DOS

1087 Words
Adil  Un gran secreto me tiene sin dormir durante años, así es, cometí algo tan malo que hoy en día sigo pagando con creces todo lo que nunca debí de haber hecho y del que no me arrepiento, siento que las mujeres son tan sigilosas y despiadadas que cuando nos damos cuenta ya es demasiado tarde para corregir algo que ellas mismas hicieron de nosotros y aun así no solo las culpo a ellas, porque el mayor error que cometí fue con alguien muy cercano a mí. Soy de los que perdonan todo menos un engaño, hasta ahí estaba claro, pero de alguna manera u otra la rabia de sentirme tan desconfiado ha hecho de mis actos crueles. —Que tengas un buen día, Adil. Eso fue lo último que me dijo la mujer que ahora es mi jefa, la misma que me dejó inquieto el día que la conocí. —Igualmente— añadí y me quedé pensativo. Era imposible que algo entre nosotros dos esté pasando, yo no soy para ella y mucho menos ella es para mí, no deseo dejar entrar a mi vida ninguna mujer excepto para un disfrute mutuo y se acabó, no hay lugar para sentimientos y ni ser fiel a alguien. Lo fui una vez y acabó sacando la peor versión de mí. — Mariem, debes salir de casa, hermana todo el mundo piensa que soy yo quien te tiene prisionera incluso mis amigos. Mi hermana lleva encerrada desde hace años, apenas sale de casa y si lo hace es para asomarse de la ventana y poco más, tiempo atrás un desgraciado la lastimó a tal punto que su orgullo de mujer quedó por los suelos y desde ese día no habido día que no me arrepienta de ser el asesino de alguien. —Adil, estoy bien, deja que digan o que opinen lo que les dé la gana, lo importante es que tú eres un gran hermano y aunque tus manos están manchadas de sangre por mí, en el fondo no eres el asesino de nadie, cada uno cavó su tumba. —¿Sabes?, Amir llegó a amenazarme con la policía, recuerda que él no sabe la verdad del porqué ese mal nacido murió. —Ese fue tu mayor error, debiste de haber confiado en él. Lo peor de un sueño no es lo que revela, sino lo que oculta. Besé la frente de Mariem y salí del salón. Ella es todo lo que quiero, aunque a los ojos de los demás aparente ser otro hombre. —No hay evento alguno, por lo menos a mí no me dijeron nada — digo por teléfono —. No lo sé y si fuera cierto no me apetece ir hasta china para una fiesta, además seguro que Dilay no estará de acuerdo con algo así. Mientras termino de hablar por teléfono, la puerta de mi habitación se abre. —¿Qué ocurre, hermana? —Quisiera hablar con Amir, él debe escuchar la verdad y por muy avergonzada que me sienta por lo sucedido, tu imagen es importante frente a tus amigos. Suspiré —. Mariem, sabes que no me importa si piensan que soy malo o no, solo quiero que estés bien y si ocultarte en estas cuatro paredes te da seguridad entonces no hay nada más que añadir. Amir sabe que no solo se debe juzgar por lo que uno ve. —Ya, pero contigo lo hicieron. —Aun así, no quiero cambiar nada, únicamente procura estar bien y hacerte fuerte para que un día llegues a entender que no debes avergonzarte por algo que tú no quisiste. Ella se llenó los ojos de lágrimas y después la abracé. —El día que salga de esta casa, será cogida de tu mano y con una gran sonrisa. —Espero ese día. Querer es igual que proteger, y con ella así lo hice, la protegí de ese individuo para siempre, ya que para hacerle daño primero debería de volver de entre los muertos. Mi amigo no vio cómo sucedieron las cosas, solo se guio por lo que le dije y aun de esta forma no me juzgó hasta que nuestra amistad se vio en la cuerda floja y mirándolo del lado positivo, él lo hizo para proteger a lo que más amaba y no lo culpo. —¡Buenos días! — saludé a mis compañeros de trabajo. Las noches siempre se hacen largas para mí, sobre todo cuando los recuerdos me roban el sueño o se cuelan en ellas, pero era un precio que tenía que pagar y eso hacía. —Señor, Adil, la señorita Ruiz me pidió que le dijera que lo esperaba en su oficina. Sin esperar más, cambié de rumbo. Su hermoso cabello cae por su rostro mientras teclea en el laptop, mientras tanto mi mirada se congela en ella y solo me queda reaccionar para hacerme presente. Aclaré la garganta y ella me miró. —Pasa, por favor. Aún no entendía por qué su puerta siempre permanecía abierta. —Me di cuenta de que la puerta de su despacho siempre está abierta y es algo raro. —Es una manía que tengo— dice sin mirarme. Hice como si no me importara y acorté la distancia para ponerme frente a su escritorio. —Tú dirás. —Adil, me comunicaron sobre un evento en China los cuales nuestros nuevos clientes pidieron nuestra presencia. —Algo supe de ello. —¿Entonces? — parecía querer decirme algo y no sabía cómo empezar. —Tú eres la jefa, además deberías preguntar a Amir que es tu socio, yo solamente soy un empleado más. —Ya, pero uno con un alto puesto, creo que eso te hace importante en la empresa. Carraspee y toque mi pelo para romper su mirada. —Mi hermana me dijo que se iba por unas semanas al campo, así que Amir estará ausente por una temporada. —Bien, solo ordena y cumpliré. Nuestros ojos se detuvieron en los labios de cada uno, por muy lejos y cerca que estuviéramos a la vez, nuestras respiraciones apenas se sienten mientras detallé cada fragmento de esa boca que tanto quiero tocar, besar y degustar. —Iremos, considero que ya no hay más de que hablar— articuló, pero no la escuchaba—. Adil. Y volví a mis sentidos y solo asentí para alejarme de ese lugar lo antes posible, su cercanía no era buena para mí, rompe los principios que creé para no permitir el paso a ninguna mujer.
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