Capítulo dos
Julie
Al día siguiente, hago un esfuerzo para levantarme a las siete de la mañana, desayunar y prepararme para mi carrera matutina.
Hay dos cosas a las que no dejo de hacer en las mañanas: beber mi dosis gigante de cafeína y correr. Son esenciales para que yo pueda enfrentar el resto del día, ya que soy una persona de hábitos y trabajo nocturnos.
Hoy me toca trabajar en el After Dark y tengo que sentirme bien para enfrentar la noche.
Me pongo unos leggins, calzo unos tenis, agarro el celular y selecciono la lista de reproducción "Divas Pop", que tienen las canciones que me animan a correr.
Salgo por la puerta cantando Baby one more time mientras caliento de camino a la casa de George, mi compañero de ejercicios y mejor amigo. Él sabe todo sobre mí — mis sueños musicales y también el amor no correspondido que siento por Danny.
— ¡George, vamos! ¡Levántate!
Toco con fuerza la puerta de su casa.
— Ya voy, niña — grita él desde el interior. — Deja que me despida de mi amor.
Si George no fuese gay y felizmente casado con el apuesto Ben, me olvidaba de que estoy locamente enamorada de Danny y lo hacía mío. Es bonito, inteligente, exitoso, huele divinamente y con buen gusto para vestirse. De cabellos oscuros y ojos profundamente azules. Es básicamente un Colin Egglesfield, pero más joven... ¡sería perfecto, si a él no le gustara tanto lo mismo que a mí!
— Mi niña, ¿qué cara es esa? Parece que vienes de un entierro. ¿Qué pasó? ¿No pudiste dormir de nuevo? — Mientras habla, George se mete un donut en la boca, sin darme tiempo de reprocharle que está comiendo comida chatarra. Él está a dieta, una dieta intensa porque tiene que asistir a un casamiento y tiene que servirle su traje Armani súper elegante.
—Por supuesto. El especial en vivo de la Playboy no me dejó dormir de nuevo —respondo, intentando encontrar algún buen humor a esa hora.
—Tienes que hacer algo: o saltarle encima a Danny Boy, aquel dios griego del sexo, o conseguirte a algún tipo que te quite las telas de araña y espantas esa frustración.
—Si le salto encima, él va a seguir creyendo que soy infantil y que quiero jugar a las escondidas, y no tengo ningún amigo o conocido que sea atrayente. Dale, pon a Rihanna y vamos a correr.
Corrimos cerca de cinco kilómetros con la compañía de nuestras divas pop y, de regreso, paramos en Starbucks. Era una rutina a la cual no renunciábamos: tomar un capuchino con vainilla y descansar un poco en uno de los sofás de la cafetería.
—Julie, ¿y la audición para ser backing vocal de aquella banda de pop? ¿Cuándo es?
—La semana que viene. Pero no sé...
—¡No, no, no! — Me interrumpe. —No me vengas con el mismo cuento ese de que no sabes si debes ir. Trabajas hace años en el After Dark y el hermoso idiota nunca te ha hecho caso. No dejes pasar esa oportunidad. Tienes una voz fenomenal.
En ese momento, mi teléfono suena avisando que acababa de llegar un mensaje:
Jo: ¿Alguna novedad? ¿Hablaste con él?
Ella me envía el mismo mensaje todos los días. Mi amiga aún tiene la esperanza de que, después de todos estos años, un día yo me levante, toque a la puerta de Daniel y me declare para concluir finalmente con este asunto.
Yo: Nop.
Es la respuesta que siempre le doy. En cuanto presiono "enviar", me asusto porque el teléfono comienza a vibrar en mi mano y atiendo sin revisar quien me llama tan temprano.
—¿Oigo?
—Ju, habla Danny. —Él es la única persona que me llama así. —¿Saliste? Estoy tocando a tu puerta y no respondes...
—Hola, buenos días —respondo. George revira los ojos al oír mi voz melosa al teléfono. Le doy un empujoncito. —George y yo estamos en el Starbucks. ¿Necesitas algo?
—Solo quería avisarte que voy a hacer un viaje de emergencia. Apareció un local que el agente inmobiliario dice que sería perfecto para la nueva filial del After Dark. Los muchachos están pensando en expandir el negocio a otras ciudades.
—Ah, está bien. ¿Vas a quedarte mucho tiempo por allá?
—No lo sé todavía. Estoy planeando quedarme por allá una semana para estudiar el local y reunir alguna información. A lo mejor un poco más, pero te aviso.
—Está bien, Danny. No te preocupes, va a estar todo bien con el After Dark. ¿Los muchachos también van?
—Zach va, pero Rafe se va a quedar cuidando que todo marche bien. Si necesitas algo, llámalo. Tengo que apurarme que si no me retraso. Cuídate. Besos.
—Está bien. Dale. Buen viaje. Besos.
Cuelgo con cara de triste y George levanta una ceja, cuestionando lo que sucedió.
—Él se va de viaje a ver un inmueble. No puedo creer que voy a estar tantos días sin ver a Danny.
—¡Dios mío, Julie, olvídate de él! ¡Tienes que crecer, amiga! Te voy a arrastrar para una fiesta loca, allí te consigues a un galán bien guapo y te sacas a Daniel de la cabeza.
Su comentario me hace soltar una carcajada.
—Deja eso. En este momento, la única cosa caliente que quiero es un baño.
***
A las cinco de la tarde, llego al After Dark y me preparo para mi turno. Antes de comenzar a trabajar, las camareras siempre se reúnen para ultimar detalles, oír el ensayo de la banda y recibir el feedback de la noche anterior.
Al entrar en el salón principal, me asusto con los gritos de Rafe al teléfono.
—¡Hijo de puta! ¡No puedo creer que me vas a hacer esto hoy!
Abro los ojos y me llevo una mano a la boca. Ese es el tipo de reacción —sea cual sea— que esperaría de cualquiera, menos de Rafe. Él es educado, apuesto, su tono de voz es medio ronco, lo que vuelve locas a las clientas del bar y nunca dice una mala palabra.
Obviamente, tal como yo, todos los demás trabajadores están pasmados.
Cuelga el teléfono con cara de quien perdió al mejor amigo. Y todos se alejan, temerosos de ese nuevo —y aterrador— lado de él.
Menos yo, que no le tengo miedo al peligro.
—Rafe, ¿qué pasó? ¿Te puedo ayudar? —pregunto, sin dejarme afectar mucho por su nerviosismo.
—No —me responde con tono seco, pero inmediatamente me mira y suaviza el tono. —Discúlpame No, Julie. —Se pasa las dos manos por el pelo, demostrando toda su tensión. —Tengo que conseguir un nuevo cantante de aquí a dos horas. Estoy jodido.
—¿Qué le pasó a Snash?
Snash es el vocalista de "La Banda" —nombre tan ridículo como el del cantante— que toca aquí en el bar los fines de semana.
—El muy idiota renunció. Dice que tuvo una visión con un gurú que lo mandó a dejarlo todo e irse para La India en busca de paz interior. ¿Puedes creer algo así?
No, no se puede. Mejor dicho, sí se puede, porque Snash siempre creyó en todas esas cosas de la paz interior. Un pesado.
—Yo puedo ayudar, Rafe. ¿Me dejas cantar? Por favooorrr. —Pongo mi mejor cara del Gato con botas para intentar convencer a este hombre que claramente necesita ayuda.
Me mira, se pasa las dos manos por el pelo ya completamente despeinado y baja la cabeza de nuevo.
—Cariño, sabes que ese tema es tabú por aquí. Si te dejo, Danny me mata.
—No entiendo por qué él no me deja cantar en el bar. Yo canto bien, ustedes lo saben. No les voy a hacer pasar vergüenza.
—Él cree que, si cantas aquí, los tipos van a andar detrás de ti, que eres una chica demasiado inocente como para manejar a esos tiburones.
—¡Qué ridículos! Tengo veintitrés años, ¡caramba! No soy una niña chiquita. Sé defenderme muy bien. ¿Cuándo se van a dar cuenta de eso?
—Sé que ya eres una mujer hecha y derecha, pero Danny te ve a ti y a Jo como si fueran sus hermanitas menores. Eso, para un hombre, es sagrado.
—Es una tontería y lo sabes. ¿Quién va a sustituir a Snash?
—No sé, Julie, no sé.
Me alejo de él echando chispas. ¿Cómo se puede ser tan imbécil? Tengo que hacer algo para cambiar eso.
Me quedo en el bar ayudando a Justin, el barman, a poner las bebidas en orden, hasta que Rafe se me acerca, una hora más tarde, con cara de derrota.
—Estás consciente de que cuando Danny se entere que te dejé cantar, va a acabar conmigo, ¿verdad?
—¿No conseguiste a nadie?
—No, Julie. A nadie. Entonces, ¿puedes hacerlo?
Suelto un grito y me le lanzo encima.
— ¡Uhuuuuuuu! ¡Claro!
Me coloca en el piso y sacude la cabeza, soltando un "Estoy jodido" bajito. Después de eso, se va para la oficina mientras yo hago mi bailecito de la victoria y llamo a Jo y a George, para pedirles que me traigan ropas apropiadas, maquillaje y su apoyo moral.