Capitulo V

1282 Words
Ignacio Duque Sevilla, España. 06 de febrero de 2009, 8:00 am. Estuve varios días estando pendiente de mi paciente favorita en mi clínica, después de atender mis responsabilidades en mi vida como médico y cirujano, me dirijo directamente a la zona de cuidados intensivos para visitar a Samanta, quien ha mejorado notoriamente, pero aún no ha despertado, sigo esperándola pacientemente a que lo haga. Pero me encargue de que recibiera el mejor servicio que puede brindar mi clínica, además, me he encargado de que recibiera un buen tratamiento de parte de los especialistas que cuento en el sitio, llegué a formar grupos de apoyo en beneficio de ella, pero tuve que mover mucho dinero para que siguiese estando aquí, el seguro de Samanta no ha podido cubrir los equipos necesarios de los que ha necesitado, aunque, no me quejo de hacerme encargo de ella. Había llamado a sus padres, sé que Samanta no tiene hermanos y por eso me dirigí directamente a ellos, los he conocido debido a que cuando éramos amigos iba a su casa, jugábamos en su patio y hacíamos la tarea juntos en su biblioteca, esos simples recuerdos me animó en seguir ayudándola. Al haberme encontrado con sus padres en la sala de espera, estos se mostraron muy preocupados por su hija, me entristeció la parte de que ni siquiera pueda dar un mensaje ya verídico, simplemente tenemos que esperar como va evolucionado, por lo menos, estoy dándoles esperanzas de que ella mejorará. Tuve que dejar de lado muchos pasatiempos, que únicamente los llego a hacer cuando tengo tiempo libre, ahora ni cuento con ello. Estoy al tanto de los fármacos que aún se sigue usando, así como de los tipos de tratamiento que está recibiendo, prácticamente, soy quien coordino sus cronogramas de salud en la clínica y sus padres me agradecen por ello. El día quinto desde que ella se ha integrado en la clínica, había dado la orden de que ella tuviese su propia habitación y que fuese decorada por diseñadores de interiores, les dije que no vendría mal las flores, pero sé que Samanta ha preferido las rosas blancas, así que lo costee para que el ambiente sea agradable cuando ella despierte. Lo bueno de que ella tenga una habitación privada, es que cada vez que la visite pudiésemos estar a solas. *** Sevilla, España. 08 de febrero de 2009, 9:00 am. Me localizó en mi consultorio revisando varios archivos en mi computador. Hasta que escucho a pasar a una mujer, por el sonido de los tacones en el piso, ni siquiera tuve el interés de levantar la vista, tenía mucho trabajo por terminar para que esté perdiendo el tiempo. -Hola, mi amor, ¿Cómo estás? – me dice Laura, mientras que me rodea con los brazos. > -Estoy ocupado, tengo que terminar tres informes para esta misma tarde – sigo tecleando en el ordenador. -Ah, ¿Puedes mandarlo a hacer con alguien más? – me dice. -No, lo quiero yo mismo – respondo exasperado. -Ah, no te molestes… Sólo que no tienes mucho tiempo para mí, te la pasas trabajando constantemente, deberías de dedicarme tiempo, soy tú novia… -¡Laura! Estoy estresado, tengo muchas responsabilidades, tengo varios grupos por coordinar, hasta he tenido que viajar pero no lo he podido hacer – respondo tecleando más fuerte en el computador – y hoy tengo que atender seis pacientes con miocardiopatía, ocho con insuficiencia cardiaca y diez con problemas arteriales. -No puedo contigo, eres rico y puedes costear más asistentes, no entiendo… -Yo amo mi trabajo, para esto estoy hecho y tengo una paciente que está en un estado muy delicado – digo irritado – cuando tenga tiempo, te avisaré cuando lo llegue a tener. Ella sale enojada de mi consultorio y hasta tiro de mi puerta al salir, por lo menos, he pedido una puerta que no tenga algo de vidrio o cristal. Hasta que paré mis dedos sobre el teclado del ordenador, para pensar por un momento lo sucedido. > La verdad es que no puedo seguir estando con ella, tengo muchas responsabilidades por atender, he incluso como había mencionado tenía que viajar para atender otros asuntos, pero no quise irme por Samanta, si viese una mejoría en ella yo me sintiese mejor. Pero me limito en esperar a que despierte, como sus padres hacen. Al cambio, yo creo que debería de terminar mi relación con ella, pero esperare el momento adecuado para decírselo. *** Sevilla, España. 10 de febrero de 2009, 10:00 am. Me encontraba en el área de quirófano en mi clínica, estaba realizando una cirugía a un señor mayor con insuficiencia cardíaca terminal, ya requería de un trasplante de corazón. Me concentré en poder extirpar el órgano, poco a poco. Aunque, seré sincero… Aún sigo pensando en Samanta, sí, en estos precisos momentos, como si no tuviese tiempo en hacerlo. Por lo menos, tengo mi asistente a mi lado, es muy atenta en lo que hago. En un principio de mi carrera como cirujano, he tenido problemas en comenzar en abrir tórax de cuerpos fríos y sin vida, pero tenía mucho pavor al ver el bisturí, que es el instrumento que debo de utilizar para cortar. Ya como cirujano estaba titubeando en mi carrera, pero valió el esfuerzo que hice, ahora soy reconocido en varias naciones. -¿Casi termina? – me pregunta mi asistente. -Sí, sólo debo de terminar en extirpar el órgano – respondo. Estaba empezando en sudar, observo que voy muy lento como debo de ser y eso me intranquiliza. Hasta que logré moverme cuando logré pasar en el proceso de trasplantar el corazón hacía el paciente. Esta es mi parte favorita, estoy salvando la vida a una persona, ya que, este órgano es de vital importancia y siempre me había atraído por ser quien bombea en el cuerpo. Además, por medio de allí podemos sentir ciertas emociones, sólo que el cerebro segrega las hormonas. -Vas bien, doctor. -Sí, ya estoy por terminar. Llegué a admirar el órgano en mis manos, es fascinante verlo donde estoy. Me apresuré en colocarlo en su debido lugar, ya que, en las cirugías sólo debe de haber movimientos rápidos y seguros, pero ese es el problema, en la rapidez no es ideal para tomar decisiones, aunque, para esto he estudiado. Mi asistente me ayudo más en el proceso, hasta que terminé mi trabajo y dejé lo demás a los enfermeros. > Salí hacia los pasillos para poder relajarme un poco, me senté en una de las sillas de espera para revisar por un momento el teléfono. Pero escuché la venida de alguien hacia a mí, levanté la vista y era una enfermera joven, al parecer tiene algo que decirme. -Doctor, la paciente que está recluida en la habitación privada de cuidados intensivos, ha despertado por un largo tiempo – me dice. -¿Te refieres a la paciente Fernández? -Sí, tiene que venir conmigo. Me levanté emocionado con lo que había escuchado, me dirigí por allá. Corrí hasta la habitación de Samanta en el pasillo, llegando a llamar la atención de los demás, con una esperanza de que quizás pueda ella recordarme, eso espero… Tengo tantas cosas que decirle. Pero lo que más espero es que su salud vaya mejorando, me asesoraré que llegué a ser así. Sin embargo, a pesar de ser yo quien me había desanimado con Samanta, pero ella al estar cerca de mí, me hace sentir esa dicha felicidad que había extrañado, como había mencionado antes, pero no me canso de repetirlo y mucho menos en sentirlo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD