Capítulo 3

1247 Words
El amor y el odio, sentimientos diferentes, pero ambos con la misma intensidad. P.C Ava Abrazo mis piernas con fuerza al sentirme presionada, las emociones que están latentes dentro de mi hacen que este aún más nerviosa, talvez no quiera admitir lo obvio, y es que aunque lo niegue, el encuentro con mi mate me ha afectado mas de la cuenta. Las miradas acusadoras de los tres pares de ojos frente a mi me hacen rodar los ojos en un intento de auto ánimo. Siempre fui una persona introvertida, cordial, y cerrada. Pero estas tres personas sacaban mi lado... Extrovertido y sensible. —¡Sal ahora mismo de la cama! Niego con la cabeza en dirección a Emelin quien se masajea la sienes. —Hija, si estabas tan entusiasmada ayer, ¿que ocurrió?—pregunta mi madre y Spencer me mira con una ceja alzada. Que triste que me conozca tanto. —Dejenme a solas con ella—ordena Spencer. Oh no, por favor. Si hay alguien que puede sacarme de esta cama, ese es Spencer. Mi madre y amiga salen de la habitación como las traidoras que son y mi hermano se sienta a mi lado. —¿Que te ocurre?—pregunta seriamente. El tono utilizado me da a entender que no aceptará un no por respuesta. desembucha. loba traidora. Es mi hermano, ¿tu que esperas? Me abstengo de rodar los ojos y mi hermano levanta las cejas esperando. Se que es inutil ocultarlo. Sus ojos cafés me miran atentamente y yo suelto un suspiro. Llego la hora. Señoras y señores, quiero flores negras para mi funeral. drama Queen. —Encontre a mi mate—suelto sonrojandome. Me tapo la cara evitando mirar a mi hermano y el silencio se instala en la habitación. Hasta que el lo rompe con una sonora carcajada. Quito mis manos de mi cara confundida y dirijo mis ojos grises hacia el. ¿y a este que le pasa? —Ava, ¡pero si eso es excelente! —¡No lo es!—grito parando su festejo. El me mira completamente confundido. —¿Que? ¿No estas feliz? Es lo que toda chica querría, dime quien es el afortunado. —Yo no soy cualquier chica. Además, ni siquiera deje que se diera cuenta. Digo avergonzada. —Hui—confieso al ver su silencio. —Eso no es malo Ava, entiendo que tengas miedo, pero no debes tenerlo. Eres la mejor persona que conozco, seguro le agradaras y te amará.—afirma con seguridad. —No lo entiendes Spencer —digo acostándome. El suspira y se acuesta a mi lado. —Ayudame a entenderlo. —El. Es el próximo alpha.—musito. El tono de mi voz baja considerablemente y yo se que me he delatado. Spencer me conoce bien, y todo lo que he tratado de ocultar desde el día de ayer, sale a la superficie. —Eso no me lo esperaba—responde sorprendido. —Ni yo—confieso con la mirada puesta en mis manos. —El te querrá Ava—afirma. Niego con la cabeza. —¿Como estas tan seguro de eso? Pregunto con la voz rota. Mi hermano suspira y se sienta para verme a los ojos. —Porque eres una chica preciosa, tanto por dentro, como por fuera, sino lo hace, es un verdadero idiota.—dice haciéndome abrazarlo fuertemente. —Gracias mocoso—digo apretándolo contra mi. —Siempre a tus servicios abuela. Dice para salir de la habitación. —¿Ya? ¿Podemos irnos?—pregunta Emelin. Ruedo los ojos y me levanto a hacer mi rutina un poco más rápido de lo normal. (...) ¿Porque acepte venir? Porque tienes una beca, y si no vas a clases te la pueden quitar. Ah cierto. Bueno, les hago un resumen, han pasado tres días desde que sé quien es mi mate. Tres días en los que huyo de todos lados. Si no fuera porque no me conoce, pensaría que me está siguiendo. Las clases han sido muy entretenidas, y realmente me gusta este Instituto, siempre quise asistir aquí con mi mejor amiga, que es como mi hermana, pero nunca pudimos por ser de la clase baja. Bendito dinero. Pero volviendo al tema de mi mate, hoy no puedo evadirlo, dado que es mi profesor en clases de esgrima. Lo único bueno es que pude verlo mejor, dado que mi mejor amiga hacía el esfuerzo de acercarme a el. Claramente no funcionó, no dejaría que me forzara—Como usualmente cuando quería algo, dado que podía ser muy persuasiva—a mostrarme a mi mate así por así, de por si, ni quería encontrarlo, pero ahora no me quedaba de otra, así que tenía que prepararme mentalmente. Y... Ahora estábamos ambas de camino a la clase de esgrima. ¡No! ¡si! —No quiero ir Eme—chillo deteniéndola. Ella rueda los ojos y me jala. —¡Vas a ir como que me llamó Emelin Carlek! Avi.... No seas cobarde. Cierro los ojos al sentir ese delicioso aroma y Emelin hace que los abra al tomarme del rostro. —Escuchame bien Ava, si ese imbécil te trata mal, lo mandas al carajo, no te sientas mal ¿si?—pregunta. Asiento apretando los labios y ambas entramos al aula correspondiente. Todas las miradas se posan sobre nosotras y busco con la mirada al alpha. Al encontrarlo me permito escanearlo un momento. Lleva puesta una camiseta negra que marca sus brazos bien trabajados, un simple blue jean y unos tenis. Su cabello n***o cae despreocupadamente en su frente, sus ojos, que ahora se que son de color verde esmeralda, están enfocados en algo en su celular, hasta que alza la mirada de golpe, buscando algo. A mi por supuesto. Su mirada se topa con la mía y me tenso considerablemente. Se levanta con una velocidad sorprendente, sus pasos se dirigen a mi, todas las chicas presentes lo miran atentamente hasta que está a dos pasos de mi. Mi respiración se corta y mis manos empiezan a temblar. Su perfecto rostro no muestra reacción alguna, pero la intensidad de su mirada me hace apartar la mía, la cual dirijo a mis manos. Siento sus dedos en mi barbilla levantándola. Su toque es picante y hace que me estremezca. Ay no, miren ya nomas. Dirijo mi mirada a sus ojos y el curva una ligera sonrisa. —Mate—susurra lo suficientemente alto como para que lo escuché todo el salón. Cierro los ojos con fuerza y al abrirlos me encuentro con su verdosa mirada. ¿Ahora que hago? ¿Aceptarlo? No se, sólo una sugerencia. Ni de broma. Y señoras y señores, lo siguiente que hago, es la acción más madura que se pueden imaginar. Quito su mano de mi barbilla y salgo corriendo del salón. Creo que nadie se enteró que salí, de lo rápido que lo hice. Oh, el si que se dio cuenta. No por favor. Oh si baby. Corro sintiendo sus pisadas detrás de mi. ¡Necesito salir de aquí! Luego de unos minutos llego a la salida. Por fin. Pero el detiene mi huida. ¿Porque tenia que ser tan rápido? —¿A donde crees que vas?—pregunta en voz baja. —A mi casa—musito avergonzanda. El sonríe con diversión y pone sus manos a los costados de mi rostro, acorralandome. —¿Quien te dijo que te podías ir? Oh oh.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD