—Mira, aquí detrás hay algo.
Me acerqué a la tabla y la tomé entre mis manos para girarla. Tenía un extraño poemario escrito en latín; pero lo verdaderamente extraño fueron
unas letras en relieve blanco estilo gótico. «B I I»
—¡Cómo emociona esto! —sonrió Harry—. ¡Quiero una igual!
Rodé los ojos.
—Te la puedes quedar si quieres. —Se la regresé de.inmediato. La verdad no la quería—. Así invocas alguna cosa tú solito. —Me di la vuelta, dispuesta a volver a la cocina.
—Vamos, Somer, ¿miedo? —dijo detrás de mí con voz burlona.
“Nadie me dice miedosa en mi cara”.
—Ya quisieras —me reí sarcástica, y lo encaré—. Invocaremos tu estúpido espíritu.
—Respeta a los espíritus, idiota. Son sensibles —respondió serio—. Lo haremos esta noche y mañana me llevarás a la tienda de esa señora. Quiero ver qué más tiene.
—Está bien…
“Qué fastidio”.
Me dispuse a sacar las demás cosas de la bolsa, mientras Harry seguía viendo la tabla. Me senté a su lado y la coloqué en mi regazo. Advertí un lomo n***o al fondo de la bolsa: era ese libro que había visto en aquella tienda, el mismo que la extraña mujer me había regalado.
Ahora que me doy cuenta… si las llaves estaban en la misma bolsita, quiere decir que ella metió la tabla en mi bolsa. Pero, ¿por qué? ¿para qué?
Saqué el libro n***o para observarlo. No me cansaba de verlo, era realmente hermoso, y olía tan bien. Tomé la única llave que quedaba en la bolsa, cuyo diseño parecía muy antiguo, la cual tenía un extraño grabado en las ranuras.
—¿Qué es eso? —preguntó Harry. Dejó la tabla en la urna encima de la mesa del centro.
—No lo sé, me lo regaló la mujer de la tienda.
Incrusté la llave en la cerradura y la giré. Desaté las correas y, con cuidado lo abrí.
«Libro de las Almas»
—¿Qué mierda…?
Entrecerré los ojos, frunciendo el ceño.
—Amiga, estás destinada a lo extraño —se rio.
—¡Cállate, Harry!
Le di con un cojín en la cara. La verdad, su comentario, no ayudaba en nada. Él se quejó con alaridos. Lo ignoré y seguí leyendo.
Las páginas, a medida que las pasaba, eran cada vez más extrañas. Había textos que no podía entender a pesar de estar en nuestro idioma. Harry me
lo quitó y comenzó a leer una parte.
—¡Mira! Aquí está lo que necesitamos para esta noche.
Señaló una parte del libro que decía: «invocaciones seguras con la ouija».
—¿En serio lo vas a hacer? —pregunté entre risas.
No era cobardía, antes de que piensen que fue así Simplemente… creí que solo se trataba de una pataleta digna de él. No había pensado que lo fuera a hacer de verdad.
—Obvio, Somer —respondió—. Lo haremos a las doce de la noche, solo faltan unas horas. Iré a buscar las cosas arriba y prepararé todo. —Se levantó, tomó el libro y la ouija, me dio un beso en la coronilla y subió hacia mi habitación en el primer piso.
“Espero que te halen las patas, por chismoso”.
Libro de las Almas:
2:1: Morir en este plano terrenal no es la única opción. La primera muerte es solo el primer paso para cumplir el destino que ya está escrito.
Príncipe demonio.
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¶Somer¶
Harry parecía un crío con un juguete nuevo. Iba y venía de aquí para allá de lo más emocionado juntando cosas como si en realidad fuéramos a ver una película en la sala de un cine.
¡Esto es estúpido! No creo en los fantasmas y mucho menos en seres sobrenaturales.
Confío firmemente en la ciencia como base de todo lo que nos rodea porque ella sí nos da información con sustento, como qué ocurrió en cierto período de la historia; por eso lo que estamos a punto de hacer me parece una pérdida de mi preciado y precioso tiempo.
Esas cosas de lo sobrenatural no son más que una chorrada de estupideces que inventaron los humanos para darnos miedo y obligarnos a creer, y doblegarbos, ante un líder espiritual que quiere regir nuestro comportamiento ante una sociedad. Patrañas.
—¡Todo está listo, baby! —gritó desde mi habitación—. Trae tu culo aquí arriba.
—¡Voy! —bufé fastidiada, y subí perezosa las escaleras que conducían al primer piso. Llegué a la puerta y giré el pomo despreocupada mientras entraba.
Mi mano derecha sostenía una bolsa XL de doritos que mi madre había dejado abandonada en la alacena y obviamente no iba a dejar que se dañara. Un gran sacrificio, el mundo me lo agradece. Mastiqué uno sonoramente, mientras veía a mi amigo colocar cosas en el suelo junto a la ouija donde haríamos la supuesta invocación. Él se levantó y me observó con una ceja alzada.
—¿Qué? —Mordí otro dorito.
—Deja eso. —Me quitó la bolsa, ganándose un gemido de indignación por mi parte—. No vas a agarrar el puntero con ese dedo —me regañó—. Ve a lavarte las manos.
—Qué humor, señor espiritista —bufé. No dijo nada más y me encaminé al baño del piso. Allí me lavé las manos y enjuague mi boca. Al salir vi la hora: "once y cincuenta".
—Bien, aquí estoy. —Me senté en el suelo frente a Harry—. ¿Me puedes explicar para qué son todas estas chorradas? —le pregunté señalándolas. Él solo rodó los ojos fastidiado.
—Veamos. Las velas para dar el ambiente y luminosidad; atrae al ente que esté por ahí hacia la luz como las luciérnagas —asentí—. El agua bendita, la biblia, el rosario y la estampilla de San Miguel Arcángel son para
protección. Según el libro, es por si las cosas se ponen pesadas. —Se rascó la nuca, nervioso—. La grabadora es para captar ondas y sonidos para escucharlos cuando termine la sesión, así oímos quién más aparte del que nos hablará, estaba. Y, el vaso con agua para mí —se encogió de hombros.
—Esto es una pérdida de tiempo, Harry. —Me quejé—. Veamos una película, hasta te la dejo escoger, ¿sí?
—Tentadora oferta. —Pasó sus dedos por su mejilla con malicia. Los ojos me centellaron de emoción pensé que aceptaría, sin embargo dijo—: Pero será después de sesión.
—¡Luzbel, que le venga un demonio follador, a ver si se queda quieto con él —suplique acostándome en el suelo.
—Por favor, culo bonito. Necesito que seas un poco más creyente. Sé que es difícil y te cuesta hacer esto, Somer, pero no puedo hacerlo solo. Además te reté acuérdate.
—Ya qué —me resigné—. ¿Y si no habla nadie?
—Alguien hablará —aseguró.
—De acuerdo, solo porque te quiero. —Me senté de nuevo, con las piernas cruzadas—. ¿Empezamos?
—¡Empecemos! —respondió, con un tosco acento andaluz que me hizo reír—. Extiende tu mano y entrelázala con la mía. Cierra los ojos, respira profunda y calmadamente, e intenta poner la mente en blanco.
Hice lo que me dijo durante cinco minutos. Estábamos tan bien concentrados y relajados que estaba a punto de quedarme dormida. Fue entonces cuando sentí que me halaban y me desperté de golpe. Disimulé tan bien que Harry no se dio cuenta.
“Debería ser actriz”.
—Una última cosa —dijo viéndome a los ojos—. No rompas el vínculo, eso quiere decir que no quites el dedo del puntero.
—Esta bien. —respondí con fastidio. Apoyé mi espalda contra el borde de la cama mientras Harry, se posicionó a mi lado izquierdo tomando el libro y reposandolo en sus piernas. Colocó su índice en el puntero haciéndome señas para que lo imitara.
Fijo su vista al libro, y comenzó a leer.
—O spirit..us terreni inv...oca..tis eu...m qui ve...nit.
Harry, cada vez que leía se le trababa la lengua. Cabe mencionar que la paciencia no es una de mis virtudes. Al paso que iba en vez de invocar a un difunto, lo que conseguiría es un sape terrenal de mi parte para que aprendiera a hacerlo bien.
—Dame esa mierda. —Le quité el libro, colocándolo en mi regazo.