“Un paraíso y un hombre”

2269 Words

Los días pasaban y Natalia seguía callando. No le habló a Ales del encuentro fugaz con Richard, ni de la sensación de ser observada que aún le recorría la espalda cuando caminaba sola por la ciudad. A veces sonreía, bailaba con sus amigas, se reía por cualquier antojo extraño o alguna ocurrencia, pero con Ales… con Ales era distinta. Cerrada. Silenciosa. Sumisa. Ales Dvorak, sin embargo, no era un hombre ingenuo. Sabía leer las emociones como quien lee el mercado: una palabra, una mirada, y comprendía todo lo que no se decía. Esa noche llegó con su hija al apartamento de Natalia. Ya no tocaba el timbre. Tenía llaves. Y las usaba con la naturalidad de quien se sabía parte del hogar. Al abrir la puerta, el aroma a suavizante, la luz tenue del salón y la televisión encendi

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