No puedo dejar de llorar. El dolor es insoportable, como si me desgarrara por dentro, y la sangre, esa maldita sangre, empapa mis piernas. Él está a mi lado, en la habitación, pero ni siquiera su presencia logra calmar el terror que me consume. Estamos esperando a que me busquen para la cesárea.¿Por qué ese desgraciado tuvo que hacerme esto? ¿Por qué permití que me dañara de esta manera? Debí haber sido más fuerte... por mi bebé.
—Cuídala siempre, John, recuérdale que la amo... Si no sobrevivo... —mis palabras salen rotas, temblorosas.
—Se lo dirás tú —me responde, su voz quebrada por las lágrimas.
—Te amo, torpe guardaespaldas...
—Te amo, Fresa caprichosa —susurra antes de besar mis labios con una suavidad que contrasta con la brutalidad de la situación—. Tú eres muy fuerte, Alexa.
Pero yo no me siento fuerte. Cada segundo que pasa siento que me desvanezco más, como si mi cuerpo estuviera cediendo ante el dolor. No pudieron anestesiarme completamente por mi estado, así que siento cada parte del proceso. El miedo es abrumador, y una idea se apodera de mí: no puedo perderla. No puedo perder a mi bebé... no podría vivir si eso sucede.
De repente, la enfermera entra. El ambiente se tensa de manera insoportable. Sé que él tiene que tomar una decisión... elegir entre nosotras dos. Siento que mi tiempo ha llegado. Tal vez este sea el propósito de mi vida: darla para que mi hija pueda vivir. Si es así, moriré en paz, sabiendo que habré hecho el mayor sacrificio.
He vivido intensamente. He amado, y fui amada por mi familia, y sobre todo, por John, el amor de mi vida. No le debo nada a nadie, y nadie me debe nada. Si me voy, lo haré sabiendo que John será el mejor padre que mis hijos podrían tener. Ya todo ha acabado y él podrá ser feliz con mis hijos.
—A ella, por favor.. Salvala a ella. —le ruego con las pocas fuerzas que me quedan.
Siento que John me aprieta la mano con más fuerza, casi desesperado.
—A las dos. Hagan lo que sea, pero salvarán a las dos —su voz, tan decidida, tan llena de dolor, intenta aferrarse a una esperanza que yo ya no tengo.—Alexa no puedes dejarnos, no puedes hacerlo. Los cuatro seremos una familia, tú me lo prometiste.
John está al borde de la desesperación, aferrándose a mi mano como si con solo sostenerme pudiera evitar que me desvaneciera. Veo el miedo en sus ojos, ese miedo que rara vez deja salir, pero ahora está ahí, palpable, como una sombra que amenaza con arrastrarnos a los dos.
—John, cuida a mi pequeño guerrero... y a mi princesa. Ellos dos te necesitan —mi voz apenas es un susurro, pero necesito que me escuche, que entienda lo mucho que confío en él para proteger a nuestros hijos.
Siento que su mano tiembla mientras acaricia mi rostro. El dolor en su mirada es desgarrador. Quiere ser fuerte, lo sé, pero en este momento todo su mundo parece estar rompiéndose. Yo soy su mundo. Y él es el mío.
—Te amo, Alexa... —dice con la voz rota. Deja un beso suave en mis labios, ese beso cargado de promesas que teme no poder cumplir si me pierdo en este abismo.
—Jamás te perdonaré si no regresas. —Sus palabras son un grito ahogado de desesperación, una súplica que lo consume por completo.
—Te amo, John —es lo último que consigo decir antes de que el dolor, el cansancio y la oscuridad me envuelvan.
Notas del Autor:
Este es un fragmento del ante último capítulo del libro. Recuerden que antes de leer Tú eres mi lugar deben leer "Mi guardaespaldas" y "Mi Fresita"
Disfruten la lectura del último libro de Jhon Clark y Alexa Blanco.