Capítulo II

2662 Words
Ellos huelen la debilidad, las dudas y el temor. Debes mantener la cabeza erguida. Los hombros rectos. Expresión impasible pero segura de ti misma en todo momento. ** Ninguno de los dos dijo una palabra durante un largo tiempo sin embargo traté de no mostrarle mi nerviosismo. Así que mostrándome lo más natural posible le sonreí forzadamente dejando entre ver mis blancos dientes. Él arqueó una ceja esperando que hablara y finalmente lo hice. —Soy Alina Torres, vengo por el puesto de secretaria… — ¿Sabe usted, señorita Torres que este es el puesto más importante después del mío? La secretaria de presidencia debe estar al pendiente de todo, ser mis ojos, oídos y manos. Este trabajo no es un juego, necesito que sea competente, inteligente y que todo lo que yo le pida esté hecho a la hora que lo pida. ¿Tiene experiencia como secretaria de presidencia? —preguntó finalmente y un nudo se hizo en mi garganta. Por primera vez en la vida me sentía ansiosa por mentir. Sin embargo Lachlan había hecho su trabajo falsificando mi currículum y las referencias, siempre había hecho su trabajo bien. Tomé una respiración y dejé salir el aire retenido suavemente para que él no lo notara. —He trabajado tres veces con accionistas mayoritarios, Mario Ferret de HeliCorp. »Dylan Barrueco de VICmax y Elina Cox de Smith & Cox —dije de modo metódico como si antes ya lo hubiera hecho mientras le pasaba las hojas que constataban lo que decía, aunque fuera una real mentira—. Sé todo sobre ser secretaria de presidencia, no me intimida señor Michelakis. »Estoy dispuesta a adaptarme al horario que necesite, es solo cuestión de acordarlo. Estoy absolutamente preparada para el cargo y sé cuáles son mis responsabilidades, si usted quiere añadir alguna soy toda oídos. Me acomodé finalmente en la silla mirándolo sin titubeos aunque en mi interior no fuera tan segura. Él a su vez después de ojear las páginas al fin me miró con los ojos entrecerrados y tez seria. Como si de alguna manera pudiera preveer que había algo extraño, algo oscuro que ocultaba. Sin embargo si lo notó no dijo absolutamente nada. —Tendrá que viajar durante todo este mes conmigo, señorita Torres ¿Estaría de acuerdo con eso? —No veo el inconveniente. —Muy bien, tiene buenas referencias y un currículum llamativo. Estaré comunicándome con usted próximamente si no encuentro a alguien mejor para el puesto —dijo sin cortarse mirándome con sus ojos intensos bajo sus pestañas tupidas a la vez que se acomodaba en su silla. Sin decirle nada más me levanté con suavidad y me incliné ligeramente para tenderle mi mano, mostrándole intencionalmente el valle de mis senos para atraer su atención pero sorpresa para mí, él no apartó su mirada de mi rostro como si no le importara lo más mínimo mi cuerpo, cosa que hizo que mis dudas salieran a flote. Entonces él estrecho mi mano y un mundo de sensaciones se abrió pasó a mi interior, nada de lo que había vivido me había hecho sentir lo que él había logrado con un solo toque de manos. Fue intenso y a la vez abrumador. Pude sentir mi corazón traicionero dar un vuelco ante su intensa mirada. »No tenía idea si él sabía lo que lograba en las mujeres con esos ojos puestos sobre ellas. Porque era evidente que yo no era la única que se sentía así sobre él. —Fue un placer conocerla señorita Torres. —Lo mismo digo, señor Michelakis. Nuestras manos dejaron de tocarse y pude volver a la realidad donde él no era más que una víctima. Mí víctima. El juego había empezado. Solo que este parecía más difícil que ningún otro. Luego de un par de días de no ser llamada decidí ir con Säde y mi pequeña al cine, disfrutaba de “los días libres” cuando esperaba que la presa cayera, no iba a Clivelan3. Era libre de hacer lo que quisiera y sobre todo podía pasar tiempo con mis chicas, nada mejor que eso. Luego fuimos a casa y noté que no había comprado nada para la cena, Säde prefirió quedarse en casa con Ady mientras yo iba al super y hacía una compra rápida. Caminé con rapidez agradeciendo girar a la avenida principal ya que en mi barrio hay un montón de vagos que comienzan a soltar “piropos” sucios que detestaba. Sin embargo mi alivio se cortó cuando de repente siento que alguien tira de mi bolso. El pánico me golpeó y rápidamente tiré en dirección contraria al delincuente, pronto estuvimos cara a cara aunque evidentemente él era más fuerte que yo. Lo único que no lo dejó llevarse mi bolso sin más fue la fuerza que no sabía que tenía pues aún trataba de evitar el inminente robo. Todo lo que tenía en ese bolso era lo único que me quedaba en lo que restaba del mes antes de que pudiera extorsionar a mi nueva presa. Lo único que me venía a la mente era las medicinas de Ady, su comida, sus exámenes… Mi respiración era agitada pues estaba perdiendo la pelea pero de un momento a otro alguien llegó pateando el pecho de mi contrincante ocasionando que este cayera de bruces al suelo gritando. No tuve tiempo para ver la cara de mi salvador pues este se montó encima del delincuente golpeando con ferocidad y dejándome sin palabras. El bolso había quedado en mis manos así que lo apreté contra mi pecho. Podía haber huido sin embargo no lo hice, algo me mantenía con los pies clavados en el suelo de la calle contemplando la escena. Ese hombre, mi salvador aún lo golpeaba pero lo que me dejó sin aliento fue que de repente el ladrón sacó un arma de dónde no tenía idea y apuntó al hombre encima de él, sin embargo este ni se inmutó. Enseguida lo desarmo dejándome perpleja y al ladrón de la misma manera. Fue en ese momento cuando tiró el arma detrás de él que mi salvador lo golpeó con fuerza en el rostro y él ladrón se desvaneció. Finalmente se levantó como si nada y sus pupilas buscaron las mías para cerciorarse que todo estaba bien entonces pude ver sus facciones, como era de acostumbrarse mi corazón salto reconociéndolo. Mi boca se abrió ligeramente de forma graciosa pero él no rió. Él era pura seriedad. — ¿Estás bien? —preguntó. Atontada asentí y él se giró una vez más en dirección al ladrón. Se quitó su chaqueta ejecutiva y rompió las mangas creando con estas una soga improvisada con la cual amarró sus manos. —Entra al auto, vas a dar la declaración. A este bastardo van a encerrarlo por un rato —dictó él y no pude hacer nada más que obedecer estaba demasiado estupefacta para otra cosa. Lo vi subir al hombre aún inconsciente y se montó al auto sin decir nada hasta un par de metros. —No debería estar sola en la calle señorita Torres. Lo miré confundida pero luego recordé mi apellido ficticio y como pude me las arreglé para recomponerme. —Es inevitable señor Michelakis. Él me observó en silencio y luego volvió sus orbes oscuras a la carretera. — ¿Vive cerca de por aquí? Asentí en silencio aunque no debería hacerlo, la primera regla en este juego es no mostrar absolutamente nada sobre mi verdadera identidad. —Lo hago. —Deberías mudarte —dijo él como si eso fuera tan fácil y tuve que morder mis labios para no escupir veneno. Él miró mi boca con atención y fue suficiente para hacer temblar mi pulso otra vez. —No cuento con los recursos necesarios, señor. Agregué luego de un par de segundos. —Pronto los tendrás, empiezas el lunes, señorita Torres —advirtió tuteándome por primera vez y fue mi turno de mirarlo tratando de descifrar a ese hombre que tanto me intimidaba. El auto se detuvo de pronto y pude ver de frente la estación de policías. Vi como él bajó a ese delincuente y un estremecimiento se apoderó de mí. ¿Qué sería capaz de hacer Zadquiel Michelakis si se enterara de que yo era una criminal como ese tipo? ¿Me sometería como a él y me traería a una estación de policías o algo mucho peor ya que era algo personal? No tenía ni idea. Lo único que sabía es que tendría que ser astuta para nunca ser descubierta por él. De no ser así las cosas irían muy mal. Después de la declaración y de recordarme porqué debía seguir con lo que hacía decidí dejar a un lado mi lado vulnerable y mostrarme tal y como un hombre como Zadquiel Michelakis quiere. Esa mujer sexy e intocable que no le da miedo perseguir sus deseos. Llamé primero a Säde explicándole la situación, gracias a Dios Sage había ido con comida para nosotras y estuvo a punto de venir a buscarme si Säde no lo impide. Suspiré aliviada cuando logró calmarlo y una vez que Michelakis estuvo a mi lado tuve que volver a fingir se la dama de hielo que estos hombres adoraban. — ¿Lista? Lo observé tratando de encontrar su punto débil. Algo sucio que usar pero todo en él parecía inmaculado. Nuestros ojos se encontraron creando una silenciosa pero letal atracción, lo cual era bueno por un lado pero demasiado arriesgado para mí. Debía mantener mis sentimientos a raya si no quería arruinarlo todo. —Estoy lista —asentí y él me condujo en dirección a la salida. Su mano firme tocó levemente mi parte baja de la espalda y fue suficiente para sentir el calor traspasar mi camisa rosa. Me mordisqueé el labio sin saber qué decir aunque eso no era común en mí y pude sentir sus orbes en mí otra vez. Al entrar al auto, está vez solos el ambiente se hizo más tenso pero él finalmente lo rompió. —Ese es un barrio muy peligroso, debería considerar de verdad mudarse —acotó sin volver a tutearme. —Mentí, no vivo por allí, visito a mi mejor amiga que está internada... Se me hizo tarde y terminé así —solté como un mantra segura de mis palabras. Y él asintió. —Déjeme llevarla a casa, es tarde. —No quiero molestar señor Michelakis —dije aunque realmente lo que no quería era que me llevara a casa y descubriera donde vivía. Era demasiado peligroso para la misión y para mí que él lo supiera. Debía inventar un plan b para librarme de Zadquiel. —No me molesta, dígame dónde vive. Quise gruñir con fastidio. —Vivo en San José Terraza —fue la primera urbanización acomodada que me vino a la mente. Si quería llamar su atención había aprendido que a este tipo de hombres les gustan las chicas clase media alta y lo confirmé cuando él se giró a verme. — ¿En serio? Un amigo vive allí —interrogó poniéndome más nerviosa. — ¿Sí? No creo conocerlo, no soy de ir demasiado a casa, me gusta más la diversión —lo último lo dije de forma coqueta para comenzar a llamar su atención lentamente, pero no demasiado, ese es mi modus operandi. —Entiendo —dijo con sequedad y un nuevo silencio nos abordó. —No es necesario que me lleve. —Quiero hacerlo —apuntó. Ya inventaría algo al llegar. Le sonreí coqueta y me incliné un poco rozando con suavidad su brazo con uno de mis pechos y donde sostenía la palanca del auto apreté su mano. —Muchas gracias. Él miró nuestras manos unidad y su rostro se mantuvo neutro así que corté la interacción y volví a sentarme como antes. Él no dijo nada y una vez más esa extraña sensación de dudas me embargó pero no le hice caso. —Ya estamos aquí, indíqueme el camino. Zadquiel mantenía su mirada en la carretera. Quise que esto acabara aquí pero no podía Ady era primero, sin embargo por esta noche podía escapar. —Es en esta —señalé y él detuvo el auto. El esperado momento de decir adiós llegó y le sonreí levemente tratando de no parecer muy lanzada adentrándome en un tira y encoge de la seducción. —Sana y salva —dijo él. —Gracias a usted, estoy muy agradecida y apenada a la vez señor Michelakis. —No fue nada. —Para mí lo fue, no tiene idea. Y eso era cierto. De no ser por su intervención probablemente estaría sin dinero por un rato, ¿Qué hubiera hecho sin dinero? Los medicamentos de Ady. La comida. Los servicios. Gracias al cielo la casa era de mi madre porque sino estuviera en la calle de todas formas. Cuando iba a abrir la puerta para salir decidí utilizar el factor sorpresa. Me giré en su dirección y sin que lo esperara estampé suavemente mis labios en su mejilla en suave beso y antes de que pudiera decirme algo murmuré un gracias y escapé al frente de una casa para tocar el timbre rogando por que no abrieran sino después de que él se fuera. Gracias al cielo lo hizo no sin antes darle un vistazo a su rostro pétreo en cuál pareció confundido robándome una sonrisa y de inmediato se fue tan rápido. Seguí el auto con la vista y cuando abrieron la puerta de la casa simplemente fingí equivocarme. Detuve un taxi en menos de un momento y ya dentro de él pude respirar tranquila. No entendía qué estaba pasándome con ese hombre pero no era normal. No para mí. El maldito taxista me cobró un montón y después de insultarlo finalmente estuve feliz de estar en casa donde me recibió un descontando Sage y una preguntona Säde. —Ady está durmiendo, ahora tú vas a contarlo todo —dijo mi amiga cuando pregunté por mi bebé y me hizo sentar en el mueble con la mirada impasible de Sage sobre mí. Él era muy protector con ambas y cuando algo nos pasaba y él no estaba cerca se sentía furioso. —Un imbécil iba a robarme, un chico me defendió y ahora estoy aquí, fin. ¿Quedó cena para mí? Me levanté del sofá buscando la cocina mientras ellos me seguían. — ¿Quién era el bastardo que te iba a robar? ¿Lo revonociste? —me preguntó Sage. Y aunque lo hubiera sabido no se lo hubiera dicho. Lo conocía lo suficientemente bien como para saber que rastrearía como un sabueso al miserable y luego lo haría papilla. No valía la pena. —No lo vi —me limité a responder. — ¿Y tú salvador, era sexy? —interrogó ahora Säde y al girarme vi como Sage entornaba los ojos, contuve una sonrisa y empecé a comer. Säde siempre estaba en busca del amor de su vida, era soñadora. —No tanto —mentí descaradamente. Y ninguno siguió preguntando. Se sumieron en una conversación en la que no me uní hasta que terminé de comer. Los invité a quedarse a dormir. Me sentía tan bien cuando los tenía cerca. De repente mi teléfono sonó en mi bolsillo y contesté al número desconocido. Pronto supe de quién se trataba e inevitablemente mi pulso se aceleró. Su voz masculina y ronca hizo estragos en mi vientre. Casi lo podía ver mirándome con esos ojos intensos como si pudiera ver mi interior. —Señorita Torres, siento interrumpir su noche. El lunes la espero a primera hora en Michelakis Corp. Y sin decir nada más colgó el teléfono dejándome con una sonrisa bordeando mis labios. Esto solo era la señal que el día de hoy había dado sus frutos. Ya había captado su atención. Ahora debía mantenerla costara lo que costara. Por Ady, ella lo merece absolutamente todo y voy a dárselo. Dentro de poco estará sana otra vez.
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