Capítulo 3

2418 Words
Parado en la proa del barco, el príncipe Dorian admiraba animadamente como la figura de su isla, cada vez se estaba volviendo más pequeña a medida que cruzaban el mar, mientras que el paisaje de la ciudad, se volvía más grande ante la cercanía. Su lobo, como Dorian ya había imaginado, en vez de sentirse inquieto y desinteresado como últimamente estuvo actuando, se sentía mucho más animado, e increíblemente, con una pizca de interés que le tenía admirando siempre hacia la ciudad, como si supiera que algo les estaba esperando por allá. —¿Realmente piensas trabajar o solo usaste de excusa al príncipe Nevian y a la luna Rhys para conseguir libertad otra vez? Girando hacia su amiga, el omega dominante cogió agradecido la suave tela peluda que la beta le acercó para que protegiera su expuesto cuello del frío viento. —¿Realmente esperas que te responda con sinceridad aquello sabiendo que eres la espía de mis padres? —indicó acomodando la bufanda. —¿Lo harías para que tu amiga consiga un ascenso? —¿Por qué querrías un ascenso? ¿Más dinero? —Tranquilidad. —Por favor, si fueras una guardia normal del palacio, te aburrirías demasiado sin mí en tu vida —bufó—. Y tu familia sufriría las consecuencias de ello. —Mi familia estaría realmente feliz de verme más seguido en casa —exclamó ofendida. —Sí, hasta que te des cuenta de que de esa forma tendrías más encuentro con tu hermano, y desde que todavía no le personas su traición, pasarías peleando con él todo el día —argumentó observándole. —No es mi culpa. Te traicionó a ti, a mí, y a Rhys. Y si algo he aprendido estando tanto tiempo a tu lado, es que ese tipo de traición no se deben de perdonar tan fácil —se excusó. —Por favor, no intentes usarme como excusa —resopló—. No es que no se pueda perdonar, simplemente que yo no tengo interés en hacerlo —aclaró—. Podría perdonarlo, eso es fácil de hacer, pero olvidarlo es otra cosa. Y no quiero tener a mi lado a alguien en quien estaría dudando constantemente, es un desperdicio de tiempo. —Siempre he dicho que Tood es un desperdicio de tiempo —indicó encogiendo sus hombros—. Prefiero que siga pensando que no le hemos perdonado, de esa forma se mantiene alejado del palacio, del príncipe Caspian y sigue ayudando a papá en su trabajo. —Ah, así que lo estás protegiendo. Bueno, es entendible, si Caspian se encontrara con él lo más probable es que no quede satisfecho con un solo golpe luego de lo que le hizo a su pareja por estupidez —aceptó. —Y... Hablando del príncipe Caspian... ¿Por qué no tenía exactamente la mejor expresión cuando nos subimos al barco? —indagó curiosa. —Fácil, una de las condiciones de mis padres era que Caspian tenía que ser nuestro enlace con la empresa que me recomendó, por lo que me esforcé en conseguir algo de señal e hice una pequeña llamada para seguir con mis planes. —Usaste a Rhys para que me convenciera de llevarte personalmente y presentarte —anunció el alfa dominante con un tono irritado. Sonriente, Dorian dirigió sus resplandecientes ojos azules a Caspian, quien había salido a la proa también. —¿Por qué tan enojado? Solo le pedí un pequeño favor. Y de todas formas, por lo que tenía entendido, tenías planeado venir a la ciudad —argumentó. —Era un viaje rápido —anunció acercándose—. Solo quería venir por unos regalos que Ebony le tiene a nuestra pequeña estrellita, comprar otras cosas y luego irme inmediatamente, no se supone que iba a tardar más de medio día. —No veo por qué pareces tan molesto, aún puedes hacer todas esas cosas sin problemas —indicó calmadamente. Lo cual, solo pareció irritar más al príncipe Caspian, hasta el punto en qué Sadie lo sintió y retrocedió un par de pasos, dándole espacio a ambos dominantes. —Gracias a ti, tendré que llevarte personalmente ante el presidente de Tecnología Mc, presentarlos, asegurarme de que todo salga bien en tu trato, y luego hacer mis asuntos —indicó—. ¿Realmente crees que un contrato se puede firmar en cosas de minutos? ¿Especialmente cuando se trata de cambiaformas y humanos? —Creí que confiabas en esta empresa —indicó alzando una perfecta ceja. —Y lo hago, pero porque ya he firmado tratos con ellos antes. Tú vienes por primera vez, tienen cosas de las que hablar antes de llegar a un acuerdo —argumentó con expresión molesta. Bufando, el príncipe Dorian cruzó sus brazos, para nada asustado ante la expresión del contrario. —Sé perfectamente como firmar un contrato, Caspian. Y no necesito que estés como mi niñera siguiéndome en cada paso, para eso tengo a Sadie —la señaló—. De ti solo necesitaba el transporte, la dirección y la presentación para que mis padres estuvieran tranquilos, por lo demás, puedo hacerlo por mi cuenta. Ante esas palabras, la expresión irritada en el alfa dominante se alivió un poco. —¿Y qué fue todo eso qué le dijiste a mi ardillita? —Quería joderte. Riendo ante el gruñido del contrario, el príncipe Dorian miro de soslayo hacia la ciudad. —Sabía que, si no lo decía de esa forma, mis padres no estarían tranquilos y que tú te negarías, por eso lo hice así. Pero tranquilo, no necesito que cuides de mi trasero y me sigas a todos lados, ¿realmente crees que mis padres me dejaron salir simplemente así a la ciudad solo porque ibas conmigo? Observando hacia la isla Bell, Dorian señaló con su mentón un barco más pequeño que le seguía a toda velocidad, apenas ocultando su presencia. —Pensé que podría significar eso —asintió Caspian. —Así que, relaja un poco esa arruga en tu frente, tú solo hace una rápida presentación y luego sigues con lo tuyo —calmó—. Yo me ocupo de todo lo demás. —Terminando mis asuntos, me iré inmediatamente, no me quedaré a esperarte. Esto de estar lejos de mi ancla y cachorro no me tiene exactamente en mi mejor momento —reveló. —Descuida, siempre has sido un idiota —calmó Dorian—. Solo haz tus cosas y luego vete, yo veré la forma de regresar a mi isla cuando sea el momento. Ante esas palabras, el príncipe Caspian observó con sus ojos entrecerrados al omega dominante. —Realmente no vienes por un contrato con Tecnología Mc, ¿cierto? —Si lo hago, solo que también tengo otros intereses y prioridades de por medio —aclaro—. Pero no te preocupes, no es tu asunto. —Es mi asunto si piensas molestar a mi proveedor. Tengo grandes planes con Tecnología Mc, y no quiero que lo arruines al ir bajo mi cuidado. —Descuida, me comportaré como un buen príncipe. La tecnología que has adquirido para tu manada realmente me interesa, y si puedo conseguirla a través de ellos, no lo arruinaré —aseguró. Con una mirada llena de desconfianza, Caspian chasqueó finalmente su lengua y señaló a Dorian. —Ponte una gabardina. Tu ropa llama demasiado la atención y no quiero encontrarme con un grupo de seguidores de los cambiaformas, hemos viajado sin que nadie se entere y quiero que eso siga así —ordenó. —No me colocaré un abrigo, mi ropa está bien. —Ve a buscarle una gabardina —ordenó el príncipe Caspian directamente a la beta. Por supuesto, Sadie en vez de correr y obedecer directamente al alfa dominante, se quedó de pie, esperando a que su príncipe le diera una orden. —Tal parece que a alguien le ha crecido agallas desde la última vez que nos encontramos —resopló Caspian—. O te va a buscar un abrigo, o te obligo a colocarte el mío. —Interesante propuesta, pero tu aroma me da repelús y no tienes el mismo sentido de moda que yo —anunció y observó a su amiga—. Está bien, ve a buscarme un abrigo que combine con mi ropa y aprovecha de coger algo para ti. A medida que nos acercamos a la ciudad, el aire se vuelve más frío —detectó. Con una pequeña reverencia, Sadie se alejó para seguir la orden de su príncipe. Al contemplar el rostro de Caspian, Dorian sonrió. —No te molestes tanto, ella me es tan leal como Josh lo es para ti —aclaró. —No parecía tan firme cuando estaba en mi isla. —Por supuesto, no estaba conmigo y no se encontraba en casa. —Ahora tampoco se encuentra muy cerca de su isla —argumentó. —Pero me tiene a mí, y sabe que no permitiré que le hagas algo. Menos con ese bote con hombres de mi manada siguiéndonos —indicó. Terminando la conversación, el príncipe Dorian se volteó para observar fijamente hacia la ciudad, a la cual, poco a poco se estaban acercando cada vez más. Pocas horas después, el barco finalmente estaba parado en un solitario muelle apartado. Y ante las personas de traje que esperaban ahí, era bastante obvio que no fue el único que se trasladó con sus hombres siguiéndole. Abotonando los primeros dos botones de su abrigo, el príncipe Dorian se bajó del barco junto a su amiga, siguiendo al príncipe Caspian. —No puedes caminar por las calles de la ciudad con una espada en tu cintura —advirtió el alfa dominante. —Lo lamento, pero no puedo dejar mi equipo para proteger a mi príncipe —rechazó Sadie. —Los miembros de nuestras manadas pueden estar acostumbrados a observar ese tipo de armas en los guardias reales, pero aquí, con los humanos, es diferente porque tienen leyes diferentes. Necesitas un permiso para portar un arma, y cada objeto considerado un arma necesito un permiso en específico —explicó el príncipe Caspian. —¿Qué permiso tienen tus hombres? —indagó Dorian. —El equipo de cazador era el permiso más cercano para todas las armas qué pueden utilizar —contesto. Asintiendo, Dorian giro y observó al equipo de guardias qué sus padres enviaron para protegerlo. —Dejen cualquier objeto qué hayan traído para protegerme en el barco, necesitan un permiso especial para portarlas aquí en la ciudad. Una vez consigan aquel permiso, las recuperarán —anunció y observó a su amiga—. Eso te incluye a ti. —Dejaré todo y te acompañaré, luego conseguiré el permiso —decidió la beta. Satisfecho con la respuesta, el príncipe Dorian siguió al alfa dominante hasta un auto que esperaba por ellos. Una vez en el interior y este se puso en movimiento, observó a Caspian sonriente. —¿En qué hotel te sueles quedar cuando haces negocios en la ciudad? —¿Cuánto tiempo tienes planeado quedarte realmente? —interrogó sin una expresión feliz. —El que sea necesario para lograr mi objetivo. —¿El cual es? —Si no se lo he contado a Sadie, ¿qué te hace creer que te lo diré a ti? —pregunto burlesco. —No tengo que advertirte de todos los problemas en los que te meterás si solo has venido por una travesura, ¿cierto? Sin contar de todos los que causaras en nuestra relación con los humanos —advirtió con tono severo. —Tranquilo, Cas. A diferencia de lo que crees, tengo un lado realmente maduro y responsable —calmó con una sonrisita que no hizo nada por calmar al contrario. —No me llames Cas, solo mi pareja puede. —Claro, Cas —respondió admirando por la ventana. Riendo ante el claro gruñido molesto del contrario, el omega dominante permaneció en silencio en lo que su amiga arreglaba todos los asuntos de su hospedaje con la ayuda de Caspian. Aminorando la velocidad, el auto se adentró en un gran edificio, bajando al estacionamiento subterráneo, donde les esperaba una mujer junto a un hombre lo suficientemente atractivo ante los ojos de Dorian. Bajándose junto a Sadie, ni siquiera se sorprendió cuando Caspian solo bajó la venta. —Dorian, él es Ezekiel Mcmillians, presidente de Tecnología Mc, junto a su asistente personal, Ninette. Señor Mcmillians, él es el príncipe heredero Dorian Bellarose, espero que cuide bien de él, lamentablemente es alguien cercano a mi familia y su manada también es importante —presentó Caspian—. Ahora, si me disculpan, hay un lugar al que debo de ir. Sin más, el automóvil se retiró tan pronto como el príncipe Caspian subió la ventanilla, dejando ahí solos a los cuatro. —Me disculpo ante el desencanto que acaban de recibir del príncipe Caspian, estar lejos de su familia provoca que se le caiga su máscara de príncipe encantador perfecto —explicó Dorian—. ¿Hay algún lugar donde podamos hablar? —Por supuesto, vamos a mi oficina —ofreció Ezekiel. Moviéndose, señaló a su costado y les guio al ascensor que trasladó a los cuatro hasta el último piso. Siendo guiados hacia la oficina de Ezekiel, Sadie fue la primera en entrar y revisar todo el interior. —Seguridad —explicó Dorian con una dulce sonrisa ante la mirada de ambos contrarios. —Prepararé algo de café y galletas —anunció la humana llamada Ninette. —Iré contigo —informó la beta, dejando la sala. Tomando aquello como la señal de que era seguro, Dorian se internó en la oficina, y antes de que el humano le ofreciera tomar asiento, se acercó al cómodo juego de sofás y se sentó. Sus resplandecientes ojos celestes admiraron a Ezekiel y le sonrió. —A pesar de la presentación rápida del príncipe Caspian, siento que de igual forma debo de hacerlo —expresó acercándose—. Es un gusto encontrarme con usted, príncipe Dorian, mi nombre es Ezekiel Mcmillians y soy el presidente de Tecnología Mc. ¿El príncipe Caspian mencionó algo sobre querer un trato con nosotros? En silencio, el omega admiró como el contrario tomó asiento frente a él e inclinó su cabeza sintiendo curiosidad. —¿Príncipe Dorian? —Quiero firmar un contrato con ustedes —afirmó y cruzó una pierna sobre la otra—. Pero antes, me gustaría saber algo. —Por supuesto, lo que usted desee. —¿Por qué un hombre lobo finge ser un simple humano?
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