Luciano asintió. Sin atreverse a retenerla, la vio marcharse con el corazón encogido. Antes de desaparecer por la puerta, Linda exhaló con desconsuelo.
—Si tienes una explicación clara… la escucharé. Pero esto es absurdo… —alzó la mano, señalando el bikini y el desorden, como si esas imágenes ya estuvieran grabadas a fuego en su memoria, incapaz de decir algo más.
Él cerró los ojos cuando la puerta se cerró tras ella, sintiendo que un abismo se abría a sus pies. El silencio que dejó Linda fue más ensordecedor que cualquier grito.
A solas en la habitación, Luciano dio rienda suelta a su furia. ¿Por qué Rebeca lo forzaba a vivir una mentira tras otra? Era evidente que todo aquello formaba parte de una trampa para destruir cualquier acercamiento entre él y Linda.
Con pasos tensos, tomó
