Capítulo 2
— Un placer, Lilibeth Evans…
Estrechamos nuestras manos, mi interior comenzó a temblar. No se parecía en nada al Luke Nightingale ¡Y eso era obvio! La última vez que vi a ese sujeto, yo tenía once y él como quince. Este espécimen era alto, de cabello castaño y ojos color caramelo, con una ligera barba y un traje color azul que a leguas se veía caro. Definitivamente había dejado de ser el Luke Nightingale que solía ver a lo lejos, incluso se veía muy distinto a cuando lo vi a lo lejos después de la muerte de su padre. De veras que algunas personas nacemos con buena estrella y otros nacemos para estrellarnos, porque ni mi hermano ni yo nos veíamos así de bien cuando nuestra madre se fue, yo no me veía así de bien cuando mi hermano fue encarcelado, yo no me he visto así de bien en ningún momento.
— Luke, querido… — una elegante mujer de cabello corto y un collar de perlas apareció — ¡Oh! — se detuvo al instante — Oh, que linda niña — me miró con esa sonrisa amable que tanto la caracterizaba — ¿Es suya?
— Eh… — Rose seguía de la mano de Luke Nightingale — Sí, señora…
— Oh, que preciosa… — la mujer de las perlas sonrió y luego me miró — ¡Oh, válgame! — exclamó de pronto — Debes de estar muy ocupada y nosotros estamos interrumpiéndote con nuestra charla, mil disculpes señorita
— Ah… yo… eh…
¿Esta gente no veía mi uniforme de sirvienta, acaso? Siempre creí que los aristócratas eran déspotas con los sirvientes, ya sabes, como si se creyeran superiores a los demás solo porque descienden de la realeza, nadan en dinero y tienen mansiones parecidas a palacios como este lugar. Pero la mujer delante de mí no dejaba de sonreír ¡Y se estaba disculpando conmigo por interrumpir mi trabajo! ¡Que locura! Ahora entiendo por qué todos en el pueblo dicen que la familia Nightingale era amable, al parecer realmente lo son.
— Ven, vamos a ver los patos…
Le pidió Rose al joven de cabellos castaños, este solo soltó una risita.
— Ah… disculpe, es que… — tomé la otra mano de mi hija — No tengo donde dejarla y…
— Descuide… — miré al joven, su expresión de amabilidad me desconcertaba —No es ninguna molestia el cuidar a su hija por usted mientras cumple con sus labores
— ¿En serio?
Le miré con incredulidad, sintiendo como si estuviese en otra dimensión, una donde los aristócratas son amables con la servidumbre. El joven de cabello castaño asintió con la cabeza sin quitar esa expresión amable de su rostro, volviéndome a dejar anonadada. Así que antes de que pudiera darme cuenta, él y su madre se estaban alejando, llevando a mi hija de la mano y hablándole acerca de los caballos que se encontraban en los establos.
— Ya quita esa expresión
Bromeó tía Joyce, sirviéndome un vaso con agua.
— Es que no lo entiendo
— ¿Qué no entiendes?
Preguntó, soltando una risita.
— El por qué dos aristócratas forrados en dinero, están paseando a mi hija por los huertos y mirando patos…
— Porque son amables — mi tía se encogió de hombros, le di un sorbo a mi bebida — En navidad le regalaron una bicicleta al hijo de Agatha y el viejo Lord Nightingale fue padrino de la hija de Mary, ellos son así
— Ahora entiendo por qué todo el pueblo los ama…
Abrí al máximo los ojos, de veras que eran amables, tan amables que resultaba poco creíble.
— Lo sé — tía Joyce volvió a sonreír, colocando unos canapés en unas bandejas de plata que brillaban a más no poder — Enzo, necesitamos más de estos, los de camarón
— En eso estoy Joyce, en eso estoy
El robusto hombre de extenso bigote cortaba con rapidez sus ingredientes mientras los demás asistentes de cocina batían yemas y crema.
— ¿Podría tomar un vaso con agua?
Preguntó alguien detrás de mí, era George, el aprendiz de jardinero.
— Claro, sírvete
Indicó tía Joyce, dejando un vaso en la barra al lado de la jarra.
— Yo te sirvo
Digo, tomando la jarra con agua y sirviéndole un vaso.
— Gracias… — el bronceado chico de ojos azules tomó el vaso, dedicándome una cálida sonrisa — ¿Qué tal tu primer día de trabajo?
— Oh… ya sabes… — me encogí de hombros, soltando una risita — Tendí camas, cambié sábanas — bebí un sorbo de mi bebida, George soltó una risita por mi comentario — Y mi hija se perdió
— ¿En serio? — me miró con confusión — Pero… la encontraste ¿Verdad?
— Sí, adoptó al patrón como su amigo y ahora están viendo patos en el lago
— Eso te conviene
Aseguró Enzo, depositando un plato con un sándwich delante de mí.
— Eso mismo le dije
Tía Joyce me dedicó una mirada.
— Si los patrones se encariñan con tu hija, quizá le puedan pagar los estudios como hicieron con el hijo de Agatha
— Eso mismo pensé
Tía Joyce sonrió.
— No quiero sonar interesada… — terminé mi vaso con agua — Pero en serio me encantaría que eso sucediese… — paso mi dedo por el mesón y miro a George — Y qué tal te está yendo a ti
— Oh… bien — se encogió de hombros — Mis begonias han germinado y eso me tiene alegre
— No me gustan las begonias
— ¿En serio? — el chico de ojos azules me miró con sorpresa — ¿Por qué?
— No me gustan sus hojas, parecen una col marchita
— Una… ¿Col? — el chico comenzó a reír — ¿Qué flores te gustan?
— Los tulipanes — contesto al instante — ¡Pero! — el chico pega un brinco de la impresión — Solo las de colores amarillo y anaranjado — sonrío — Mi hermano siempre me compraba un ramo de esas cuando era mi cumpleaños
— Tienes un hermano — asentí con la cabeza — ¿Trabaja en la fábrica?
— No, él… — me aclaro la garganta — Él… — miro a mi tía, mencionar a mi hermano ha sido un gran error — No sé nada de él desde hace un buen tiempo
— Oh… lo siento…
— No hay problema… — miro mi reloj — En fin, me sobra algo de tiempo de mi descanso antes de tener que lavar las sábanas — tomo mi sándwich — ¿Está permitido dar una vuelta por los jardines?
— Sí, pero a una distancia suficiente como para que no te vean holgazanear
Indicó tía Joyce, asentí con la cabeza.
— Si quieres, te puedo mostrar el jardín que estoy armando
Se ofreció el chico de ojos azules.
— Sí, claro — acepté, dándole una mordida a mi sándwich — Vamos a ver esas coles marchistas
— Que no son coles
El chico volvió a reír. Le seguí fuera de las cocinas, pasando por una puerta de madera con una de esas cerraduras antiguas. Con cuidado atravesamos el pequeño claro de tierra enlodada y continuamos por un sendero hacia los extensos terrenos de la propiedad. La campiña es la propiedad más grande del pueblo ¡Obviamente! Y en verdad es enorme. Ya lo dije con anterioridad, por alguna razón jamás la abrieron al público, jamás recibieron visitas de los lugareños pese a que hay un museo en la parte delantera de la propiedad, así que era mi primera vez caminando por ese enorme terreno.
— Aquí está, este es el jardín que estoy construyendo
— Wow… — parpadeé varias veces — ¿En serio hiciste esto?
Era una especie de área escondida con una banca de madera, una pequeña fuente de un ángel con un jarrón, una estructura de madera con luces titilantes de color amarillo y cientos de flores de todos los colores. Era bello, muy bello, aunque no me gustasen las begonias. Me giré a ver a George, él tenía una sonrisa de oreja a oreja, tenía la expresión de alguien que se sentía orgulloso por su propio trabajo. Muy pocas veces en mi vida he tenido ese tipo de expresiones, la última fue cuando mi hija aprendió a caminar y atravesó corriendo un puente de madera en el parque en el centro del pueblo. No me cansaré de decirlo y creo que se convertirá en mi frase célebre: Algunos nacen con buena estrella y otros hemos nacido para estrellarnos.
— Es el primer trabajo que el viejo Angus me deja hacer a mí solo — explica — Esta será el área en donde la señora podrá tomar el té con sus invitadas — siguió — Aquí pondré una elegante mesa de jardín con cuatro sillas, aquí las sirvientas podrán dejar la tetera y las tazas… — me miró — ¿Qué te parece?
— Que eres más que un jardinero — contesté, sentándome en la banca — Esto es diseño de exteriores o paisajismo o como sea que se llame este tipo de cosas — George sonríe — Es bellísimo
— Espero que lo mismo piensen los patrones, porque también lo utilizarán para tomarse fotos para la boda
— Ah… cierto, el nuevo patrón se casará con esa tal Lady Sophia
— Sí, ella será la nueva señora de todo esto…
El chico hace una mueca.
— ¿Ya la conoces? — el chico asiente — Parece que no a muchos le agrada
— No es “Mala persona” — hace unas muy exageradas comillas — El problema es su madre
— ¿Cómo es eso?
— La madre de Lady Sophia se cree con el derecho de mandonearnos como si fuésemos esclavos y no empleados con derechos laborales… — asiento a sus palabras, la madre de Lady Sophia debía de ser como los aristócratas que se ven en la televisión — Y bueno, Lady Sophia siempre actúa para su conveniencia, ella sabe que tiene al patrón en la palma de su mano y sabe cómo utilizarlo a su favor — se encogió de hombros — Por eso es que ninguno de los empleados quiere que este matrimonio se dé, ninguno quiere ser tratado como esclavo y que no se nos defienda…
— Eso realmente suena horrible
— Lo es… — soltó un suspiro — Pero es lo que nos tocará… — soltó una agria risita — El patrón está muy enamorado de Lady Sophia…
— Eres muy observador al parecer
Bromeo, él soltó una risita.
— Bueno, las paredes no son tan gruesas como crees, todos aquí nos enteramos de todo — le miré con sorpresa — Hay muchos secretos en este lugar
— ¿En serio?
— Sí, pero te recomiendo dejarlos como eso, como secretos de los patrones y no divulgarlos — sonríe — Aunque a veces, cuando tenemos un mal día, los contamos mientras merendamos
— De acuerdo… — reí — Solo chismearé lo que me entere cuando sea el día de chismear
— Solo en el día de chismear
— Hay que regresar ya — George asiente con la cabeza — El descanso está a punto de terminar y tengo que cambiar las toallas de todos los baños
— Sí, vamos
— Y gracias por mejorar mi día — sonreí — En verdad necesitaba un buen momento…
— Cuando quieras, ya sabes dónde encontrarme
Volvimos a sonreír, él realmente es agradable y guapo. Sacudo esos pensamientos de mi mente al instante, no debería de pensar en ese tipo de tonterías en este momento. Tengo demasiados problemas como para añadirle un romance, eso solo complicaría más las cosas para mí y no sería tan estúpida de hacerlo.
Me despido de George y camino hacia las lavanderías. Cargo mi carrito con las toallas limpias y camino hacia el ascensor de empleados. Camino por el pasillo, entro en la primera habitación y camino hacia el baño. Cambiar toallas es más fácil que cambiar las sábanas, al menos estas no hacían que me doliera los hombros ¡Porque esas sábanas son ridículamente pesadas! Salí del baño y me tomé un momento para mirar por la ventana, la vista de los terrenos de la campiña desde cualquiera de esas ventanas es magnífica. Divisé a los patrones con mi hija, del mano, ella se veía feliz. En serio quería confiar en las palabras de tía Joyce, de que quizá tuviese un golpe de suerte y que los patrones quisieran apadrinar a mi hija. Cerré los ojos y comencé a desear con todas mis fuerzas que esta fuese aquello bueno que le debía de ocurrir a las personas buenas y definitivamente mi hija era una persona buena y merecía que solo le ocurriesen cosas buenas, como ser apadrinada por aristócratas bondadosos.
— Querida, mira este lugar es exquisito… — abrí los ojos al máximo — Y todo esto será tuyo…
— Sí mamá…
El picaporte de la puerta comenzó a girar, miré a todos lados y corrí de regreso al baño, cerrando con cuidado la puerta.
— Toda esta casa, todo lo que haya aquí ¡La plata fina! — una escandalosa risa — Todo será tuyo Sophia…
— Lo sé… — más risitas — Ay por Dios… me siento como una princesa
— Y serás más rica que una
— ¿Tú crees? — escucho tacones caminando por la habitación — Pues entonces soy muy afortunada…
— Te sacaste la lotería cuando enamoraste a Luke
— Ay mamá, hablas de mí como si lo hubiese hecho por conveniencia, yo realmente amo a mi prometido — más risas, cubrí mi boca para no emitir ni un sonido — Lo cierto es que sí… ¿Cómo no quererlo? — esto era un gran chisme, deseaba tener a tía Joyce o a mi reciente nuevo amigo que al parecer le gusta el chisme, para poder compartir esto — Él es guapo, lindo, me trata como una reina… — saco mi teléfono y enciendo el grabador de voz — Luke es un sol, es el mejor hombre que pueda existir y sé que me ama — miré la puerta — Y creo que eso es lo que más me gusta de él, sabe que me ama profundamente — negué con la cabeza — Pero…
— Sophia…
— ¿Qué mamá? — escuché un suspiro — Ya sé lo que me vas a decir y sí, te prometo que lo voy a dejar
— ¿Me prometes? — abrí al máximo los ojos — ¡Sophia! — me cubrí la boca con ambas manos — ¡Me dijiste que ya lo habías dejado de ver!
— Pues te mentí, gran cosa… — otro suspiro — No he dejado de ver a Theo
— Sophia…
— ¿Qué? — otro suspiro — Si no tuviésemos que escoger el dinero por sobre la felicidad, me verías escogiéndole en este momento
— ¿Qué de bueno puede tener ese estudiante de Ingeniería?
— Te puedo decir de una gran cosa que tiene de bueno y la tiene entre las piernas — una risita — Y ayer, antes de venir aquí, la probé y me hizo delirar…
— No seas corriente, Sophia
— Me va a doler dejarle, hemos estado juntos por cuatro años… — otra risita — Un año más de lo que llevo con Luke… — ambas mujeres rieron — En fin… todo sea por ser la señora de la Campiña Nightingale…
— Bueno, vámonos al comedor que nos esperan para el almuerzo
— Sí… vamos…
Detengo la grabación y parpadeo varias veces. Tenía en mi mano una bomba ¡Una bomba! Recordé lo que George me acababa de decir hace una hora, que este tipo de cosas no debía de divulgarlas, así como así ¡Pero era una bomba! Y Luke Nightingale era una buena persona o por lo menos lo aparentaba ¡Y no merecía que le hicieran algo como esto! Tenía una bomba en las manos ¿Qué debía de hacer? ¡¿Qué debería de hacer?!