Capítulo 2

1609 Words
No pude dormir en toda la noche, esa idea de comprometerme y casarme se ha plantado en mi cabeza, sabía que era algo que debía hacer pero no lo esperaba de esta manera, tan rápido sin un previo aviso. - Su alteza, su padre lo espera en el gran comedor para desayunar. – Dice Dorotea, una de los sirvientes que me ayuda en casi todo lo que necesito. Algunas veces creo que el trabajo que hacen todas las personas que están aquí es agotador y requiere de mucha responsabilidad, la verdad no sé qué sería de mi vida sin ellos, no podría valerme por mí mismo. - ¡oh claro! Dígale a mi padre que en un momento lo acompañaré.  Salgo de mi habitación ya listo con el mejor atuendo para emprender mi viaje, trato de verme seguro y tranquilo pero en mis adentros las emociones se están apoderando de mí.  - Bienvenido su alteza, espero que disfrute plácidamente estos platillos, su majestad el rey ha pedido preparar esto para usted.  – August me recibe como todos los días, pero mi padre no está. Me detengo a observar la comida que exponen ante mí, cabe resaltar que la cocina de la realeza es refinada y sobre todo opulenta, los platillos consumidos en el reino se alejan a todas las posibilidades de ser degustados por otras clases sociales inferiores; los costos de la variedad de platos preparados tienen una elevada suma de realines.  - Muchas gracias August, deleitaré mi paladar con tan exquisita comida. - El día de hoy tiene ante usted gastronomía francesa e italiana; su padre el rey Harald ha pedido preparar para usted una sopa de consumado, contiene pichones con sustancia, por aquí tenemos un lomo de ternera, una polla rellena, popietas a la italiana, una torta de crema y hortalizas. -  la gastronomía de la realeza es alta en propiedades, teniendo en cuenta la dieta que maneja cada m*****o de la familia real, el cocinero tiene un cargo importante, el hecho de alimentar al rey requiere de muchas habilidades, por eso tiene cierta autoridad dentro de los demás ayudantes y personas que se encuentran en la cocina, además no existen muchos cocineros preparados para estos cargos.  - Ya puedes retirarte August, una vez más, muchas gracias. – intento comer todo lo que está en la mesa, el saber que mi padre ha pedido preparar esto para mí me llena de mucha alegría, termino un platillo con ansias e inicio con el siguiente olvidando protocolos y buenos modales en la mesa, hoy más que nunca me ha parecido la comida más deliciosa que he probado, sin importar cuantas veces ya los haya comido.  - Su alteza, su carruaje está listo, el señor secretario real lo espera. – Dorotea es como mi niñera, casi que una sombra que está siempre a mi lado por si necesito algo.  En mi viaje me acompañarán ocho personas que estarán al pendiente  de mí; mis atuendos, equipaje, alimentación, entre otros,  los cocheros; quienes se encargan de dirigir los carruajes, Frederic que será mi mano derecha y demás personas con las cuales no tengo contacto, pero se encargan de ir al inicio de nuestro recorrido en sus caballos con banderines anticipando mi llegada, alertando el estado de las rutas, y otro grupo al final de los carruajes para preservar la seguridad. En este viaje pedí un poco más de privacidad, es por eso que no hay tantas personas cuidando de mí como de costumbre.  Mi transporte se distingue de los demás; se conforma de una caja grande semicircular, es de color n***o brillante y dorado en todos sus detalles, tiene acabados tallados en madera, cuatro ventanillas de cristal fino y cuatro ruedas grandes que le dan un mayor tamaño que al resto, se encuentra suspendido por correas que conectan directamente con las bestias de tiro, de esta manera son conocidos los animales de transporte. En mi carruaje solo voy acompañado por Frederic.  - En la mañana creí que mi padre estaría en el gran comedor. – pregunto a mi acompañante algo curioso. - Su majestad estuvo en el gran comedor – Responde mientras observa el paisaje por la ventanilla de cristal. - ¿Por qué no me ha esperado, tanto le disgusta mi compañía? Su único hijo parte a un largo viaje y no se despide, solo con verlo era suficiente, no tenía que pronunciar una sola palabra, ya me acostumbré al silencio, tanto que hasta olvido en momentos el tono de su voz. – Me desahogo y siento que debo tomar aire para no romper en lágrimas. - Algún día comprenderás a tu padre, aun eres muy joven Arthur. – cada vez que Frederic me habla de forma cercana me siento en la confianza de ser yo, sin tanta presión.  - No podré entenderlo si nunca me dirige la palabra, no me ve a los ojos por más de cinco segundos.  - El ama tus ojos azules, tanto que no puede verlos por mucho tiempo. – Cada vez me siento más confundido. - A veces me pregunto cómo hubiera sido mi vida si mi madre estuviera conmigo. Quizás mi infancia tendría recuerdos más allá de clases, de mis tutores, de la soledad…  - Todo tiene una razón de ser mi querido heredero al trono, tu madre fue una mujer ejemplar que se ganó el corazón de todas las personas de Arán; lo más importante, gracias a ella existe un príncipe que podrá gobernar estas bellas tierras, tu eres un ser afortunado, muchos quisieran ser tú en este momento.  - Tienes razón – cierro mis ojos e intento darle un giro a mis pensamientos, buscar el lado positivo, yo puedo, soy un hombre capaz. Luego de media hora pido que detengan los carruajes, me urge tomar un poco de agua, el día está un poco soleado y no me hace bien este clima. Clemencia, una de las sirvientes más joven llega junto con dos mujeres más, preparan un vaso de agua para mí y en una bandeja unos paños húmedos para hidratar mi piel, descanso unos minutos y seguimos nuestro viaje.  - Trata de dormir, aún nos queda un poco más de nuestro camino para llegar al primer destino. Me recuesto un poco y cierro los ojos, aunque aún muy consciente, por ocasiones los abro y observo el paisaje hasta el punto de dejar la mente en blanco, tras varias horas de viaje ya podemos ver que el sol le ha dado  paso a luna y siento como la velocidad del carruaje es cada vez más lenta, Frederic observa a través del cristal y a lo lejos se escucha a alguien dar aviso que estamos entrando a las tierras de la Macarena, lo que quiere decir que estoy pronto a conocer a la primera mujer seleccionada por mi padre. - He olvidado el nombre de la joven a quien veré, tal vez debas ayudarme con eso. – le digo a mi compañero de carruaje mientras el mira un pequeño manuscrito que siempre lo acompaña. - Es Diana Isabelle Sofia de Charlestom, es hija del rey David VII, es la mayor de cuatro hermanos, la joven sabe tres idiomas, se ha especializado en las artes; escultura, modelado, pintura y dibujo. – Frederic hace una pausa para guardar nuevamente su manuscrito en un bolsillo interno de su abrigo - El rey David lo ha invitado cordialmente a su palacio para que pase allí la primera noche de su viaje, una vez en el palacio de Charlestom puede recostarse unos minutos que nuestros sirvientes se encargaran de lo demás, el cocinero ha enviado las indicaciones de su dieta alta en propiedades para que su salud este al máximo durante nuestro recorrido. Al llegar al palacio de Charlestom fui recibido con un gran banquete, ese espacio para descansar no lo tuve, de inmediato me llevaron a una de las habitaciones reales y a las demás personas que me acompañan fueron alojados en las habitaciones del personal del palacio. Dorotea con la ayuda de una joven sirviente del palacio preparan mi baño. - Joven príncipe, ya puede tomar su cálido baño - Muchas gracias Dorotea, no sabes cuánto anhelaba un relajante baño. - Debe estar agotado; trate de descansar un poco, le sentará muy bien. La mujer sale del cuarto de baño para preparar mis atuendos para el banquete; cierro mis ojos por un tiempo prolongado y respiro con tranquilidad intentando canalizar mis emociones. Esta noche las prendas que me vestirán serán un conjunto que resalta la figura de los hombres de la época; hombros anchos y cintura ceñida; el chaleco que llevo es de color n***o de cola larga con doble botonadura de color dorado, camisa blanca con volantes en la pechera, de pliegues finos y bien estilizados, cuello alto con los puños que sobresalen un poco del chaleco, pantalones levemente holgados del mismo de tejido del chaleco y tiene el corte de la cintura alto, mi vestuario se complementa con un accesorio más y es un sombrero de copa alta de color n***o. - Su alteza, luce usted muy bien – dice Dorotea mientras acomoda los pliegos de mi camisa. Ella fue la persona que asignaron para cuidar de mi desde que era un niño, su juventud la ha dedicado a estar al pendiente de un príncipe que a veces puede ser exigente y egocéntrico, pero las personas que siento más cercanas a mi como ella y Frederic solo ven el lado humano, real y perfecto del heredero al trono de Arán. - Su alteza ya lo esperan en el salón principal – me informa Frederic quien luce elegante y recatado como de costumbre.                  .  
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