—Qué humor —rodó los ojos.
Comencé a leer una de las columnas del lado derecho. Tenía que decir que las letras eran ciertamente hermosas, la caligrafía era tan meticulosa y delicada que se nota el empeño que le colocaron al escribirlo. El texto iba acompañado a un lado de un pequeño árbol en el cuál la mitad del lado derecho, representaba la vida pues, tenía una árbol frondoso lleno de frutos. Mientras que el izquierdo, era todo lo contrario.
—O spiritus terreni invocatis eum qui venit, Qui daemonis ab nobis aliquid dare pro praemio adventus, Daemonialitas aut spirituum, Veni nobis, Aperiesque ostium nobiscum communicare, Quod angeli et sancti sunt, Da illis potestate dicendi facta est in mensa. Quod si.
Una vela al lado derecho se apagó al terminar como si la hubieran soplado. Estoy segura que fue un truco de este idiota para asustarme, aunque pudo ser el viento, pero la ventana está cerrada...
Rodé los ojos con fastidio.
La habitación se sumergió en un silencio sepulcral provocándo que un escalofrío recorriera mi espina dorsal, obligándome a enderezarme.
—Bien, pregunta —incentivo Harry.
—¿Dónde escondes tus dulces? —dije dudosa.
—Eso no, idiota —soltó un suspiro, frustrado, y yo le respondí con mi mejor cara de: "¿y entonces?"—. Pregunta si hay alguien aquí.
—¿No lo puedes hacer tú?
—No. La persona que abre el portal es quien pregunta. Es de ley.
—Está bien —gruñí. Seguía con mi sensualón dedito en el puntero, junto con el de Harry, quien lo miraba fascinado—. ¿¡Hay alguien aquí con nosotros!? —Nos quedamos a la expectativa, mirando la tabla.
Díez segundos.
Treinta segundos.
Un minuto.
—¡Qué si hay alguien aquí, carajo! Solo queremos hablar y cerrarle la boca a mi amigo. —La educación y la paciencia se fueron a la mierda, dejando salir a la Somer antipática y con sueño. Harry me observó con cara de derrota por mi forma de dirigirme al señor fantasma.
—Eso me confirma por qué no tienes novio. Qué tacto —negó con la cabeza.
—No tengo la culpa de que se tarde tanto en responder.Deberían de inventar algo más moderno para que personas como tú hablen con sus fantasmas.
—Claro, amiga —ironizó, y chasqueó la lengua—. Vamos a enviarles un w******p.
—Sería útil… —Me callé cuando de manera abrupta, el puntero comenzó a moverse, dando vueltas por la tabla como si se hubiera vuelto loco en mitad de nuestra conversación.
—¿¡Qué mierda!? —Al igual que yo, Harry tenía una expresión de terror.
“Todo es un simple teatro para asustarme y hacerme creer en estas idioteces… concentrate”.
—¡Harry, basta! No es divertido.
—No lo estoy haciendo yo, lo juro por el señor nepe.
“Ojalá se le caiga por mentiroso”, suplique. Ya me cansé de esta mierda.
Moví la mano con intención de quitar el dedo del puntero, pero al hacerlo, este se deslizó hacia el lado derecho de abajo, yendo a parar a un claro: "No".
—Vas a hablar, fantasma, ¿o te fraseas? —pregunté divertida. De parte de Harry recibí un golpe seco en el hombro. Solté un bufido, resignada—. Disculpe, señor ente.
—Hola… —habló Harry—. ¿Eres bueno o malo? —Nuevamente el puntero comenzó a dar vueltas entre las letras. Después de un
rato, se posicionó entre el medio del sol y la luna.
—¿Eh? ¿No eres ni uno ni lo no otro? Así no es divertido. —Manotee aburrida.
Me encogí de hombros.
—Olvida lo que te dijo mi amiga —bufé—. ¿Podrías decirnos tu nombre?
“Anda, volvemos con la crisis existencial del puntero: haz tu baile”, me reí. ¿No les darán lecciones de cómo mover el puntero en el otro lado?
Estuvimos hablando con el supuesto ente, alrededor de cuarenta minutos.
Su nombre era Susan. Murió en la 2º Guerra Mundial por una emboscada hacia el batallón en el que se encontraba ella y algunos heridos, pues era enfermera en servicio.
Nos contó que tenía dos hijos, Lucas y Mádison, mellizos. Nos dijo también que le gustaría ver a sus nietos, ellos aún no habían muerto, y que por eso estaba todavía "allí", esperándolos.
Iba a preguntarle cómo era el lugar donde estaba pero, de repente, el puntero dio un giro brusco y marcó: "Adiós".
—Después te quejas de mi educación, Harry. Nos dejó hablando solos —me encogí de hombros.
—Supongo que no podía estar aquí mucho tiempo…
—Bien, ya terminamos invocando a un fantasma. Es hora de dormir. —Nuevamente intenté levantarme y quitar mi dedo del puto puntero, pero se
volvió a posicionar en el: "No".
Solté un gruñido.
“¡Quiero dormir, carajo! ¿Por qué no me dejan?”.
—¡Bien, otro! —gritó Harry emocionado.
“Yo solo quiero mi cama”.
—Eres un chismoso.
—¡Bah! Tonterías —miró alrededor—. ¿Hay alguien aquí…?
"Sí".
—Este sí que es rápido —me reí ante la situación.
“De acuerdo, lo admito, puede que estas cosas existan. Hasta son divertidas”.
Iba a hacerle una pregunta, pero el puntero se movió hacia los números.
"333"
—¿Qué significa…? —No me dejó continuar. Comenzó a moverse más rápido, sobre las letras.
"Libro".
—Creo que quiere que leas la página trescientos treinta y tres del libro sobre tus piernas, Somer.
—Y yo espero que no sea hombre, porque con esa rapidez al hablar no me imagino cómo habrá sido teniendo sexo en vida. —El puntero se movió con brusquedad.
"Ahora, niña".
Coloqué mi mejor cara de indignación mientras Harry se reía a carcajadas a mi lado.
—¡Niña mis nalgas! —me quejé a la vez que lo abría—. Hago esto solo para que me dejen dormir —levanté el libro—. ¿Ahora, fantasma mandón?
"Lee en voz alta".
"Ya qué".
‡Demonio de luz‡
—Demonio; ¡oh! Demonio mío que estás bajo la luz de la luna esta noche, muéstrame tu verdadera naturaleza para que estés conmigo siempre. A cambio, te ofrezco mi alma para entrelazarla con la tuya; te protegeré para que sobrevivas aquí arriba y no te descubran y, a cambio, tú me cuidarás de aquello que me quiere hacer daño. Yo te invoco mi príncipe, mi señor… así es.
Cerré el libro después de leer y vi a Harry que me observaba con la boca abierta.
—¿Qué? —dije con desgano.
—¿Cómo que qué? —chillo—. ¿Qué carajos acabas de leer?
—Una v***a de entrelazar almas y no sé qué mierda —respondí tranquila. —El rostro de confusión de Harry no cambió en ningún momento.
—¿¡Qué!? —gritó asustado— ¿Lo entendiste? ¡Era otra lengua, Somer! —Me encogí de hombros restandole importancia.
“Preguntaría a qué se refiere, pero… tengo sueño y no me importa”.
—Solo lo leí como dijo esa cosa. Por cierto —observé el lugar—. ¿Ahora qué? ¿Quieres la de los tres cerditos?
La habitación, podría jurar, bajó drásticamente de temperatura. Se comenzaron a mover cosas, algunos libros cayeron de mi estante junto a la cama y, para terminar de cagarnos, se apagaron todas las luces de golpe incluyendo las velas. Soltamos el puntero y nos abrazamos. Harry y yo, asustados y temblando.
"No te espantes, tranquila, respira. Esto tiene explicación".
—Si esta es una puta broma, te juro que te corto los huevos Harry —susurré en su oído.
—No tengo nada que ver en esto, lo juro. —Sonó un sonido seco en la puerta que nos puso en alerta enseguida. Gritamos los dos, y a los segundos nos callamos de golpe mientras veíamos la puerta, esperando que algo sucediera.
Los vellos de los brazos se me erizaron cuando una ráfaga de aire caliente me pegó en el oído derecho.
—¿Qué están esperando que aparezca por esa puerta?
Harry y yo nos volteamos de golpe. Detrás de nosotros había un hombre en cuclillas, con el torso desnudo. Se notaba que era alto, tenía el cabello largo, liso hasta los hombros color n***o. Unos cuernos rojos encorvados
hacia atrás le sobresalían de la cabeza. Sus ojos eran amarillos y
profundos, y su torso, brazos y cuello estaban cubiertos de tatuajes todos los tamaños y formas. Tenía alas enormes plegadas en su espalda, de
un n***o azabache tan profundo como la misma noche.
Él, al igual que yo, parecía analizarme lentamente. Cuando llegué de nuevo hasta su mirada y la mantuve allí, al igual que él, reaccioné. Grité corriendo hasta la puerta y detrás a pocos pasos, Harry pisándome los talones. Tratamos de abrirla con desespero pero el pomo no giraba.
—¿Tan rápido se van? —habló aquella cosa, caminando hasta nosotros.
“Mierda”
“Mierda”
“Mierda”
Harry soltó un grito agudo, escondiéndose detrás de mí.
“Marica”.
—¿¡Quién carajos eres tú!? —sonrió con picardía.
—Asmodeo, mundana —me guiñó el ojo divertido—. Tú lindo y sensual demonio personal.