Terminé por comprar unos nachos con queso y dos tés helados. No había mucha gente en la fila para comprarlos. De regreso al lugar donde la había dejado, hay un chico muy feliz hablando con ella.
—Llegaron los buitres —espera un momento, ¿esa voz es de mi cabeza?
No, es mi instinto.
Una ola de calor y rabia se apodera de mí. Pura, primitiva y posesiva.
Mierda, ¿tanto me gusta Natasha? Si la asusto porque respiro, no me quiero imaginar cuando le diga que estoy empezando a sentir cosas por ella. Cosas que la atarán a mí si es mutuo.
Llego a donde están y la veo reírse sin ningún problema con el sujeto ese. Carraspeo un poco, ella me ve sonriente y yo me sorprendo al ver quién es el idiota que la acompaña.
No puede ser cierto. El destino se burla de mí.
—¿Interrumpo algo? —les pregunto
