UNO

1131 Words
Dilay ¿Y quién lo diría no? El sol jamás se puede tapar con un dedo, por mucho que intentemos ocultar un pasado terrorífico tarde o temprano este delata nuestro presente y amenaza nuestro futuro, pero ¿la vida es así? ¿En eso consiste, ¿no? Golpes tras golpes que nos llevan a la deriva de nuestro destino y por mucho que queramos sujetarlo con las manos, se convierte en algo imposible. —Señorita ...— entra mi secretaria. ¿Mi secretaria? Parece irónico, repentinamente la pobreza me abandonó y ahora soy socia de uno de los árabes más conocidos de los Emiratos, el cual es esposo de mi hermana y gracias a ella soy lo que soy ahora o por lo menos lo intento. —Por favor, Nayat, solo llámame Dilay. Ella sonrió y asintió. —Así será, Dilay. Me reí por la mueca que hizo. Parecía costarle la vida. —El señor Adil me comunicó que la reunión con los empresarios asiáticos estará lista en media hora, al parecer tiene buenas expectativas con el trato que van a cerrar con ustedes. —Vale, gracias, Nayat. Y nuevamente algo muy extraño se avecina en mi vida y no sabría que nombre ponerle ¿amor?, ¿deseo?, o quizás solo sea atracción, fuese como fuera mi cuerpo, mi mundo interior no estaba preparado a enamorarse ni a recibir amor de nadie y menos el de un árabe. —Adil— mi mente grita su nombre. — Sacudí la cabeza y sonreí como tonta. Desde que inicié esta aventura al lado de mi hermana, las cosas a mi alrededor siguen dando giros inesperados. No todo es perfecto, mi sonrisa no demuestra mi felicidad ni nada lo que se le parece, si me llegara a sincera algún día todos verían a una Dilay completamente diferente, ¿y eso significa ser fuerte? No sabía contestar a esa pregunta con exactitud, pero sí puedo decir que lo aparento ser por muy rota que esté. —No pareces muy segura de esta reunión— dice la voz del hombre que me robó el sueño. —Según tú, ¿cuál sería la cara perfecta que debería usar para parecer segura de la decisión que estoy tomando? Adil, es la persona que se coló sigilosamente en mi cabeza y desde entonces no salió, aún recuerdo el día que lo vi por primera vez, exactamente fue el instante que me presentó mi hermana en la empresa como la socia de su esposo. Flashback. Me miró y su mirada me prestó atención de manera que alertó mi piel y solo pude mantenerle esa mirada tan profunda. —Ella es... —Ella es Dilay, mi otra hermana. Le sonreí amablemente. —Lo siento, Adil, será mejor mantener las distancias como hasta ahora — dijo mi cuñado Amir. —Entonces no sirvió de nada el esfuerzo que puse en esta empresa, incluso disculpándome por todo lo que hice ni te importó. Amir, creo que eres el menos indicado para no dar una oportunidad, recuerda que a ti te la dieron. Me quedé pensativa y observé la situación, no entendía nada. Vi a mi hermana cruzar los brazos y a mi cuñado guardar silencio y una fuerza que desconocía me empujó a hablar. —Estás contratado. Soy Dilay Ruiz, tu nueva jefa. Fin del flashback. Sus ojos brillan con tanta intensidad junto a las dimensiones de estas hacen que me asuste, no sé qué habrá pasado entre mi cuñado y él, ni tampoco lo quiero saber, solo sigo las indicaciones que me dice y el jefe en esta área era él. —Confía en mí, tal vez te des cuenta de que vales más de lo que piensas, en los pocos meses que llevamos trabajando juntos, creo que he llegado a conocerte para darme cuenta de tus inseguridades, jefa. —Eso es imposible, no puedes conocer nada de lo que dices por qué no muestro nada a nadie por mucho que tenga que esconder, pero ¿y tú?, ¿acaso no las tienes? Porque sé que no eres perfecto. —Yo soy la persona más imperfecta que puedes conocer, pero las inseguridades son las que no dejo entrar en mi vida. Aclaré la garganta y rompí esa mirada con la que tanto me observaba. A veces pienso que es tarde para mí, que por muy que quiera empezar de cero abro los ojos y veo que eso es imposible. Cuando la vida duele tanto, solo deseas continuar respirando y listo, sin historias de Disney, ni momentos mágicos. Soy consciente que la vida no solo me trató de la peor manera, sino que me dio a entender que para ser alguien habría que ser la versión de la maldad, actuar según nuestros deseos sin importar el daño que lleguemos a causar, pero no, lamentablemente o por fortuna me criaron en la humildad y respeto, en noches de llanto y anhelo por la única persona que me importó, mi madre, la cual compartía con mis hermanas y su afortunado esposo. —No fue para tanto — comentó Adil después de quedarnos a solas en la sala de reuniones. Todo finalizó con éxito. —Nadie dijo que iba a ser para tanto. Este sonrió dejando sonar una hermosa carcajada varonil que causó en mí una descarga eléctrica que sacudió mi interior y solo bajé la mirada a los papeles que sostenía y recogí para ir a mi oficina, pero este me detuvo al ver mi reacción. —Señorita Ruiz, pareces nerviosa ¿dije algo que te molestara? —No— negué segura de mí misma. Se hizo el silencio y nuevamente el ambiente se tensó y mi piel me delató al erizarse y este se dio cuenta al mirar mis brazos desnudos que indicaban que su mirada me afectaba. —Me siento halagado al ver tu piel reaccionar de tal manera. Fruncí el ceño y alcé mis ojos en busca de los suyos. —¿Quién dijo que mi piel se erizó por ti? —soné segura —. Solo me dio frío. —Lástima que tu mentira no sea tan creíble para mí, sobre todo porque estamos a treinta grados. Y no lo estaba viendo, yo sola me estaba jodiendo frente a él donde mi cuerpo le gritaba lo que causaba en mí y eso eran millones de sensaciones que hasta ahora no sabía que existían. ¿Qué se debe sentir después de ser violada una y otra vez? Realmente nada porque ese acto mata todo lo que pensé que algún día viviría y que ahora no deseo vivirlo, nadie merece tener ni mi voz, ni mi mirada y mucho menos mi corazón. Para mí, el amor es un sentimiento prohibido y Adil debe de salir de mi mente de la manera que entró.
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