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Mujer al Poder

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Blurb

Alguien dijo un día: “Las mejores revoluciones empiezan con una simple pregunta”.

Lo que no saben es que ese alguien soy yo, Iris, una mujer que no tenía apellido, una mujer como las demás que se dedicaba a tejer y sonreír como si no fuésemos apartadas, una mujer con hambre de conocimiento y que a punta de lucha, valentía y ambición revolucionó todo un reino.

Pero no soy una simple mujer. No salí de las cenizas como un ave Fénix, yo ya era el ave Fénix. Una princesa rebelde, ambiciosa, con metas claras y cansada de no ser escuchada.

Mi idea era liberarme de la cruz que era ser princesa y mujer con ansias de hacer lo que los hombres han hecho desde que se tiene conocimiento de la humanidad; leer, escribir, viajar, opinar, trabajar, decidir a quien amar. Pero no contaba con poner en una balanza mi corazón, un pirata y un príncipe, un ladrón y un caballero, un seductor con ansias de explorar tierras y un honorable con deseos de gobernar. ¿Y si cambiamos esa “y” por una “o”?

Dos hombres, un futuro.

Antiguamente era solo Iris la princesa de Nesta, ahora soy Iris Libertad, la primera mujer al poder de un reino.

¿Quieres saber mi historia? Adéntrate a Mujer al Poder y cree en el poder feminista y del amor propio.

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Capítulo I
Una persona feminista es cualquiera que reconozca la igualdad y la plena humanidad en mujeres y hombres. Iris Les contaré una historia. Había una vez una dulce y delicada chica que amaba sentarse junto a su madre en su balcón a tejer, esa chica era una princesita, la consentida del hogar y el orgullo de los estrictos reyes. Esa chica no era yo. —¿Qué carajos estoy haciendo? —mi madre resopló y contesto sin ánimo. —Estas tejiendo y deja de decir groserías, eso no es propio de una dama y menos de una princesa —la miré a ella y luego al intento de tejido en mis manos. Era un desastre. No. Era peor que un desastre. —No hablo de lo que estoy haciendo ahora, yo … me refiero a mi vida, ¿Qué carajos estoy haciendo con mi vida? —No empieces con tus ideas raras —voltee los ojos. —No son raras madre, las mejores revoluciones empiezan con una simple pregunta y yo quiero eso —sonreí mirando al horizonte. « Quiero revolucionarme, saber hasta dónde puedo llegar por mis propios medios ». —Aja, ¿Le declararás la guerra a tu padre? —borré la sonrisa. —Sabes como arruinar el momento —dejé caer mi espalda a la silla y retomé la labor del día. Y del día antes que éste y del día de mañana también. Los pondré en contexto. Nesta es mi hogar, es un hermoso y próspero reino donde mi padre el rey Ilkay Nesta es la máxima soberanía y el representante de nuestro hogar ante los demás reinos. Mi padre es el rey de reyes; soberano de soberanos; el más listo, perspicaz, astuto, ingenioso y sabio rey de todos los tiempos, donde nadie le ve el más mínimo defecto excepto yo. —¡Agh! —dejé el tejido sobre la mesa y me crucé de brazos haciendo … —Boca de pez —me giré hacia mi madre quien suspiró y soltó también su tejido para tomarme de las manos —, hija, tienes que aprender a hacer estas cosas —ya sabía hacia donde se había dirigido la conversación pero aún así la dejé terminar —sino cuando te cases con un duque vas a parecer que no sabes hacer nada —me acerqué a ella para hablarle en secreto. —Pero se hacer muchas cosas, que no me guste tejer no significa que no haga nada —ella negó palmeándome la mano. —No puedes ir por ahí diciéndole al pueblo que sabes leer y escribir, eso no está bien. Y he ahí el gran defecto, pero no es solo de mi padre, es de la mentalidad ignorante que se ha pasado de generación en generación, desde mi tatarabuelo hasta mi padre, y eso es … insufrible. Las mujeres no podemos leer ni escribir, ni opinar de ningún tema en el mundo salvo si estamos en la cama de un hombre o en la cocina. Te preguntarás entonces « ¿Por qué la princesa que debe dar ejemplo al pueblo sabe leer? ». Bueno, el culpable de eso es Koray Nesta, mi hermano mayor. —Lo que no está bien es pensar que somos menos que un hombre porque no es así, madre, yo podría incluso … —me cortó. —Basta —se puso de pie enojada —, ya hemos hablado de esto muchísimo y estoy harta de que sigas insistiendo en hacer otros oficios que solo les compete a los hombres del hogar, eres una señorita a punto de llegar a su mayoría de edad y contraer matrimonio con un duque que te dará buena vida —tomó los tejidos de mala gana y se alejó aún hablando —, y si no dejas de departir estos disparates le diré a tu padre —desapareció dejándome sola y desinflada. Y ella es mi madre, Elara, una madre increíble, esposa fiel y la perfecta doncella sumisa para un rey dominante. La reina Elara no posee apellido, no es Elara Nesta o Elara Barclay, es solo Elara, así como yo soy solo Iris, y así como cada mujer de mi reino es solo un nombre, no dos ni tres o algún apellido, es solo un nombre para pasar desapercibidas, solo porque nosotras no hacemos historia, somos el relleno en un mundo de hombres. —¿O través te regañó? —suspiré y me giré sin ánimos asintiendo —Tienes que dejar de insistir —se sentó en la misma silla que mi persona atrayéndome en un abrazo. —Ni siquiera me dejó decirle que no me quiero casar con alguien a quien no le tengo el más mínimo afecto y aparte es un viejo perverso —se río moviéndome sobre su pecho. —Eso no lo sabes —me separé para mirar sus profundos ojos verdes. —Lo sé Mahruk, mis padres están cansados de mí y me enviarán con el primer viejo que aparezca —negó tomando mi rostro entre sus manos. —¿Crees que alguno de los tres lo permitiríamos? —Es el rey, hace lo que quiere —volvió a negar. Mahruk Nesta, el tercero de mis hermanos mayores y el más rebelde de los tres, pero no tanto como yo. —Si padre te escucha va a cumplir lo que dices —mi segundo hermano mayor llegó con un plato de sandías. —Que no lo permitiremos —declaró Mahruk tomando un trozo de sandía. —¿Le declararás la guerra a padre? —arrugué mi nariz al percatarme de lo mucho que Nash se parecía a mi madre. Acá te lo explico mejor. El mayor de todos es Koray, el líder por naturaleza, el amado del pueblo, primogénito y sucesor de la corona, el orgullo de papá excepto cuando me enseñó a leer al escondido y luego todos se enteraron cuando enojada leí en voz alta un pergamino confidencial. Le sigue Nash, el del medio de los tres, consentido de mamá, astuto al punto de ser un sicópata en potencia, atento y la mente detrás de las decisiones que Koray a tomado para el pueblo. Y por último Mahruk, rebelde, dulce, tierno pero experto en lucha cuerpo a cuerpo con espadas o simples golpes. Él tiene ese doble sentido de saber si estás mal, bien o eres un traidor, él así de dulce como lo vez también da miedo. Los tres dan miedo de hecho, y aunque todos se llevan de a un año tienen el mismo cabello castaño, ojos verdes y piel blanca. Son los típicos príncipes que derriten hasta un glaciar, mientras yo, dos años menor que Mahruk, soy delgada, cabello azabache, ojos grises y la misma piel blanca. Cuando nos juntamos parezco la mancha entre la perfección. —Por el bien de mi hermana ¡Si! —sonreí a Mahruk y lo abracé. —En ocasiones me arrepiento de haberte enseñado tanto —y he ahí el mayor de todos. —¡No lo hagas! ¿Qué sería de mi vida sin los libros de cartografía? —todos negaron observándome como si tuviese una oreja en la frente. —Si dices eso en voz alta delante de nuestros padres me van a desheredar —tomó también un trozo de sandía. Me quedé observándolos mientras comían, reían y juzgaban mis pensamientos poco convencionales. Ellos son mis tres mosqueteros y estaba segura de que en algún momento estarían de acuerdo conmigo, incluso mi madre. —Lo decidí —los tres se giraron hacia mí —, le declararé la guerra a mi padre —se quedaron como estatuas. Koray dejó caer la sandía, Nash escupió una pepita y Mahruk se río. —La hemos perdido —Nash tomó un trozo de sandía y la incrustó en mi boca. « No mis queridos, la batalla por mi libertad apenas comienza ». No dejaría que me entreguen como un saco de papas a otro ser humano; no dejaría que mi espíritu adolescente se marchitara por resignación a amar a un hombre que ni su rostro conozco; no dejaría de hacer lo que a escondidas encontré como satisfactorio, el dibujo y los mapas. ¿Y saben qué más no dejaría? Que decidieran mi vida, porque soy una princesa, pero no una típica princesa y lucharé hasta con el mismísimo Lucifer por mi igualdad y libertad. Porque soy Iris, princesa de Nesta y la consentida de mis hermanos. Una rebelde y hermosa princesa.

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