— ¿Dónde crees que vas? —Le heló la sangre.
Alejandro se dio cuenta de que alguien estaba en su habitación, solo era cuestión de tiempo para que saliera de su escondite, fingió dormir para que el intruso se confiara y se marchara, cuando la vio gatear se reclinó en la cama para tener una mejor vista de ese trasero.
—Yo, yo lo siento, no era mi intención, le juro que no soy una ladrona. —Ella está de rodillas sin darle la cara.
—Ven aquí.
—Solo déjeme ir, solo estuve limpiando la habitación.
—¡Ah! Con que fuiste tu quien cambio todas las cosas de puesto.
—Solo quería que se viera ordenado, ¿Me puedo ir?
—¡¡Mírame!!
—Tiene ropa puesta.
—No me digas que nunca has visto a un hombre desnudo.
—No, ni quiero verlo.
—Jajajaja quieres ser monja.
—No, solo que no es una de mis ambiciones.
Alejandro se puso de pie, anda solo en bóxer, la suspendió de la cintura y sin dificultad alguna la suspendió por los aires depositándola en la cama, ella se alarma arrinconándose en la cabecera de la misma, su corazón retumba alertándola del peligro.
—¿Qué piensa hacerme?
—Jajajaja ¿Qué quieres que te haga? —Se le acercó lo suficiente para asustarla.
—Nada, solo déjeme ir.
—Después de que estuviste espiándome y sabe Dios que hacías debajo de mi cama.
—No hacía nada, solo estaba en silencio, no quería molestar, le juro que no era mi intención presenciar eso.
—Eres una pequeña mentirosa, acaso tienes curiosidad.
—¿Qué? No, Solo me quede atrapada.
Alejandro la arrincona cada vez más, quedando solo a poco centímetro de ella, le coloco un mechón de cabello detrás de su oreja, mientras ella cierra sus ojos con fuerzas, deslizo su dedo por el cuello llegando a la cima de su pezón donde ella reacción y detuvo su mano.
—Por favor no me toque.
—No era esto lo que buscas en la habitación de un hombre.
—No, se lo juro que no.
—Te gusta ver hombres desnudos.
—Claro que no. —Lucero le agarro la mano con sus dos manos, sosteniéndolas fuertes, mientras su cuerpo tiembla del miedo.
—Solo bromeo, puedes irte. —Alejandro noto que ella está al borde de un colapso.
—Gracias, señor, muchas gracias. —Lucero como pudo se puso de pie y corrió hacia la salida en eso echo de ver que ella había dejado una posa de agua en la cama, ella se hizo pipi.
—Jajajaja que clase de mujer eres. —Se le fue el sueño se levantó a bañarse de nuevo y se cambió para ir a su despacho a trabajar.
Ordeno a Toya que limpiara el dormitorio y que cambiaran el colchón, ya que un animal asustadizo se había orinado encima de su cama. Toya no podía creer que un animal se había escabullido a la alcoba del patrón y haya hecho tal acto, se apresuró a ordenar que sacaran el colchón y trajeran uno nuevo del almacén, los hombres se apresuraron hacer lo que se les ordenaba.
—Patrón, puedo hablar con usted. —Marcos toco dos veces, ya que la puerta estaba abierta.
—¿Qué pasa? —Dejo de hacer lo que hacía y le prestó atención.
—Quería pedirle otro favor, sé que estoy abusando de su amabilidad, pero con la situación que paso en mi ausencia quería ver si mi hija puede trabajar en la hacienda, me da miedo que algo le pase a ella sola en la casa.
—Sabes que vacante no hay.
—Ella no cobraría, solo trabajaría por la comida.
—Ella está de acuerdo con eso.
—Es una muchacha sencilla, no pide mucho, por esa parte soy bendecido.
—Está bien, estará a prueba una semana si ella da la medida se le asignará un sueldo. —Alejandro sonrió porque al menos ella seguirá revoloteando a su alrededor— Dile que venga.
Marcos salió de aprisa a llamarla, la joven está regando el jardín, lo bueno de ella que tiene iniciativa, Marcos le grito desde la puerta, ella en cuanto lo vio corrió hacia él a ver que s ele ofrecía.
—Hija, el patrón quiere hablar contigo.
—¿Qué te dijo papi?
—Es sobre el trabajo.
—Ha aceptado que me quede.
Ella anda mojada su ropa, lavo su blúmer y así húmedo se lo puso al igual que ropa, la vergüenza la consumía, pero su padre asumió que se mojó regando las plantas, dejo que su padre entrara primero, no puede verle a la cara, porque está condenada hacer el ridículo delante de él.
—Hija, el patrón quiere hablar contigo. —Su padre, la toma de los hombros y la acerca al escritorio. Alejandro se ríe de forma maliciosa al verla mojada.
—Tu padre quiere que trabajes en la hacienda. ¿Estás de acuerdo?
—Si, señor —Ella voltea a ver a su padre, no puede verlo a él.
—Estarás en prueba una semana, te encargarás de mantener mi dormitorio impecable, libre de accidentes —Recalcando es palabra, cosa que ella entendió muy bien, llegando su nivel de vergüenza está al tope— Ayudaras a Toya en la cocina, mientras te adaptas, ¿Estás de acuerdo?
—Si, señor. —dijo viendo el suelo, sabe que él se está burlando de ella, pero no quiere que su padre se entere de lo sucedido.
—Perfecto, entonces ve a limpiar mi alcoba, mientras tu padre y yo nos ponemos al día con algunas cosas, puedes retirarte.
—Gracias, señor.
—Hija pórtese bien, no cause problemas y obedezca a Toya.
Lucero salió como alma se la lleva el diablo, busco los materiales de aseo y se adentró a la habitación de él, miro que hay un colchón nuevo sobre la cama, no puede creer que causo problemas todo por temerle.
—Sé que eres un degenerado, sádico y sabe Dios que más, solo de pensar me da cosa, no sé por qué no se consigue una novia normal y se casa con ella y tiene su familia, sino que hace cosas raras con mujeres raras, que lo animan a ser ese tipo de persona, si fuera mi novio lo pondría en su sitio, le quitara esos malos hábitos y le enseñaría que las mujeres se respetan, ¡¡Dios que tonteras las que digo!! Como si tuviera a su nivel, soy solo una pueblerina de padres pobres, que no termino sus estudios.
Ella ha arreglado la cama le ha colocado sabanas limpias y aspirando la alfombra, recogiendo la ropa sucia del suelo y las sábanas que orino, está por echarlas en la cesta de ropa sucia.
—Al patrón se le metió un animal en la habitación y s ele orino en la cama, tuvimos que cambiar el colchón.
—Eso dijo él.
—Hay que tener cuidado de no dejar la puerta abierta, esos animales son rápidos.
—Si señora. —Lucero está admirada de que él no la expuso—Cuidaré que ningún animal vuelva a entrar a la habitación.
—Esa ramera, me saca la piedra.
—¿Qué es una ramera?
—La mujer con la que llego el patrón, se cree la dueña del lugar cuando viene, vale que él no la trae seguido, se puso a dar órdenes en la cocina, criticando la forma en que ella cocina, diciéndole que su cocina es para engordar chanchos, la muy atrevida le dijo que cuando Alejandro la traiga a vivir a la hacienda ella sería echada de la cocina. Roguemos a Dios para que esa mujer nunca vuelva.
—¿Por qué no le cuenta al patrón?
—Jamás haría eso, él es el patrón yo solo soy una sirvienta.
—En eso tiene razón. Bueno terminaré de arreglar.
—Después baja a la cocina para que le lleves la comida al señor.
—Yo, no, no, mejor aseo la cocina y usted se la lleva.
—No se puede hacer eso, es parte de tus deberes. Ahora termina aquí, que el patrón toma su siesta y le incomoda estar con otras personas.
—Ya casi termino. —Toya se fue dejándola sola.
—Solo de delicado trabaja, ojalá no tenga queja de mí, porque es peor estar en casa peligrando que los matones que mi madre contrata me persigan para llevarme con ese viejo rico desagradable, maldigo mi suerte, ahora estoy trabajando para un pervertido que le gusta torturar mujeres.
—¿A quién le gusta torturar mujeres? —Esa voz la sobresalto, Alejandro está detrás de ella desde unos minutos antes escuchándola quejarse.
—¡Perdón! A nadie, solo pensaba en voz alta.
—¡¡Así que crees que torturo mujeres!! Tan sádico me haces
—No, como cree, no me atrevo de decir eso de usted, solo estoy trabajando, no ponga mente, a mis palabras.
—Eres una chica con la lengua bien afilada, y con una v****a débil que se orina en cualquier lado. —Eso hizo que Lucero se avergonzara— ¿Acaso te pone nerviosa mi presencia?