Seay lo miró con asombro. Mamá lo sorprendió mirando. "¿Quieres probar?" Mamá le sonrió y, sin esperar a que su hijo respondiera, se bajó de Tracy y se le subió encima. Le agarró la cabeza entre las manos y apretó su cara acre contra la de él. "Nngghh", sorbió Seay, intentando retorcerse para que su erección instantánea fuera más cómoda, pero mamá lo inmovilizó. Le metió la lengua a la fuerza en la boca, haciéndole saborear el acre sabor. "Mmm-hmmm", gimió. Podía sentir su propio sabor salado. Arrulló dentro de la boca de su hijo. "Gaaay", rió Tracy, recostándose de lado ahora, no demasiado mareada para mirar. —No es de gays amar a tu hijo —dijo mamá con pucheros. "No le hagas caso", dijo Seay, ebrio de cariño. "Solo está celosa". Mamá lo besó en la frente. Le besó la nariz. Le besó

