¿Que más podría salir mal?

1510 Words
   Días antes.  Los días pasaron y cada vez amaba más mi trabajo, había avanzado muy rápido en las correcciones y redacción de los libros asignados. Aún me faltaba mucho por evaluar como la sintaxis, ya que al corregir note ciertos desfases en la trama.  Había pequeños vacíos y mucho relleno, estaba  por casi terminar la edición de ese libro. Me gustaba el título “Entre estrellas, planetas y universos”, una historia bastante fantástica y muy romántica. Mi libro estaba por ser terminado muy pronto, de momento esperaba las propuestas de portadas que había solicitado a los diseñadores de la parte grafica de la editorial.  Me hacía mucha ilusión terminar finalmente los detalles de mi obra, sentía que muchas personas iban a sentirse identificadas y eso era justamente lo que quería lograr. Mostrarles que siempre después de la tormenta y días grises, sale el sol y hace florecer a la naturaleza. Estaba muy concentrada tecleando en el ordenador cuando mi teléfono vibró, lo divisé creyendo que era mi tía para avisarme que ya se iría a casa de mi madre, pero no, era Eric, mi novio. Sonreí y le contesté. —Hola Lucy—dijo apenas descolgué. —Hola cariño, ¿Cómo estás?—pregunté. —No muy bien estoy enfermo, no podré verte hoy—respondió. —¿Y no quieres que te lleve medicamentos o un té? Tenemos mucho sin vernos, si te parece voy a cuidarte—respondí. —No, prefiero no contagiarte o algo—respondió—, Mejor nos vemos luego, ¿Qué tal tú oficina?—preguntó. A pesar de haberle enviado fotografías a su w******p de cómo era mi lugar. —Entiendo, espero que te mejores—respondí—, ¡Es genial! Tiene una excelente vista y todo aquí es increíble. —Me contenta mucho que te guste, debo irme adiós. —colgó sin dejarme despedir. Su actitud cada vez me confundía más, no quería hablar conmigo, no me llamaba como antes, no me atendía el teléfono, siempre estaba ocupado, nunca tenía tiempo, no iba ya a casa y siempre me cancelaba los planes a última hora. ¿Acaso estaba molesto conmigo? ¿Ya no quería estar conmigo y no sabía cómo decírmelo? Mis ánimos decayeron totalmente, no podía concentrarme en mi trabajo. Mi mente divagaba intentando comprender la actitud de Eric. Mi teléfono volvió a vibrar anunciando una llamada, me emocioné creyendo que era nuevamente él. Pero mi tía, Charlotte. —Hola, tía—saludé contestando. —¿Cómo va todo?—preguntó con paciencia, podía sentir todo lo que me sucedía, incluso cuando algo iba mal. —No sé qué ocurre con Eric, me volvió a cancelar…—suspire. —¡Ay mi Lucy! Ese muchacho no te quiere, te lo dije hace tiempo y lo mantengo—respondió—, ¡Estoy segura que está traicionándote! Que te lo digo yo que sé de eso, pero tú no estás para soportar esas cosas. Tú estás para encontrar un hombre de buen corazón, que siempre tenga ganas de verte y cuidarte. No desgastes ese hermoso corazón con un patán.—dijo y asentí a pesar de que no pudiese verme. —Gracias tía, no sé qué haría sin ti—respondí sorbiendo mi nariz, había lagrimeado un poco.—, Pero no creo que Eric me esté engañando, no es mal hombre. Solo debe estar muy ocupado, su trabajo lo consume. —Esperemos entonces que yo sea la equivocada—respondió—, Mi lucyta ya vino por mí el jovencito Ismael, iré a visitar a tu madre. Nos vemos en la noche, cuídate. Y recuerda que vales mucho, eres grandiosa, increíble y la mejor escritora de todo new york—despidió. —Adiós mi guapa, cuídate también. Me llamas cuando estés con mi madre—despedí y ella colgó. Suspire intentando concentrar mi atención  en otra cosa, no podía permitir que una llamada de él desestabilice mi estado de ánimo. Fui a la cafetería y me prepare un café muy cargado, vi a un chico rubio que me miraba con atención. —¿Un café doble en el primer día? ¿Tan mal va?—preguntó y me reí. —¿Qué? No, me gusta el café así—respondí—, Mala deducción, soy Lucy. —Robert, asistente ejecutivo.—respondió presentándose—, Vaya, eres la primera mujer joven que observó tomar café tan espeso y cargado por gusto.—divirtió. —¿Ah sí? ¿Cómo lo tomas tú?—pregunté elevando mi ceja. —No tomó café, soy más de té—respondió. —Eres el primer hombre joven que conozco que no tomé café—divertí y él se rio. —, Te dejo, debo terminar un escrito. —Eres divertida, chica café—respondió mientras seguía preparando su té. Yo tomé mi taza de café y salí del lugar. Cada vez me gustaba más este lugar, las personas parecían ser agradables y muy armónicas. Regresé a mi oficina y me senté admirando la preciosa vista que tenía de todo el central park, me relaje totalmente olvidando por completo el drama de mi relación. Continúe editando la historia y disfrute del texto, reí bastante de las ocurrencias de la protagonista. Amaba la literatura desde muy niña, mi tía me regaló mi primer libro “el viejo y el mar” un clásico sin duda alguna, luego “lágrimas de ángeles” se robó pro completo mi corazón,  pero luego conocí a Gabriel García Márquez con su obra “el relato de un náufrago”. Y así poco a poco me convertí en la devoradora de libros más tenaz de todos los tiempos, leía muy fluido y rápido. Comprendía muy bien los textos y nació mi pasión por la escritura, como era niña amaba la fantasía. Así que escribí una novela romántica de vampiros, era todo un desastre la última que vez que la leí y veía lo mal que escribía. Pero no me rendí, era lo que quería para mi vida y lo conseguí. Mi teléfono volvió a sonar, seguramente era mi tía para decirme que había llegado a donde mi madre. Al ver la pantalla me sorprendí puesto que era un número de teléfono desconocido y privado.  —¿Hola?—contesté. —¿Señorita Lucy?—preguntó una voz femenina. —Sí soy yo, ¿Con quién habló?—respondí. —Le llamamos del hospital central de New York, su tía ha sufrido un terrible accidente y se encuentra entre la vida y la muerte—respondió—, Encontramos su número en su teléfono, así que la llamamos inmediatamente. —Y…ya, salgo para allá—respondí y colgó. La impresión fue tanta que no noté en que momento había soltado mi taza de café, pero estaba rota en muchos pedazos tal como sentía mi corazón en estos momentos. Tomé mis cosas con torpeza y corrí despavorida por el pasillo buscando al asistente del director, debía explicarle que tenía una emergencia y necesitaba irme lo antes posible. Busque a Thomas pero no lo encontré por ningún lado. —¿Chica café? ¿Estás bien?—preguntó deteniéndose frente a mí—, Estás pálida y temblando. —Necesito…irme urgente, Accidente, hospital, mi tía. ¿Le puedes decir al señor Brown?—respondí rápidamente sin darme a entender bien, pero por mí mente solo surcaban esas palabras “Hospital, accidente, mi tía”. —¿Qué ocurrió?—preguntó asustado. —No lo…se, debo irme—respondí rápidamente—, Discúlpame con el señor Brown, por favor.  Corrí nuevamente por el edificio hasta ir al ascensor, la impaciencia me estaba ganando la partida. Me sentía muy desesperada y asustada, rebusqué mi teléfono en la cartera y llamé a mi madre avisándole. Ella entró en llanto y le pidió a su esposo Alessandro que la llevará al hospital. Quedamos en vernos allí, no podía creer nada de esto. Hace unas pocas horas había hablado con ella y ahora no podía estar sucediendo todo esto. Tomé un taxi y le pedí que fuera lo más rápido posible al hospital central, el señor tomó todas las calles alternativas y supero incluso en algunas partes el límite de velocidad. Al llegar le agradecí y baje entrando al lugar, pregunté por ella en recepción y me enviaron al segundo piso.  Me acerque al módulo de enfermeras y pregunté por mi tía. —Lo lamento tanto señorita, acabó de morir hace poco menos de diez minutos—respondió. Sentí como un dolor punzante se posicionaba en mi pecho, me oprimía tanto que no me dejaba respirar con tranquilidad. Muchas lágrimas caían por mis mejillas, mientras me senté en la sala de espera y abrace mis rodillas a mi pecho. ¿Por qué la vida era tan injusta?  Acababa de perder a mi segunda madre, pero se sentía como si fuese la única. Me sentía perdida y profundamente rota, quería verla pero no me permitieron hasta que mi madre llegará.  
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