—Debo verlos de cerca. Solo te exijo una cosa, hermana mía... —hace una pausa dramática, clava su dedo índice en la mesa y susurra—: Discreción, por favor. —¿Discreción? —repito, levantando una ceja—. ¿Sabes qué significa, Cristal Bellucci? Porque tu versión de la palabra siempre implica ropa interior ajena. Finge indignación. —Non sono una pervertida, solo poseo una mente creativa y sexy —remarca con orgullo, encogiéndose de hombros—. Además, ¿qué mejor forma de analizar a unos machos Alfa que al estilo Christian Grey? —acaricia su barbilla, soltando una carcajada traviesa que arrastra la mía. —Definitivamente estás peor que yo —le apunto con el tenedor, reprimiendo la risa—. Eres un peligro público, italiana descarriada. —Y tú me amas por eso, amore mio —responde teatral, lanzándome

