Durante un instante, todo parecía alinearse: las luces, los aplausos, el aroma dulce en el aire… como si el universo les concediera esa noche perfecta. Todo pintaba para una conclusión gloriosa… hasta que un alarido desgarró la armonía como un rayo que parte el cielo en dos. Desde la mesa principal, donde el alcalde y su esposa cenaban con algunos concejales, el caos estalló con la brutalidad de lo inesperado. La esposa del alcalde, visiblemente pálida, se llevó ambas manos a la garganta como si intentara arrancarse algo de dentro. Sus ojos se desorbitaron y su cuerpo tembló de forma espasmódica. Su expresión se tornó en un cuadro de pánico puro, de esos que paralizan hasta al más cínico. Un escalofrío heló el ambiente. Varios invitados se apartaron de la mesa de inmediato, las sillas

