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AXEL

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-¿Aceptas?-me pregunta pero mis ojos siguen fijos en la línea donde debe de ir mi firma.

No puedo creer que en solo dos meses este sentada en el despacho de su casa a punto de tomar una opción que cambiará mi forma de vivir, miró esos ojos grises como el filo de una navaja que me miran con algo que no logro descifrar, regreso la vista al documento que tengo en mis manos.

-¿Qué cambiaría de nosotros si firmó?-lo miró.

-Ya no serías solamente mi secretaria-dice en voz relajada y serena-. Sino también que cumpliras mis deseos y antojos donde yo quiera, y cuando yo quiera.

Miró de nuevo el documento. Tomo el bolígrafo de tinta en gel de color n***o y trazo las bien conocidas letras de mi firma que son más gravatos que mi nombre.

Al tenderle el documento su sonrisa parace de las más sinceras que le he visto hacer desde que empecé a trabajar con él.

-Buena chica-toma el documento y lo guarda en un cajón que inmediatamente cierra-. Ven aquí mi niña-ordena y como ya firmé no tengo opción.

Veré a dónde me lleva esta decisión.

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Axel
Otra hora pasa volando en mi oficina, miró por el ventanal de mi despacho en el más alto de los edificios de Manhattan, en este lugar yo soy el rey y nadie me quita mi corona, con solo tronar los dedos puedo dejar a más de seiscientos empleados sin trabajo y aplastar una que otra empresa de pasó. Espero impaciente a que mi primo se decida por un maldito diseño para el nuevo hotel que emprenderemos en unos meses pero también espero a que se decida por una de las chicas que se inscribieron para el papel de mi nueva secretaria. La anterior era una mujer muy funcional y trabajaba a mi ritmo pero tristemente para mí y su familia falleció de un infarto cardíaco hace unos días y necesito una nueva de urgencia, como dije soy uno de los empresarios con mayor poder en Manhattan y en el país, sin contar que el más joven, los demás pasan de los treinta o cuarenta, me da igual para ser exacto, mientras no afecten mis operaciones no los aplastó como cucarachas con mi zapato. Me giro a verlo pero parece que no encuentra a la indicada para el puesto porque el color ya lo eligió y como siempre es el n***o con blanco, me acerco al escritorio y cambio el n***o por un gris claro, me mira con molestia pero una mirada mía basta para cambiar su opinión, yo mando, no él. -No hay ninguna que se adapte a lo que pides-que rápido se rinde. Me acerco y reviso las carpetas que él estuvo desechando durante unas tres horas. Abro y cierro carpetas, como una máquina que revisa el nombre y carrera además de la fotografía que pedí. Una tras otra van cayendo al lado vacío del escritorio, además de revisar, cuento cada carpeta pues sólo le pedí cien chicas de mil, y aquí parece que son más de esa cantidad. Llegó a la número veinticuatro cuando veo la foto de la chica, cómo está a blanco y n***o no veo su cara al cien porciento como me gustaría verla. Sara Jackson. Administración en empresas, Negocios Internacionales. Veinticinco años. Revise su edad antes que lo demás, le quitó la computadora para buscarla en el sistema y ahí está la chica de cabello color cobre, por lo que se ve ese es su color natural de cabello entre castaño y pelirrojo, ojos azules como el océano, piel blanca y sin rastro de alguna imperfección facial. -Ella-le digo a Gabriel que pasa su mano por la cabeza. -¿Seguro?-asiento sin dejar de mirar la foto de la chica en la pantalla. -Completamente-asiente y manda el currículum a derechos humanos para darla de alta en el sistema. Dejamos el tema del trabajo para otro momento y bebemos una copa del licor que guardo en la oficina, normalmente tengo vodka o whisky pero hoy me dieron más ganas de un tequila que de otra cosa. -¿Irás al Club esta semana?-niego y le molesta-. Tienes mucho sin una mujer, y sin ir al Club, se te extraña por ese lugar. -¿Y?-muevo el vaso en mi mano. -¿Cómo que y?-lo hice enojar más-Axel, te recuerdo que no has tenido una desde hace un año o más. -No me afecta no tenerla-bebo de mi trago y parece que eso le enfada aún más. -Es otra cosa en lo que tienes el control-niego. Cómo se nota que es principiante. -Ellas tienen el control-bajo el vaso y me escucha con atención-. Ella decide hasta donde termina tu perversión y hasta dónde se termina la situación que tú desees. No tienes el control, ella lo tiene o él si te gustan los hombres. Hace una mueca de disgusto pero capta quien tiene el control en esa situación. En casa reviso mis documentos al lado de Anubis, mi perro labrador, aunque no quiera admitirlo en voz alta si me hace falta traer esa otra parte de mi persona que desea salir y una mujer logro que reviviera para atormentarme. Me levanto de mi cama y sin que se lo diga me sigue, abro la puerta de mi recámara y sigo adelante hasta la última puerta que tengo cerrada bajo llave y que lo ha permanecido así desde hace dos años casi. Abro la puerta y el olor a cuero es el primero en recibirme además del de metal, Anubis se queda en la puerta pues sabe que no debe entrar aquí. La imagen de la mujer que despertó el lado Dominante, es puesta de rodillas junto a la cama que tengo en está habitación, borro esa imagen de mi cabeza y avanzó hasta ponerme en medio de la habitación, miró la cama que aún sigue tendida con el edredón n***o y las sábanas rojas. Cambio el lugar de mi vista, y lo deposito en la cruz de madera que tengo en la habitación, al igual que muchos de mis juguetes de tortura y excitación. Las paredes le dan al cuarto un toque de oscuridad y mi lado perverso. -Terminarás aquí mi querida Sara-digo en medio de la habitación-. En este lugar donde no soy yo el que manda, pero donde si te puedo llevar al infierno y al cielo al mismo tiempo. Te lo prometo. Salgo de la habitación. La vuelvo a cerrar para abrirla en poco tiempo, no ocupare ir al Club para traer a mi nueva compañera de perversiones sexuales y otras cosas, pero antes de traerla aquí veré si aguanta mi ritmo de trabajo y mis órdenes. Al dominante le encanta la idea y al cuerente no se diga. {=} Tocan la puerta y con un pase frío que consigo a la perfección entra Jacinda, mi agente de Derechos Humanos, con una chica conocida a su lado, mi vista se fija en la chica que viene junto a Jacinda. Su cabello va recogido en una coleta alta y lacia, amarrado por un listón n***o, lleva una blusa blanca con algo de vuelo en la parte del busto que está de un muy buen notar, ni grande ni pequeño, unas caderas adecuadas, piernas largas y proporcionadas ocultas por una falda negra que le llega a la cintura, unos tacones del mismo color que el moño y falda algo altos pero parece que no le incomodan. -Buenos días señor-saluda Jacinda interrumpiendo mi breve escaneo-. Ella es Sara es su nueva secretaria. -Un placer Sara-saludo de manera correcta. -El placer es mío señor-el dominante celebra el escuchar esa palabra llena de significado. -Espero que soportes mi ritmo de trabajo-me levanto del asiento en el que llevo toda la mañana. -Lo haré señor. -No me digas señor que me hace sentir viejo-en realidad lo hace de otra manera que me gustaría pasar con ella. Sus hermosos ojos están puestos en mí y en mis ojos. Empecemos el juego, ella terminará en ese cuarto cueste los intentos que me cuesten. Mi primo llega con una enorme sonrisa en la boca, se sienta frente a mí y me hace una seña señalando a mi secretaria. -Ni lo pienses-gruño en señal de posesión. -¿Por? Está buenísima-ya lo sé-. Me pregunto cómo será escuchar sus gemidos en la cama. -Te digo cuando los escuche-se gira de inmediato. -¿Seguro que entrara en tu cama?-le guiño un ojo que le dice mucho-. No es una de ellas. -¿Quién dice que no puedo volverla una?-la mira de nuevo. -Pues atractiva si es-obvio-. ¿Cómo harás para que acepte nuestro estilo de vida? -Tú solo observa y te digo cunado ya sea mía. -Asegúrate de que no tenga novio o novia-se burla pero siempre voy un paso antes que él y que los demás. -Tiene novio-digo quitado de la pena-con un defecto enorme por las faldas. -Imagino como te desharás de él-una sonrisa aparece en mis la labios. Lo que quiero lo tengo y más si se trata de jugar sucio. -Ella sola se dará cuenta-tomo un poco a mi café. -¿Cómo? -Le vamos a ayudar con eso. Le explicó lo que haremos en estos días y no dice nada solo acepta ayudarme con nuestro amigo en común. Lo investigamos y resulta ser más infiel que otra cosa. -Este idiota no se la merece-gruñe Gabirel frente a mí. -No le permitiremos seguir con ella ¿Verdad?-niego totalmente. Mi hermana y mi primo están de acuerdo con esto. Los tres hemos sido dominantes por años, empecé antes que ellos y los fui instruyendo porque me lo pidieron no porque yo quisiera, ahora somos unos tres idiotas con algo oscuro tras nuestra puerta. -Paulina, no te meterás en su cama-ella asiente con una mueca. -Paso. Pero tengo a la indicada para eso. Mi hermana descubrió su gusto por ambos géneros hace años, y como no puede ser menos dominante posee un sumiso de cada género que maneja a su antojo. No es difícil saber quién será la que se meterá en la cama del novio de Sara. El plan inició que empiece la cuenta regresiva. 10

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