22 El adiós silencioso

1511 Words
Noah Los días que siguieron a la fiesta fueron un borrón brutal. Elegí el Draft. Elegí la fachada. Elegí el maldito hielo. La imagen de Maggie tendida con Adrián estaba permanentemente grabada detrás de mis párpados, una cicatriz que no me dejaba respirar. Pero lo que más me dolía, lo que me obligaba a mantenerme frío, era el recuerdo de mis propias palabras. La mentira que usé como un arma nuclear. Me veo a mí mismo, allí, con Maggie despierta y suplicante, mi voz rota, plana: "No quiero explicaciones. Te vi, Maggie. Eres una distracción. Y yo elegí mi futuro... Acabo de estar con Tatiana. Ella nunca me fallaría. Tú eres el error." Esa frase, acabo de estar con Tatiana, era la mentira más cruel que había dicho. Me había abofeteado con la única cosa que sabía que la destruiría, garantizando que ella nunca me buscara. Yo tenía que ser el monstruo para sobrevivir. Tenía que creer que ella era el riesgo que mi padre había predicho. Jayden me confrontó al día siguiente en mi casa, pero yo me negué a escuchar la lógica, el único salvavidas que Jay me ofrecía. "¡Noah, no seas un idiota! ¡Adrián la drogó! ¡Lola y yo lo vimos! ¡No pasó nada!" gritó Jayden, su rostro lleno de una decepción tan profunda que era peor que un puñetazo. Yo lo miré, mi corazón envuelto en un témpano. "La vi, Jay. Eso es todo lo que necesito saber. Ella es el riesgo. Yo elegí mi futuro." Jayden me miró con desprecio. "Eres un cobarde, Ice. Y cuando te des cuenta de la verdad, habrás perdido lo único real en tu vida." A partir de ese día, corté lazos. Bloqueé su número, evité la escuela, y me refugié en la única cosa que no me traicionaba: la cancha. Tatiana se convirtió en mi sombra. Ella era ruidosa, fácil y vacía. Exactamente lo que mi dolor necesitaba para no sentir. Margaret Lawson despertó de una pesadilla. No era solo la resaca de la droga que Adrián le había administrado, sino el terror frío del rechazo de Noah. Sus amigas, Kit y Lola, le contaron la versión de Jayden: Adrián era el cómplice de Tatiana, la droga, el montaje. Nada había pasado. Pero eso no importó, porque lo único que se repetía en el eco de su mente no era la imagen, sino la voz de Noah. “Te vi, Maggie. Eres una distracción... Acabo de estar con Tatiana. Ella nunca me fallaría. Tú eres el error.” Ese era el golpe de gracia. No era un malentendido; era una elección deliberada de su futuro sobre ella. Noah había usado a Tatiana como un muro, confirmando que la conexión explosiva no era tan fuerte como el miedo al Draft. Maggie, con el rostro pálido y el corazón hecho trizas, intentó la última jugada. Le envió mensajes. Lo llamó docenas de veces. Cada llamada rechazada era un clavo más en el ataúd de su relación. Decidida a terminar con el dolor de la incertidumbre, fue a la casa de los Carter. La madre de Noah, la Sra. Carter, la interceptó antes de que llegara a la puerta. "Margaret, querida," dijo la Sra. Carter, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos. "No es un buen momento. Noah está muy concentrado en su futuro. Mi esposo y yo estamos muy orgullosos de que haya entendido la importancia de la disciplina. A veces, lo mejor para la carrera es cortar las distracciones. Espero que seas inteligente y lo entiendas." Maggie entendió en ese momento que la voz de Noah no era solo suya. Eran los Carter, era el sistema. Noah había elegido el camino frío del "Ice Carter" de las relaciones públicas. Su corazón estaba hecho pedazos, pero su mente científica se puso en modo supervivencia. Había una cosa que no podían quitarle: su brillantez. Una mañana, revisando su correo, recibió el email que había esperado toda su vida. ASUNTO: OFERTA DE BECA – PROGRAMA ESPECIAL CERN, SUIZA. Estimada Srita. Lawson, Su solicitud y puntaje fueron excepcionales. Nos complace ofrecerle una beca completa para el programa especial de Física de Partículas en Suiza. Su viaje está programado para finales de mayo. La fecha era la clave. Finales de mayo. Justo después del baile de graduación. Maggie tomó una decisión radical: irse. No podía quedarse en Georgia, rodeada de sus recuerdos rotos, la humillación de Tatiana y el fantasma de un amor que había sido tan real y tan brutalmente descartado. Suiza, con sus partículas y su frío, era su refugio. Lola, Chloe y Kit lloraron. Jayden, el único que entendía el error de Noah, la abrazó con fuerza. "Te quiero, Maggie. Demuéstrale a ese idiota lo que se perdió. No mires atrás," le dijo Jayden. Maggie hizo sus arreglos en secreto, con la precisión de una cirujana. Empacó, liquidó los trámites, y mantuvo el dolor contenido. Ella no iba a darle a Noah la satisfacción de verla suplicar o sufrir. Su última declaración sería el silencio. Noah La noche del baile de graduación fue el final de la preparatoria. Yo fui, por supuesto. Fui con Tatiana, quien se había asegurado de que todo el mundo me viera en la alfombra roja, confirmando el regreso del "Power Couple". Por dentro, yo era un cadáver. Bailaba, reía, pero cada mirada en el salón me recordaba a Maggie. Esperaba secretamente que apareciera. Que me gritara. Que me obligara a escuchar la verdad. Pero ella nunca apareció. Mientras yo sonreía falsamente junto a Tatiana, Maggie se dirigía al aeropuerto internacional de Atlanta. Ella no fue al baile. Su final fue un taxi, una maleta, y un corazón que, aunque roto, latía con la promesa de la física. A medianoche, cuando el baile estaba en su apogeo, Jayden me encontró cerca de la fuente de ponche. "Maggie se fue, Noah," dijo Jayden, su voz dura. Lo miré, sintiendo un frío que venía de mi interior. "¿A dónde? ¿A Nueva York?" "No. A Suiza. El CERN. La beca que Tatiana intentó arruinar. No fuiste lo suficientemente importante para que se quedara. No fuiste lo suficientemente hombre para escucharla." Jayden escupió las palabras con desprecio. El impacto me dejó sin aire. Suiza. Estaba a un continente de distancia. Había desaparecido. Había elegido su futuro sin mí, un futuro que no incluía mi apellido, mi fama, ni mi dolor. Jayden me dio una última mirada de advertencia. "Te dije que eras un cobarde. Ahora tienes tu beca y tu 'futuro'. Pero vas a pasar el resto de tu vida preguntándote qué perdiste por no abrir los ojos." Jayden se fue, dejándome solo en el bullicio de la fiesta. Miré a Tatiana, su sonrisa de triunfo me pareció repugnante. La dejé allí, en medio de la pista de baile, sin una palabra. Conduje hasta la casa de Maggie. La casa estaba vacía. Solo un papel pegado en la puerta. Era una nota corta, sin firma. La inercia de tu dolor es un mecanismo de defensa, Carter. Pero la física siempre exige la verdad. Te elegí. Tú elegiste el hielo. Me fui de Georgia al día siguiente, rumbo a mi nueva vida en Nueva York. Tenía una beca de Duke, un futuro brillante en la NBA y un corazón completamente destrozado. Nunca la olvidé. Pero mi orgullo y mi dolor me obligaron a vetar su nombre de mi universo. La partida de Maggie fue la grieta que redefinió a Noah Carter. En Duke, fue una estrella, pero el "Ice" que la prensa amaba era más frío que nunca. Se volvió distante, mujeriego, y usaba el sexo como una anestesia emocional, nunca buscando conexión, siempre buscando el vacío que Maggie había dejado. Jayden, reclutado por otra universidad cercana, siguió siendo su ancla, y Troy, aunque torpe, se mantuvo leal en la ciudad. Mientras tanto, en la fría precisión de Suiza, Maggie se enfocó en su mente. La beca en el CERN fue su refugio. Descubrió que el dolor emocional podía canalizarse en energía intelectual. Se convirtió en la científica brillante que siempre debió ser. Unos meses después de llegar a Suiza, la vida de Maggie se detuvo de nuevo. En una visita al médico por fatiga, recibió una noticia que redefinió su existencia: estaba embarazada. Un recuerdo tangible de la "supernova" con Noah. Nunca lo dudó; el bebé era de Noah. Decidió tenerlo. Dio a luz a una hermosa niña a la que llamó Noelle, en honor a su padre. Noelle, su hija, la única pieza del universo de Noah que Maggie se llevó consigo, a salvo en su nueva vida, lejos de la arrogancia de su padre. Pasaron los años. Noah se convirtió en una superestrella de la NBA, su frialdad una leyenda de la liga. Maggie se hizo una científica de talla mundial. Dos mundos que se movían en órbitas separadas, hasta que un día, el trabajo la obligó a viajar a Nueva York, la ciudad que ahora era el hogar de Noah.
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