Rebeca, en un arranque de astucia, se zambulló nuevamente en la piscina. La corriente de agua cubrió su cuerpo desnudo de la cintura para abajo, y reuniendo cada gramo de compostura, esbozó una sonrisa apenas convincente. —Linda… no te escuché llegar… —trató de modular la voz, ocultando el temblor en su garganta. Linda escudriñó la escena: Rebeca, con el cabello mojado pegado a la piel y la parte superior del bikini flotando a un lado sobre el agua, apoyada en la orilla junto a un libro abandonado. Linda prefirió no detenerse a analizar la escena. solo parpadeó, desconcertada. —Volví antes de lo previsto. Traigo unas bolsas del mercado —comentó Linda, con un dejo de duda que matizaba cada palabra, —¿Estás bien? Pareces… alterada. ―Rebeca sintió el temblor en sus labios. Apoyó un codo en

