"En realidad, digo que sí lo consigue", sonrió mamá. Empezó a ordeñarle la polla a Seay delante de toda la sala. Seay se sonrojó y le puso una mano en el hombro para mantener el equilibrio. "Ven aquí, cariño", le ronroneó a Tracy. "Tengo la polla de tu hermano lista para ti". Mamá dejó que los dos "kuh" de "polla" le reventaran los dientes. Los gemelos, atónitos, se quedaron en silencio, con las mejillas sonrosadas. Tracy se paseó, se pavoneó, luego se puso a gatas y merodeó, con los cuartos traseros moviéndose de un lado a otro detrás de ella para el deleite de papá, hasta los pies de su hermano. Mordisqueó sus pantorrillas peludas. Besó sus rodillas. Lamió sus muslos de arriba a abajo, más allá de donde se acababa el vello de las piernas, hasta donde prevalecía su suave y cosquillosa pi

