vivir
La mañana ha sido lo de siempre, papeleo principalmente por multas de tránsito, peleas callejeras que terminan resolviéndose al día siguiente con algunas medidas cautelares, y en algunos casos uno que otro herido en el hospital más cercano, en la tarde tendremos la visita de la senadora Elsa Camargo, quién se ha caracterizado por ser una defensora de los derechos de las mujeres y la comunidad gay, de manera que hoy nos ha tocado trabajar con el uniforme de gala, bueno no todos obviamente, pero si los que estamos encargados de su seguridad, en este caso yo. Soy teniente y jefe de cinco compañeros más quienes al inicio no me querían mucho por ser mujer, pero ahora somos la mejor unidad de la ciudad de Tunja en el departamento de Boyacá, ellos se han vuelto mi soporte principal y lo más importante es que respetan y acatan mis decisiones; también está la unidad de mi compañero el teniente Víctor, quién solo se burla de mí y mi unidad aunque constantemente los superamos en número de casos resueltos, disciplina y responsabilidad, sin mencionar que en cada concurso de habilidades y virtudes militares quedamos en primer puesto y ellos en segundo lugar desde hace cinco años, reconozco que al inicio no fue así y ellos nos vencieron en todo los primeros tres años, pero con mi equipo nos pusimos las pilas y mejoramos muchísimo, y no vamos a bajar la guardia. Hoy después de terminar la carrera de oficial y ocho años de experiencia incluyendo mi curso para teniente me doy cuenta que la vida no ha sido fácil para mí, y sin embargo dado que mi padre constantemente traía dinero desde el extranjero, he tenido mejores oportunidades que las demás mujeres de mi país, y quizás mejores oportunidades que la mayoría de las mujeres del mundo, quienes desde el principio de los tiempos hemos estado subyugadas por algún hombre que quiere demostrar su supremacía a punta de violencia física. Es por eso que siempre he tenido un pensamiento diferente al del resto de mis amigas, desde que las conozco, ellas han soñado con tener una pareja e hijos, yo por mi parte siempre lo he tenido claro, que vengo a realizar una tarea aún mayor, por eso me vinculé con la policía, para volverme más fuerte tanto física como mentalmente, y de esa manera evitar o por lo menos disminuir los casos de abuso de la violencia hacia la mujer. Un pensamiento se me cruza por la cabeza recientemente, es como si una voz me susurrara preguntas, y mientras duermo siento que charlo con esa voz, no podría decir si es de hombre o de mujer, pero la siento, siento que me estoy volviendo loca con eso, le he contado a mi mejor amiga Amanda, quien es además una de las pocas personas que no me juzgarían ni se asustarían de lo que le diga, bueno siendo sincera, si se asustó, más cuando le conté lo que entiendo que me dice la voz, recuerdo que cuando le conté me dijo: - Marion Durand, eso no es normal, ni es de Dios, deberías ir al médico y si es necesario ve a ver a un sacerdote. Me miraba con la cara ceñuda y preocupada a más no poder, ella está casada con un hombre trabajador que desafortunadamente no ha tenido tanta suerte laboral, y vive rotando de trabajo casi cada seis u ocho meses, el tipo es profesional, pero es tan noble que acaba siempre aceptando los peores cargos, tienen dos hijos y mientras el sale a rebuscarse el dinero o trabajar cuando tiene un empleo, ella se queda en la casa cuidando a los niños, yo aprovecho mis privilegios de investigación de casos para echarme una escapadita de vez en cuando a su casa, claro, no es frecuente, pero vive cerca de la Estación donde trabajo y aprovecho para almorzar con ella, de paso le apoyo con algo de dinero cuando veo que su marido no consigue y ella necesita alimentar a sus hijos, de manera que cada una recibimos lo que necesitamos. Por mi parte no estoy casada ni tengo novio, desde el colegio he tenido un amigo con el que a veces tenemos sexo, pero siempre le he dejado muy claro lo que busco, y él está contento con el trato ya que ya está casado y tiene también dos hermosas niñas, así que conmigo se quita las ganas que siempre me tuvo, y de paso no le entorpece su dinámica familiar. De eso también sabe Amanda, que cada vez que se entera o se da cuenta de mi manera de relacionarme con los hombres me dice que parezco uno más de ellos, ya que no le meto corazón a lo que tengo con Camilo, y tampoco me importa que esté casado, yo sólo le respondo que de esa manera juego a la fija, ya sé que no me está siendo fiel, me quito las ganas cuando quiero y no tengo que lidiar con tener que criar niños, y mucho menos un niño de treinta años, ella solo pone cara de mal genio, pero en el fondo sé que disfruta de que le cuente cosas de mi vida, ya que la de ella es bastante más simple, y lo sé porque aunque a cada rato me dice que es feliz, cuando ha terminado de organizar la casa y sus hijos están en el colegio, se sienta en la sala y coge su teléfono para leer durante unas dos horas capítulos tras capítulos de libros de todo tipo, dice que eso la hace intelectual, ja ja, yo creo que solo les permite soñar con el país de las maravillas mientras se les quema la casa. Cuando le digo eso de verdad se enoja y me empieza a echar de la casa hasta que la abrazo y le digo que también me gusta que lea y me cuente las fantasías en las que se envuelve. Al final llevamos más de quince años de amistad y no me imagino que haría sin el apoyo de ella, con Camilo cuando nos vemos salimos de la ciudad y vamos a algún pueblito cercano o similar, ya que de lo contrario algún compañero podría reconocerme y dañarme la carrera o en el mejor de los casos se enteraría su mujer y estoy segura que mi amigo muy infiel y todo, puede quererme mucho, pero no va a separarse de su mujer para venir conmigo, y la verdad yo tampoco se lo permitiría, no podría soportarlo más de unas horas. Como sea, el asunto este de la voz sigue insistiendo en que para el tiempo que lleva la humanidad evolucionando, el auge creciente de las tecnologías de comunicación, la cantidad de mujeres en el poder, ya sería hora de que hubiera un equilibrio más grande entre los géneros, y no, no hablo de los amigos gays, que apenas empiezan a tener un reconocimiento en el mundo, e incluso a veces siento que sobreactúan y se victimizan demasiado; pero igual en el momento me refiero a un equilibrio entre hombres y mujeres, ya sería hora de estar avanzando nuevamente y evolucionando hacía un mejor futuro. Cuando pienso en todo eso también me pregunto qué sucedería si evolucionamos nuevamente como especie, me imagino que nos crecen la cabeza y los ojos, y de estar encerrados pegados a los computadores, televisores y teléfonos inteligentes, cada vez más la piel se nos pondrá gris, ja ja, es una de las teorías de Alberto, uno de los muchachos a mi cargo que vive diciendo que descendemos de los “aliens” como los que presenta el cine; no le creo mucho, pero reconozco que me hace dudar a ratos. Por mi parte lo más difícil fue poder asistir al colegio y a la policía, ya que mis padres viven en una casita alejada varios kilómetros en una vereda de Boyacá, así que mi padre todos los días tenía que levantarme muy temprano para luego conducir hasta la ciudad y traerme a tiempo a clases, así hice toda la primaria y el bachillerato, nunca fui de tener muchas amigas, porque además de mis sueños, ellas siempre pensaban que yo no era lo suficientemente femenina porque no me pintaba las uñas ni me maquillaba constantemente, entonces me trataban horrible y me rechazaban alegando que era lesbiana y las iba a acosar, tanto así que para el baile de final del bachillerato me fui a un salón de belleza cerca a la vereda donde vivía con mis padres y me dejaron muy linda, pero cuando me vieron entrar en el salón del evento, nadie me reconocía, ni siquiera los profesores aunque me vieron entrar del brazo de Camilo. Así que entre mis amigas mujeres están Amanda, que es mi favorita, Solangie y Carolina, pero con ellas nos hablamos como una vez al año para navidad, ambas tienen también su familia, bueno Solangie tiene un hijo de unos tres años, pero Carolina solo está casada, ella se fue a vivir a Bogotá donde se volvió arquitecta, dice que siguió mi ejemplo de equilibrar las cargas con los hombres, pero que ella si quiere hijos; en mi opinión personal no lo descarto, pero en definitiva ponerme a tener hijos ahora frenaría mi carrera en la policía y aún no estoy lista para eso. Ese es otro de los temas en los cuales estoy discontenta, y no sólo con la institución, sino con el mundo entero, a veces incluso también con Dios, por eso no soy muy creyente, y es ¿Por qué somos nosotras las que tenemos que sufrir tanto, tener a los hijos, el dolor del parto y todo eso, tener la regla y todo para que nuestros maridos puedan hacer su vida, disfrutar de lo que estudiaron y hasta tener amantes?, no me parece justo. Eso sin mencionar que no creo realmente en nada que no sea comprobable, ja ja, cuando le digo esto a Amanda me pone los ojos como si le fuera a echar gotas, se santigua y luego me bendice extendiendo una mano sobre mí y pidiendo que se me salgan todos los demonios que tengo, ja ja, con ella me divierto mucho, pero en algunos momentos es como discutir con mi abuelita que en paz descanse. Son las doce y cuarenta minutos, tengo el tiempo justo para ir a almorzar, cepillarme y atalajarme antes de estar en la entrada de la Estación esperando a la senadora a las dos en punto de la tarde, que por cierto es una de mis favoritas porque no solo es palabras sino que también constantemente está donando parte de su salario para causas que apoyen a la mujer, es uno de mis modelos a seguir y de verdad confío en que todo le siga saliendo bien a ella y por lo tanto a mí. De tanto pensar en mis amigas me dio nostalgia, así que les envío un sticker por el grupo del chat que tenemos entre nosotras y a Amanda le envío además por interno un abrazo y dos picos enormes, a Camilo si mejor dejémoslo quietico ésta semana, ha andado algo triste diciendo que su esposa lo mangonea y así, pero no me trago ese cuento, cuando eso pasa es que se las embarró y la esposa lo tiene castigado sin darle sexo, y aunque me muero de las ganas por probar con otro hombre “soltero y sin compromisos” como me diría Amanda, tengo mi regla bien clara de no meterme con ningún compañero del trabajo, ya que de las que aceptan suelen correr rumores en los pasillos de la Estación que en definitiva no me convendrían para obtener el ascenso para el que he trabajado por tanto tiempo. Almuerzo hoy en una cafetería cercana, sé que si me voy a donde Amanda, se me puede ir más del tiempo del almuerzo y quiero estar a tiempo para recibir a la senadora, de manera que salgo y regreso prácticamente en media hora, alisto mis documentos en la oficina, ordeno todo y hasta aplico aromatizante, mi compañero suele ser un poco más descuidado con eso, pero hoy también parece estar interesado en quedar bien, de manera que tiene todo ordenado y no la pila de chaquetas colgando en el perchero que tiene detrás. Me cepillo y alcanzo a salir a la puerta de la Estación justo a tiempo cuando tres camionetas negras blindadas parquean en frente de la entrada después de pasar la garita de vigilancia adelantada que tenemos a unos cien metros de la entrada, se bajan primero los escoltas quienes miran en todas las direcciones, entonces uno de ellos se ubica al lado de la puerta del copiloto de la camioneta del final, el otro en el otro extremo de la puerta y es quien abre la puerta del pasajero, de esa camioneta desciende una mujer con vestido azul turquí muy elegante de unos cuarenta y pico años de edad, bien peinada y con una carpeta en los brazos, camina de frente y sube uno a uno los escalones, ella sonríe al verme, me pregunto si a causa de mi sonrisa que estoy segura tengo de oreja a oreja como una tonta o simplemente por cortesía y amabilidad. La saludo y la llevo hasta adentro, allí nos reuniremos con el Coronel quien tiene listo el operativo de seguridad durante la visita de ella a la alcaldía de la ciudad donde presentará un proyecto para apoyar a las mujeres sean o no cabeza de familia que deseen estudiar o emprender sin importar la edad. Durante la reunión todo estuvo lo más calmado y funcionó según lo esperado, luego de la reunión el Coronel la invita a pasear por las instalaciones de la estación y mientras sopla un viento suave que le levanta el cabello a la senadora, un silbido amenazador comienza a aumentar, yo alcanzo a advertir el peligro y corro a proteger a la senadora pero estoy demasiado lejos, no alcanzo a llegar y entonces una explosión me expulsa haciéndome caer sobre varios compañeros que estaban haciendo el corrillo de curiosos por la visita esperada, ahora un pitido ensordecedor se siente en mis oídos, tengo las manos llenas de gotas de sangre, varios de mis compañeros están muertos y en pedazos por el suelo, del coronel no quedaron sino las piernas calcinadas, las cuales están a seis metros de donde se encontraba al lado de la senadora, y de ella no queda ni el rastro, solo su carpeta ensangrentada y quemada se ve en alguna parte a la redonda donde ella estaba. No entiendo que sucedió, estábamos seguros y teníamos hombres alrededor de la ciudad vigilando, estábamos en el anillo de seguridad más interno y ahora…nada… Me levanto con dificultad, en mis piernas y uniforme hay heridas y agujeros a causa de la explosión, me siento completa y bien, pero por lo que veo me salvé de milagro, de haber estado pegada a la senadora como era mi propósito no estaría contando la historia, hay fuego y humo en varios metros alrededor de la explosión, algunas esquirlas de lo que parece un rocket fueron las que eliminaron a los compañeros que estaban más cerca, quiero gritar pero la voz no me sale o no la escucho por el pitido que no se detiene, algunos de mis compañeros que estaban en las oficinas salen a toda carrera trayendo camillas, en la distancia veo a Victor sin ningún rasguño pegado a su teléfono gritando a alguien, mis muchachos están entre los muertos, me he quedado sin equipo, veo mis manos de nuevo y levanto la carpeta de la senadora, estoy adolorida tanto física como mentalmente, no comprendo cómo pudo pasar algo así, me derrumbo a llorar mientras nadie me presta atención. Al cabo de un rato, mis oídos recuperan la audición y me doy cuenta que hay gritos de mis compañeros y compañeras por todas partes, las ambulancias están llegando, unos brazos fuertes me levantan y veo que es Victor quien me ayuda a ponerme de pie, me mira y me pregunta si estoy bien, solo le niego con la cabeza y me ayuda a caminar, me dice que debo dejar que me revisen y me pide permiso para cargarme. Me sorprende un poco su petición, pero teniendo en cuenta que mido apenas un metro con sesenta y mi peso es de unos cincuenta y dos kilos, acepto, entonces el paso un brazo por debajo de mis piernas y me lleva en brazos hasta afuera, en el camino le pregunto muy bajo y casi en un susurro si ha verificado que no hayan más amenazas, él sólo me responde a toda pregunta que primero quiere saber que estoy bien para ponerme al tanto de la situación. Le agradezco y me responde que no me preocupe, que él sabe que aunque yo sea más pequeña que él, y que aparentemente no nos llevamos bien, al final somos del mismo equipo y que si él fuera el herido, yo haría lo mismo. Quiero reír por su comentario, pero tiene razón, entonces asiento y me deja bajar despacio frente a una ambulancia, me recibe una paramédico que comienza a verificarme los signos vitales, le comento que creo estar bien, pero insiste en hacerme una revisión en una carpa improvisada que han montado en el parqueadero de la estación, de manera que apoyada en ella camino hasta la carpa y veo que Victor se va de vuelta al lugar de los hechos. Camino apoyada en la doctora, luego me ayuda a desvestirme y cuando se da cuenta que no tengo sino raspaduras y heridas leves en brazos y piernas, mientras el resto es sangre de mis compañeros, me ayuda a vestirme y me pregunta por el estado de mi oído y me revisa la temperatura, me envía al hospital en caso de que la explosión hubiera dañado internamente algún órgano, de manera que después de vestirme me monto en una de las camionetas blindadas junto a otros compañeros más heridos que yo y salimos hacia el hospital.

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