Sara

1487 Words
Han pasado dos semanas desde mi insistente en el ascensor con mi jefe, bueno, Axel, desde ese día las cosas cambiaron entre nosotros, ya no le digo señor aunque debería, es su nombre el que sale de mis labios cuando lo necesito para la firma de unos documentos, desde un principio me dejó hacerlo ya que no quería que lo llamara señor. Todos los días aparece un ramo de rosas en mi escritorio, ya sea con doce o con veinte rosas rojas, sé que él me las manda y por eso algunas las dejo en la oficina adornando mi escritorio junto a un jarrón azul con detalles marinos que me recuerdan a la playa. Me lleva a comer de vez en cuando y las conversaciones son bastante tranquilas y serenas, la mayoría son sobre trabajo y algunas sobre mi vida personal más no tocamos la suya, pero en el fondo yo quiero saber sobre su vida, si tiene hermanos o hermanas, tiene a sus dos padres juntos o si tiene novia lo cual dudó por qué no hubiera besado en el ascensor o tal vez si, Ricardo me tenía a mí y... No lo he vuelto a ver en estas semanas aunque siempre me deja una rosa blanca fuera de mi departamento no cambiara nada sin embargo junto la flor ya que ella no tiene la culpa. Regreso de comprar mi café en la cafetería que está frente al edificio que es el más alto de toda la ciudad, en el despacho de Axel se puede ver toda la ciudad en su esplendor de día y de noche bueno, no entrado para decir cómo se ve la ciudad de noche vista desde ahí. Entro en el edificio y al entrar me detengo en seco al ver a Ricardo con un ramo enorme de rosas blancas, son como unas cien rosas. Avanzó hasta él con calma, su cabello rubio está bien cepillado y sus ojeras están algo marcadas por no dormir bien, sus ojos verdes están opacos perdieron el brillo que tenían la última vez que lo vi sonreír. Las chicas que están a nuestro alrededor suspiran ante la escena de Ricardo con el ramo de rosas en su mano, sí supieran porque está aquí no suspirarían ni dijeran que suerte tengo. -Lo siento mi amore-es la única palabra que sabe en italiano. -Questo è tutto ciò che sai come dire-se lo digo en voz alta y baja la cabeza. -Mi dispiace Sara-tomo las flores de sus manos y camino en dirección a las chicas que nos ven. Le doy una de ellas a cada chica que está presente o hasta dos, él solo observa con atención lo que hago, las chicas se sorprenden al verme darles las flores que mi supuesto novio me trajo. -Se acabo nuestra relación desde hace mucho-digo en el idioma-. Desde que te acostaste con mi prima y mejor amiga, se acabó desde que preferiste ponerme los cuernos a ir a una cita que era importante para mí, se acabó desde antes que aceptara formar una vida contigo. Camino al ascensor con él ahí parado como estatua sin moverse o decir algo. Llegó arriba y ese ramo de rosas rojas ya está sobre mi escritorio. -Una roja por una blanca-digo al ver el ramo con atención en mi escritorio. Las blancas son símbolo de disculpa y la roja de conquista y pasión. Prefiero las rojas. Medio día en mi trabajo cuando Axel me pide que entre en su oficina y me ponga en medio del lugar, lo hago sin decir nada pero no entiendo para que me quiere en este lugar sí él no está en el lugar. Espero unos diez minutos cuando él entra con una sonrisa en los labios al ver que hice lo que me pidió, camina en dirección a su escritorio sin decirme absolutamente nada. Se sienta en el filo de la madera y me observa desde ahí, dura un rato así hasta que suspira. -Sara, ¿Has ido a un Club llamado Red Moon?-su pregunta me desubica pues no había escuchado de ese lugar. -No, no que recuerde en este momento. -Ni en ningún otro-dice acomodando un lápiz en el escritorio. Hoy se ve guapísimo con ese traje n***o y camisa de igual color con la corbata roja sangre bien colocada en medio de los pliegues del saco. -Ese Club es exclusivo para algunas personas-dice en tono relajado-no cualquiera puede acceder a él o ser parte de la comunidad-¿Para que me pregunta si he ido?-. Es un estilo de vida para ciertas personas y es algo que no es bien visto en la sociedad. -¿Qué podría ser para que no sea bien visto?-mi curiosidad es muy alta. -¿Sabes que es el sadomasoquismo?-tengo una idea de que es, pero nunca me ha llamado la atención. -¿Algo así como Cincuenta Sombras?-asiente como diciendo que tengo algo de noción de lo que es. -Mas o menos-cruza los brazos en su pecho, dándole un toque muy siniestro y llamativo-¿Puedo hacerte una pregunta personal? -¿Sí?-paso mi lengua por mis labios. -¿Eres virgen?-el alma de me cae a los pies, no esperaba esa pregunta. Todas menos esa. Me mira sin ninguna expresión y mis mejillas están teñidas de rojo ante la pregunta. Pero tengo que darle una respuesta pero tengo dos opciones. Al decir que sí: tal vez piense que soy pura y santa y que no rompo un plato cuando rompo todo y le hecho la culpa a alguien más. Al decir no: Pensará que accedo a cualquiera su que con él no pasó nada en el ascensor. -No, no lo soy-es la verdad. Sólo no espero que me pregunté quién me la quito porque me pondría a llorar por como terminaron las cosas con él hace unas horas. Parece que me respuesta le gusto o yo que sé porque sonríe. -Siéntate en la silla-ordena y no dudó en obedecer. Aquí en el trabajo si obedezco sus órdenes pero afuera lo mando al diablo en muchas ocasiones, solo hay una a la que no me puedo negar. No usar color rojo. Es mi color favorito y para trabajar no puedo usarlo, he tenido que comprar ropa nueva porque casi todas mis blusas o vestidos son rojos. No se mueve de lugar aún cuando me siento en la silla que está frente a su escritorio. -¿Sabes que es una Sumisa?-me pregunta y con esa palabra se vienen muchas cosas a mi cabeza. -Una mujer que se deja someter por un hombre y no decir nada-sus ojos parecen brillar por mi respuesta. -Efectivamente eso es-no sé porque eso me llama la atención-. ¿Sabes que es un Amo entonces?-asiento. -El que le manda al sumiso o sumisa. -Correcto Sara-no sé por qué me gustó ese tono. Entre juguetón y pervertido. -Te voy a dejar preguntarme algo de mi vida personal-me avisa y mi cabeza da de brincos de alegría que me deje preguntarle algo sobre su vida. Mil preguntas llegan a mí cabeza, pero me despido por una que es la que más me llama la atención. -¿Tienes novia o una relación?-sonríe como si esa era la pregunta que esperaba. -No tengo novia-responde calmado-pero si tengo relaciones, y unas que no son muy comunes. -¿Cómo cuales podrían ser para que no sean comunes? -Digamos que mis relaciones son sadomasoquistas-madre de Dios. Este hombre siendo atado, totalmente desnudo ante alguien que maneja su cuerpo a su antojo, pero que a la vez ambos disfrutan. -¿Sara?-parpadeó regresando a la realidad. -¿Qué papel juegas en eso?-lo miró y por su porte me contesta. Dominante o Amo. -¿Por qué me revelas esa parte de tu vida?-le pregunto por qué mi curiosidad es de alto nivel. -Creo que sí sabes-me guiña un ojo y niego-. Vamos Sara, se mi sumisa. Vuelvo a negar, ese no es mi tipo de relación, no es algo que yo haría. -¿Lo has practicado antes?-niego con mis ojos viendo una imagen que no está. A mí atada y a él parado frente a mí con una cuerda y un látigo. Mientras mi cuerpo está expuesto completamente para él. -No, Axel, eso no... -No es nada malo una vez que lo haces-vuelvo a negar-. Sara, no porque no hayas probado algo no signifique que no te guste. -No sé. -Te doy dos semanas para que lo pienses. Puedes retirarte. Me levanto de la silla con algo de miedo ante la persona que dejó atrás, ¿Yo? ¿Una sumisa s****l? Pero siempre he querido probar otras cosas y Ricardo apenas si me tocaba, y había noches en las que realmente quería tenerlo en mí, sudando sobre mí mientras me hacía suya, pero eso jamás paso porque apenas tenía tiempo para mí. Pensaré esa propuesta pero no estoy segura.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD