Capítulo 3

660 Words
–Que disparate, no te la puedo creer. –No me voy a enamorar de ti, no jodas, ya lo hablamos, los dos nos divertimos. –Si pero esto ya no me divierte. –Creo que me voy a ir, ya me harte de pelotudeces. En un rincón, German la vio irse, estaba seria. La siguió pero ella ya se había ido, bajo la cabeza, sin la esperanza de volver a verla. Vanina estaba manejando hasta su casa, a la media hora, estaciona su auto en el garaje y baja del auto. Agarra las flores del asiento de al lado y entra a la casa. Camina hasta la cocina, agarra un florero y lo llena con agua, coloca las flores en el florero. Camina hasta el comedor para dejarlo en la mesa pero antes huele el aroma, recordando el momento cuando vio al hombre. –Son para usted, señora Clement. Sonríe y las deja en la mesa. Escucha el ruido del teléfono de línea y corre hasta el pasillo de la entrada. – ¿Hola? –Hola Vani, perdón por no poder ir pero Alejo se siente mal y tuve que llevarlo al hospital. – ¿Qué le paso? –Asustada. – ¿Esta bien? –Si, solo un poco de fiebre, estuvimos unas horas en la guardia. –Mañana los voy a visitar. –Sonríe. –Te esperamos. Corta la llamada y se acuesta sobre el sillón, agarra un libro y se pone a leer un poco antes de ir a dormir pero escucho el timbre, sin ganas, tuvo que levantarse y caminar hasta la puerta. – ¿Qué haces aquí, Antonio? –Lo mira. –Ya es muy tarde. –Estuve pensando y tienes razón. Se acerca a ella y la besa con agresividad. Al otro día, German se despierta temprano para ir a trabajar, se baña rápido, apenas termina de vestirse y desayunar, sale de su casa. El trabajaba en la empresa de su padre, lo ayudaba lo más que podía y en estos últimos años, había aprendido mucho, en esos años, también se había recibido de abogado. Entro a la empresa y su padre lo estaba esperando en su oficina. –Hola padre. – ¿Cómo la pasaste ayer? Tu madre esta muy molesta, odio que se deje llenar la cabeza por Mónica. – ¿Le dijo del desfile? –Todo, no tienes que explicar nada, por mi puedes hacer lo que quieras pero sabes que tu madre quiere mucho a Mónica. –Pero yo no y es mi vida, mi madre tiene que entenderlo y aparte, solo fue un desfile. –Eso díselo a tu madre, ya te dije que es tu vida. –Lo mira. – ¿Y como es? –Es hermosa, papá. –Sonríe. –Cuando la vi, sentí que mi corazón se agitaba, es más hermosa en persona. –Sus ojos se iluminan. –Si lo escucha tu madre. –Bromea. –Le di un presente y pude hablar un poco con ella pero Mónica nos interrumpió. –Ya me tiene harto. Vanina toco el timbre y su amiga la recibió con los brazos abiertos. –Hola Sandra. –Hola Vani. Las dos pasan a la sala, donde el pequeño Alejo estaba jugando en el piso. –Ya esta mucho mejor, esta inquieto. –Si. –Se ríe y lo alza. –Esta grandote y hermoso. – ¿Cómo te fue ayer? Vi los diarios y dijeron que fue un éxito. –No leí los diarios, no tuve tanto tiempo pero si, me fue muy bien, la prensa estaba muy contenta. –Me alegro un montón, estabas hermosa. –Eso lo dices porque me quieres. –Bromea. Los 3 almorzaron y Vanina jugo un rato con Alejo en el suelo. –Si la prensa viera a Vanina Clement jugando en el suelo, con lo fina que es. –Dice Sandra. –Ay cállate. –Animada. –Tengo que consentir a mi ahijado. –Besa su cabecita. Más tarde, eran las 4 de la tarde, se despidieron y Vanina cruzo la calle, busco las llaves del auto cuando sintió que alguien la agarro suavemente del brazo. –Señora Clement. –Dijo German. –Que casualidad verla. Sus ojos se encontraron y Vanina vio un brillo en los ojos del hombre. German estaba muy inquieto, la soltó y sonrío. – ¿German? –Se acuerda de mi nombre. –Tengo mucha memoria, no me trate como una superior y llámame Vanina. –Animada. –Más informal. El se ríe y asiente. –Esta bien, Vanina. –La mira. –También le quería pedir disculpas. – ¿Por qué? –No entendía.  
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