Aunque pasen los años y te hagan mucho daño
Nunca olvides de donde vienes.
11 de agosto de algún año.
—Prométeme que, sin importar lo que escuches, no saldrás de tu escondite —su voz estaba llena de desesperación, apretó mi mano con una fuerza que me dolió.
—¿Qué está pasando? Sasha, me estás asustando —mi voz era de susto y agitada por el terror.
No hubo respuesta. Solo la carrera frenética que no sé cuánto duró hasta que nos detuvimos frente a una puerta. Sasha me miró con ojos suplicantes, buscando mi confirmación. Con un apretón en su mano, le di a entender que sí, que cumpliría. Y con su mano libre, sacaba una navaja de su bolsillo. Abrió la puerta tras unos segundos que se sintieron eternos, empujándome rápidamente a la oscuridad. Me hizo una seña para que guardara silencio y qu
