UN HOMBRE ATREVIDO

1705 Words
*HABLA, LUCERO* Estoy entre el respaldar de su cama y el fornido cuerpo de él, este hombre da miedo, mi vista es débil para mantenerla viendo sus ojos, ¿Por qué me tortura? Que le he hecho yo para que me trate de esta forma, yo solo quiero protección, este lugar es seguro, aquí está mi padre, aunque ahora con los malos entendidos que he tenido con él no sé si me podre quedar, siento que me quiere echar a patadas de aquí, pero nada es mi culpa, solo es que he estado en el lugar equivocada en la hora equivocada, nada ha sido mi intención. —Señor, ¡lo siento! Juro que no ha sido mi intención de todo lo que me acusa. —Ahora quieres ser una chica inocente, cuando la verdad quieres otra cosa. —¿Qué cosa? No comprendo. —Solo me preguntó, que sientes cuando toco aquí. —Él pasa su mano por encina de mi pezón, eso hace que mi cuerpo vibre. —No me toque. —En realidad es eso lo que quieres o te cuesta decir la verdad. —Hace presión en uno de mis pechos, con mis manos temblorosas se la quito, es en ese instante que toma mis manos y las toma con su mano que son muy grande y las aprieta contra la pared —Señor Alejandro, estoy aquí para trabajar, mi madre me ha vendido tengo miedo quedarme en casa, le juro que no quería incomodarlo,  lo que paso fue mi mala suerte, no soy una chica curiosa se lo juro, permítame trabajar aquí. —Ya estás trabajando, solo quería alimentar tu curiosidad. —No tengo curiosidad se lo juro. —Ruego para que me suelte. Me mira a los ojos, este hombre tiene una mirada diferente a los que he visto. —Aburrida, solo jugaba contigo, continua con tu trabajo, no eres como as que conozco. Él me suelta, su agarre fue fuerte que mis muñecas quedaron rojas, sonríe de forma rara antes de salir de la habitación, no le tengo miedo solo que mi cuerpo reacciona diferente cuando él está demasiado cerca, termino de hacer mi trabajo, mi padre dio la cara por mí, tengo que trabajar y portarme bien, para que él no tenga quejas de mí. —Muchacha, terminaste. —La señora Toya entra al dormitorio. —Si termine.  ¿Pasa algo? —Tu padre me envió por ti, está teniendo problemas con una yegua y me dijo si puedes ir a ayudarle. —¿En dónde está? —En el establo. Me apresuro a salir de la casa, el establo está algo retirado, en lo que voy de camino, miro unas camionetas llegar a la hacienda uno de los trabajadores de la hacienda que nos conoce muy bien me dice que me apresure porque no es bueno que esos hombres me vean, le hago caso y corro para el establo. —¡Papá, estás bien! —Veo a mi padre herido del brazo. —No es nada hija, ven acá, sujeta esta yegua, solo que no dejes que el mecate se te corra en las manos mejor suéltalo, ese fue mi error y le lazo corto mi mano. —Eso haré. La yegua relincha y retrocede con fuerza, es nueva en la propiedad y la van a marcar, pero antes mi padre tiene que asearla, se va por una cubeta con agua, yo trato de calmar a la bonita, es blanca como las nubes, tiene pelaje en su camellera y sus cascos, es un monumento de animal. —Tranquila bonita, solo queremos dejarte más bonita de lo que eres. Ella relincha y hace que me tambalee, pero no soy tan débil, en uno de sus relinches sube sus dos patas delanteras haciéndome caer al suelo, solo espero las patadas de ella cuando soy suspendidas por los aires. —Gracias, papá —Puedes decirme papacito si lo deseas. —Señor Alejandro. —Me suelto de su agarre y él de inmediato calma la yegua. —Solo tienes que sobarle su frente, ella es yegua le gusta que la acaricien. —Entiendo. —Acaso a ti no te gusta que te acaricien. —No viene al caso, no sé qué decirle, mejor me quedo callada.         —Señor, Alejandro. —Mi padre entra con la cubeta con agua y se asusta al ver a don Alejandro. —Luna está inquieta, llama al veterinario, no es normal en ella. —Ha de ser que no se halla aquí. —Es algo más, ve rápido —Mi padre sale corriendo y yo parada como momia detrás de él que no sé qué hacer, me da miedo cometer otra imprudencia y termine en problemas. —Tu muchacha, trae paja hacia aquí. —Corro por ella está al fondo del establo, traigo toda la que puedo y la pongo donde me señala, la yegua se acuesta con solo el tocarle su pecho— Como me lo imaginaba — ¿Le pasa algo a la yegua? —Está a punto de parir, ven ayúdame, no podemos esperar al veterinario. —¡Parir! Nunca he visto un animal parir. —Pues es tu día de suerte, esta bonita va a parir, pero por lo general lo hacen solos, hay algo mal con ella. Toma mi mano y la lleva a la barriga del animal, él hace presión sobre mi mano y me dice que cuando él me diga que presione fuerte, me posicionó para usar toda mi fuerza, estoy a punto de presenciar el nacimiento de un caballo. —Cuando te diga preciosa, solo haz toda la fuerza que puedas en ese punto, ¡Ahora! Estoy apretando inclinando mi cuerpo para que mi fuerza sea mayor, en eso su barriga se contrae, me asusto, pero el señor Alejandro me dice que no deje de hacer fuerza, si queremos que el potro viva. —Vamos bonita tú puedes. —Estoy animando a la yegua, cuando veo que don Alejandro está sacando una cabeza. —¡Maldición! Se está ahogando, el potro está maneado con un cordón, muchacha, ven aquí. —Yo rápido llego a donde esta él— No le sueltes de aquí, no permitas que se vuelva a hundir la cabeza. —No se preocupe, no lo soltaré. —No debí decir eso, el caballito se mueve con desesperación que se me está deslizando de mis manos, miro que él pone todo su peso en la barriga de yegua, en eso le animal sale un poco más, don Alejandro se posiciona detrás de mí. —Vamos a jalar juntos, este animal depende de nosotros. —Asiento con la cabeza, en eso por fin sale del todo cayendo yo encima de él y el animalito encima de mí, es hermoso, los tres estamos en el suelo, de la admiración de lo que acabo de hacer no me doy cuenta de que estoy sobe él— Bien hecho. —¡Discúlpeme! —Pongo el caballito en el suelo, le tiemblan las patas y camina hacia su madre y trato de ponerme de pie, pero algo ligoso hace que me resbale, él con una rapidez me hace ganada. —Me estás provocando chiquilla. —Le juro que me resbale, no fue intencional. —Yo que me levanto y arreglo mi vestimenta cuando mi padre entra con el que creo que es el veterinario, se admiran al ver al caballito junto a su madre. —Termine usted. —Le dice al veterinario y se marcha. —Hija que te paso está bien sucia. —Papi ayude al patrón a traer al mundo a la cría, fue fenomenal. —Me alegro, vaya dígale a Toya que le preste un baño, entre por el lado de atrás porque don Alejandro tiene visitas. —Entendido padre. —Corrí para el lado trasero de la casona, entrando directamente a la cocina. Toya esta ocupad, pero me dice donde me puedo bañar y cambiar de ropa, vale que ella tiene la ropa que me compro la vez pasada que no me lleve. Me di una rica ducha, estoy en el cuarto de Toya, es pequeño, pero bonito, me cambio y me peino miro una coleta y me la pongo, me miro al espejo para no estar desalineada, en eso entra Toya y sonríe cuando me ve. —Te ves bonita, ahora ven ayudarme hay que llevarles refrescos a las visitas. —Asiento con la cabeza afirmativamente, tomo la charola con los vasos lleno de refresco natural, camino hacia la sala, solo son hombres los que hay, hablan y se ríen, sepa Dios de qué. —Pero miren esta bella palomita. —Dice un hombre con barba crecida, sus ojos dan miedo. —Estaremos en el cielo que un ángel nos está sirviendo. —Este es un hombre chaparro, se me acerca trato de evadirlo terminando de servirles los refrescos, estoy por abandonar la sala cuando ese tipo me sujeta del brazo, este hombre se parece a los hombres que mi madre contrató para que me atraparan, el nerviosismo viene a mí. —Donde vas angelito, quiero divertirme un poco. —Estoy ocupada, con su permiso. —Trato de soltarme de su agarre, pero él me aprieta más el brazo. —A Luis nadie le dice que no.  —Por favor suélteme, solo estoy sirviendo el refresco. —Pues qué crees quiero que me sirvas para otra cosa. —Todos se ríen, estoy por llorar. —Suéltala o te arranco el brazo. —En seguida me soltó corro hacia do Alejando y me refugio detrás de él — ¿Qué haces aquí? —Sirviendo unos refrescos. —Lo miro a los ojos, su mirada ha cambiado, es fría y tenebrosa. —Vete de aquí y no quiero que andes por aquí, enciérrate en uno de los dormitorios, no es seguro, ahora vete,  Subo las escaleras y entro al primer dormitorio que veo y me encierro, esos hombres dan miedo, no sé qué hacen aquí y porque don Alejandro tiene poder de mando sobe ellos, escucho al tipo ese disculparse con él. Cierro con seguro, solo recordé a los hombres con los que mi madre anda, sus caras de perversos aún las tengo en mi memoria, estoy asustada.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD