Es extraña la sensación en mi pecho. Sin motivo aparente, una emoción incómoda me invade. Creo que es por el chico de ojos azules, aunque me resisto a aceptarlo. No lo conozco lo suficiente, apenas hemos intercambiado unas pocas palabras, y sin embargo, ¿por qué mi corazón late así? Con otras personas jamás me había pasado. O al menos no que recuerde. Soy médico, necesito consultar a un colega para un chequeo. No puedo andar por la vida con palpitaciones por gente casi desconocida. Llegamos a la cafetería y, entre mil intentos fallidos por disimular mi curiosidad, me esfuerzo en hacer creer que mis preguntas sobre Nathan son inocentes. Pero no puedo negar que estoy rodeada de chicos agradables. Sí, chicos; eso parecen, con sus bromas interminables sobre caricaturas y series. Como niños g

