"Mierda, su mochila", recordó Tracy. Desapareció y reapareció cargando, con los brazos algo temblorosos y el rostro dolorido, la mochila de Blaze, que estaba cargadísima. "Venga ya. Es dema-siado pesada para mí".
Seay tomó la mochila. Pesaba. Se la echó al hombro. Se acercó a una madre con un silencio ominoso y rostro impasible. Su mano seguía en el pestillo. Parecía reacia a dejar que siguiera a los universitarios malhechores hasta su coche.
Seay la miró con la mirada perdida. Era un animal de manada sin cerebro en ese momento. Esperaba su destino.
"Vuelve pronto", dijo mamá finalmente en voz baja. Abrió la puerta y dejó salir a su hijo.
Blaze no dijo mucho cuando Seay le entregó la bolsa. Simplemente la tomó y le dirigió a Seay una mirada extraña. Seay se disculpó. Blaze negó lentame
