CAPÍTULO 4

1116 Words
POV ELLIOT.  El jeque Amin Ahmad es un hombre duro que dirige su pequeño imperio con mano de hierro. Es la persona con la que quiero hacer negocios y poder ver mi resort en medio oriente. Si deseo que eso suceda. Él es el indicado. Sin embargo, hay un detalle que está impidiendo eso. Pero no pienso rendirme. Lo necesito como socio para el complejo turístico que quiero construir en Dubai. Luego de una extensa reunión me dejo claro lo que piensa. Y, descubrí que, a pesar de su éxito, el hombre piensa de una manera que me dejo casi sin esperanzas. «Stanton. Un hombre de familia, un esposo, tiene más que perder. Está comprometido sobremanera. Por eso me gusta hacer negocios con ellos. En cambio, los solteros… si pierden dinero no tienen que preocuparse por el mal manejo de sus activos.» Sus palabras echaron por tierra todos mis planes. No soy un hombre de familia. Ni siquiera tengo una pareja estable. No desde… Las mujeres con las que acostumbro salir no piden más que lo que puedo darles. Dinero, buena vida y una vida s****l que nos complace a ambos. Pero ninguna con la que fingiría lo que tengo en mente. Porque sí, soy capaz de vender mi alma al diablo por tener ese negocio. Cuando pensé que mis planes se venían abajo apareció la oportunidad para hacer realidad mi meta más próxima. Aria Hamilton. La mujer con la que tuve una relación tres años atrás y la misma que me odia. Una sonrisa tira de mis labios. Sin embargo, sabe que luego de su escándalo más reciente, soy su única opción. Es una situación gana-ganar. Ahora tengo una propuesta que hacerle a la mujer que sigue siendo tan hipnótica como la recuerdo. Las vallas publicitarias, definitivamente, no le hacen justicia. —¿Señor? Giovanni, mi conductor, me saca de mis pensamientos. Me encuentro con su mirada a través del espejo retrovisor. —A la oficina —digo mirando por la ventana hacia la casa de la bruja de ojos azules con la que me acabo de reunir. Asiente y se pone en marcha. —Ven por la señorita Hamilton a las ocho—. Espeto—Llévala a mi ático. Sin más, Giovanni conduce al edificio donde manejo mi negocio. “Stanton Technology” es por lo que vivo, es lo que me mantiene en la jugada. Siempre se me dio la tecnología. Así que decidí explotarla. Sin embargo, La inversión y el desarrollo de resort ha estado en mi mente desde que tengo razón. Y estoy a punto de conseguirlo. Solo me falta convencer a Aria que sea mi cómplice. Ella me odia y no puedo culparla. Lo que hice en el pasado no es algo de lo que me siento orgulloso. No obstante, era algo que debía hacer, no me quedo más opción. Ahora la situación es diferente. Ahora tengo un poder en esta ciudad que es notorio, y puedo doblegar y persuadir a mi antojo al que sea. Ahora el juego ha cambiado y nadie me hará desistir de lo que quiero. Cuando encontré a mi asistente hablando sobre la noticia de Aria en Twitter no pude resistirme y lo busqué. Al principio me quedé mudo. Eso antes de que una carcajada brotara de mis labios. Ella sigue siendo esa fuerza de la naturaleza que conocí. No esa mujer sumisa y bien portada que aparenta frente a todos. No, yo conozco a la verdadera Aria impetuosa y apasionada. Bueno, eso quiero creer, que aún la conozco. No tardamos nada en llegar a mi oficina. —¿Dónde estabas? Amílcar quiere saber cuándo podrá acceder al sistema de su fábrica. Miro a Kim, mi mano derecha en la empresa. Paso a su lado y camino hasta mi oficina ignorando al resto del personal. —Acaso Luis no está a cargo de eso, ¿Por qué querría hablar conmigo? —Sabes lo quisquilloso que es Amílcar. Me siento detrás de mi escritorio y detrás de mí, la imponente ciudad de Nueva York se puede ver. Kim, toma asiento en la silla frente a mí y echa su cabello castaño detrás de sus hombros. Es una excelente profesional. No por nada ha estado a mi lado por los últimos dos años. Su astucia e invención en los momentos más críticos le han dado el puesto que tiene. Ambos hemos congeniado tan bien que se ha convertido en una especie de amiga. La mujer es ruda, directa y ácida. Es todo lo que debe ser frente a las negociaciones hostiles que llevamos a cabo diario. Ahora me mira como si quisiera apuñalarme con el abrecartas. —Solo llámale y aplaca su estrés— niega. —Lo voy a pensar —replico antes de encender el computador. Esta resopla. —¿No tienes nada más que hacer que verme en silencio? No la miro, pero puedo sentir su mirada sobre mí. —Estoy esperando que me digas que has pensado para el negocio con el jeque Ahmad. —Estoy trabajando en eso. —no digo mucho— Pero, puedo apostar que para finales de mes Ahmad y yo cerramos un trato para el resort. Me ve con los ojos abiertos y algo de recelo. —¿Qué estás tramando? —Ya verás. —Si no logras que firme al final del mes, ¿qué? —¿Apostamos? — la pincho. —Si apuestas tu Rolls-Royce, puedo considerarlo. Me reclino en mi silla y la observo. —No tendrás tanta suerte. Resopla. —Al menos lo intenté. —No pienso rendirme y voy a conseguir mi propósito —tomo mi Montblanc y juego con ella —Tengo en mente un plan que no va a fallar. —Confío en ti. Pero a veces le temo a tus métodos. Ruedo los ojos. —Mis métodos son los que nos tienen donde estamos. —Fanfarrón. —Comunícate con el departamento legal y dile que necesito a Bratt en una hora—. Ella me mira con la cabeza ladeada y sus ojos oscuros me estudian— Necesito que redacte algo. —Ahora tengo curiosidad. —La curiosidad mato al gato. —Suenas igual que tu madre— bufa y yo me rio entre dientes. Se pone de pie y baja la falda de su vestido, color blanco. Cuando deja mi oficina me doy media vuelta y desde mi silla contemplo la ciudad y sus rascacielos. Hablé en serio cuando dije que levantaría ese resort. Y, Aria será la pieza clave para conseguirlo. Solo debo darnos a ambos lo que buscamos. Luego de eso, cada uno podrá seguir con su vida donde la dejo. ¿Qué tan difícil puede ser?
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