El bosque ofrecía frutos y bayas comestibles y de vez en cuando aparecía una fuente de agua fresca por lo que, aunque los víveres que llevaban de reserva comenzaban a escasear, no era posible padecer hambre ni sed. Incluso la temperatura se había hecho más agradable y ya no necesitaban llevar encima los anoraks. El quinto día de camino, saliendo del espeso bosque, se encontraron con un ameno valle, en el fondo del cual vieron su meta. El templo era una construcción muy antigua que se había mantenido intacta durante el curso de los siglos y de los milenios, construido como estaba sobre la sólida roca en un lugar inaccesible a los comunes mortales. Lo que suscitó el estupor de las dos mujeres fue la central hidroeléctrica que se entreveía por la parte de atrás del templo. Una cascada, con l

