Samanta Fernández
5 de marzo de 2009, 06:04 pm
Me encuentro como siempre acostada, leyendo un libro de Gabriel García Márquez, sobre la historia de un náufrago que ha luchado por sobrevivir en la adversidad, este tipo de historias me llena de esperanza en mi vida, es alguna lección o reflexión que me ayuda entender que todos en cualquier instancia de nuestras vidas tenemos que saber defendernos y a la vez estar capaces para ello, e incluso de apreciar la vida cada instante, porque mientras que nos quejamos de ciertas cosas de nuestras vidas, otros luchan por seguir existiendo.
Estuve tan concentrada en mi historia, pero me llamó la atención la visita de una mujer hacia mi habitación, la desconozco completamente, quizás se haya equivocado de sitio.
-Hola, ¿La puedo ayudar en algo? – me expreso amablemente.
-No, no creo, ¿Eres la nueva novia de Ignacio? – me observa detalladamente.
Su mirar me indicaba que ella no tenía buenas intenciones, ni mucho menos querer ser amable conmigo. Sus ojos amarillos me observaba cautelosamente y esperé su pronta reacción.
-Sí, lo soy… ¿Usted quién es? – elevo más la cabeza.
-Ah, me llamo Laura, soy radióloga de la clínica… También he sido la ex novia del dueño también – se acerca a mí, tan sólo un metro de distancia.
-¿Qué quieres? No pareciera ser que vienes por una inocente intención – me siento en la cama.
-Bueno, sólo quería ver por quien me había cambiado Ignacio… Pero veo que no eres gran mujer, para decirlo de esa forma – me mira con desdén – no tienes un cuerpo admirable, ni mucho menos eres reconocida… No entiendo porque Ignacio te haya elegido – estira los labios.
-Ya veo porqué de ti se alejó – respondo.
-¡Ah! ¿Quién te crees? – se colca la mano en la cintura – no puedo creer que Ignacio me haya dejado por alguien como tú.
-Y lo mejor de todo, es que realmente me quiere es a mí – le sonrío.
-¡Me acabaste la paciencia! – ella tiene ganas de estrangularme.
-¿Pero qué quieres? ¡No te entiendo! – elevo los brazos.
-Quiero que sepas, que no dejare a que tengas a Ignacio… ¿Tienes idea la cantidad de mujeres que quiere estar a su lado? Tuve la suerte de haber estado con él, mis amigas hasta me elogiaban por el éxito que había logrado, mi vida hubiese cambiado – se cruza de brazos – pero creo que tú no lo ves de esa forma.
-Yo conozco a Ignacio hace mucho tiempo, hasta éramos compañeros de clases en la preparatoria… Podría decirse que él me quiso hace mucho tiempo, no fue como tú crees – niego con la cabeza.
-Pues, el amor juvenil es inmaduro, dura poco, el algo irracional…
Ella simplemente busca formas de hacerme pensar que mi relación con Ignacio no valdrá la pena, sólo quiere estropear mi estado de ánimo. Además, creo que por aparentar ser un ángel de Dios piensa que soy algo tonta o quizás algo peor.
-Ah, comprendo lo que dices, pero hasta ahora queremos intentarlo, no creo que por muy bella que seas puedas llegar a detenerlo – arqueo mi ceja.
-No se sabe, ya sabes cómo son los hombres, son egoístas, lujuriosos y arrogantes – suaviza la voz.
-Sí, tienes razón… Pero confío mucho en Ignacio, no creo…
-¿No crees? ¿Qué no crees? ¿Qué él no te engañaría con nadie? Si llego a reemplazarme por ti, es obvio, que después lo hará contigo… Un hombre como él, que le llueve las mujeres por todos lados, sería una tentación no llegar a hacerlo – me sonríe – así que, no pienses que en estos mismos momentos, él no te esté engañando con otra mujer.
No evite decaerme, me pareció tener ella algo de razón. Además, fui tonta al creer que Ignacio era un hombre soltero por falta de candidatas.
-Te diré algo más, también creo que no eres una mujer escrupulosa y pretenciosa – me escanea con los ojos – por eso, te diré que no vale la pena a que estés con un hombre tan arrogante, presumido y prepotente.
-Bueno, conmigo no lo es, hasta lo conozco más que a sí mismo.
-¿No te vas a rendir? ¿Verdad? Porque te estoy explicando…
-No necesito a que me expliques nada, más no le diré nada Ignacio lo sucedido, es una completa estupidez lo que está pasando – elevo los brazos.
-Pues, todo lo que uno llega a tener debe defenderlo, porque siempre habrá alguien que quiere quitártelo, así de simple – me sonríe – te deseo suerte, Samanta.
-Igual a ti, necesitas de mucha ayuda.
A veces puedo recuperarme de un mal rato en poco tiempo, porque ella es tan pésima cizañando. Creo que más bien me estoy divirtiendo de esta situación tan vergonzosa, ¡Al fin! Hoy en mi día hay algo de drama e interés, es lo que adoro de las historias, la típica villana que quiere verte fracasar en tú vida, porque considera que la suya es menos importante, así es la perspectiva que todo escritor tiene.
-Ah, eres sarcástica – se ríe de mí y da la media vuelta.
La vi salir de mi habitación, con un andar de satisfacción propia, hasta podría pensar que planea algo ahora mismo. No me preocupo por nada de lo que ha pasado, confío mucho en mi novio, tanto que no me ha convencido esta persona. Aunque, no puedo evitar en pensar la parte de me ha dicho sobre la tentación que tiene cada hombre, tiene razón en esa parte, pero espero que Ignacio no llegue a hacerlo conmigo… Mi corazón no lo soportaría.
***
8 de marzo de 2009, 08:00 am
Me siento muy emocionada al saber que ya pronto saldré de la clínica, sé que debo de seguir medicándome en casa, pero creo que nuevamente puedo retomar mi vida, pero más despacio esta vez. Recordé que Ignacio me propuso irme con él a Inglaterra, no me parece mala idea, además, iré con mi médico y cirujano cardiovascular a la vez, creo que estaré muy segura estando junto a él, es obsesivo y meticuloso con mi cuidado, creo que lo haría mejor que cualquier persona, es lo que adoro de Ignacio siempre se preocupa por mí.
Me levante de la cama, esperé a que alguna enfermera me indicara que estoy de alta, pero creo que esta vez no es necesario.
-Hola, hola… ¿Cómo estás? – usa su voz cantarina
-Hola, Ignacio… Estoy bien – espero atenta su respuesta.
-Me imagino a que estas esperando a que te diga lo más esperado por ti – levanta la comisura de sus labios.
-Si, por favor, me quiero ir – me siento en la cama.
-Bien, estas de alta.
No duré ni el primer minuto más en la cama, me levante enérgicamente, quería sentirme de nuevo con vida.
-Samanta, tomate las cosas con calma – me sugiere – recuerda que sigues…
-Sigo estando algo delicada, sólo que esta etapa es con medicación – lo interrumpo - ¿Es así?
-Sí, exacto, el punto es que no debes de apresurarte.
-Está bien – pongo los ojos en blanco.
-Hey, no me trates así… Te conozco, eres a veces impulsiva.
-¿Impulsiva?
-Sí, así como la vez de cuando te había dicho de que parecías una vez a la chilindrina de la serie de comedia que antes veía, por tener esos típicos moñitos que usabas en séptimo grado, y el día después te había visto con el cabello más corto – empieza a reírse de mí – por mi culpa te habías cortado el cabello.
-¡No te burles de mí! Por lo menos, empecé a gustarme tener el cabello corto, me siento más ligero con ello – me cruzo de brazos.
-Ah, sí, tienes razón – se acerca hacia a mí.
Nos dimos un beso, inicio él en acariciar las mejillas de mi rostro y yo entrelazar mis dedos sobre su cabello. Cada demuestra de afecto que nos dábamos me hacía sentir más especial, olvidando toda clase de miedos, podría afirmar que es uno de los mejores momentos que estoy pasando, y que es lo que siempre había esperado, llegar a sentir la otra persona profundamente.
-Eres mi musa – acaricia mi frente con sus labios.
-Oh, ¿Tan romántico eres? – le sonrió.
-Bueno, me digno en serlo contigo.
-Quiero ir a casa, tendré que preparar mis cosas para irnos a Inglaterra, es dentro de poco la fecha – me alejo de sus brazos.
-Me alegro de que vayas conmigo de viaje, así podremos estar más tiempo juntos – me mira afectuosamente.
-Yo también pienso igual, fue largo el tiempo que pasamos sin estar juntos – me dice.
-Todavía me duele el hecho de que haya pasado… Pero ahora aprovecharé cada segundo que estaré contigo.
-Comparto tú idea, iré a cambiarme de ropa – le indico – no puedo salir de la clínica en esta bata.
-Ah, me retiro… Te llamo más tarde – camina hacia la puerta.
-Ignacio.
-¿Sí? – da la media vuelta.
-Gracias por haberme cuidado, antes nadie había insistido en la misma forma que tú lo hiciste.
-Sé que soy algo obsesivo, pero lo hice para que te mejoraras.
-Lo sé, por eso te doy mi agradecimiento – coloco mi mano en el pecho.
Él me sonríe y me imaginé él queriéndome mucho más de lo que hacía. Es como lanzarme de un barranco, al precipicio más hondo y oscuro, desconociendo lo que hay en el fondo, de ese modo, puedo expresar ciertas relaciones amorosas, tengo miedo de lanzarme a ese dicho barranco, pero quiero saber hasta dónde se puede llegar todo esto.
-Después te veo – sale de la habitación.
Me dirijo al baño para cambiarme de ropa, tengo un bolso que contiene mis partencias que me había dejado mis padres, hasta ellos pudieron llamarme, para decirme que me recogerían para llevarme hacia mi departamento, me pareció genial, ya que, no creo que pueda salir sola por ahí. Al verme en el espejo del baño, me observe muy pálida y más esbelta que antes, opte por ponerme un vestido azul con lunares blancos y unos zapatos bajos, quizás me sienta bien con mi apariencia después de una semana.
Aunque, ahora mismo en estos momentos pensé en Laura, también en la última estupidez que hizo, eso me hace preocuparme pero a la vez siento que es innecesario. Pero sin duda, no es bueno subestimar al enemigo y mucho menos que haya perdido la razón por completo. Salgo de la habitación, sintiéndome un poco desinteresada de mi entorno, pero tengo esperanza de lograr lo que me propongo, quizás yo me siento así debido a la condición que padezco.
Apenas al estar en los pasillos de la clínica, he llegado a llamar la atención de los demás, como soy la novia del jefe de los empleados, quieren hasta saber el último detalle de mí. Hasta pude ver a Laura pasar de mi lado, pero podía sentir en ella una vibra negativa que me decía todo en referendo hacia el odio que me tiene a mí, simplemente la ignoré. Aunque, prefiero huir de todo lo que me ha hecho pasar por un mal rato, mejor dicho, todo lo que quiere verme infeliz. Ahora que está Ignacio en mi vida, me siento más contenta por ello.
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