Capitulo 5

2028 Words
"Esto me parece extraño." "¿En serio?", hizo pucheros. "¿Quieres que me vaya otra vez?" "Yo..." Seay la miró con los ojos entrecerrados. "¿Sí?" "¿Y si me meto bajo las sábanas? ¿Y lo hago en silencio?" ¿Quieres mastur-tarte? ¿Ahora mismo? "Hice los cálculos", se encogió de hombros. Ya se estaba desabrochando la camisa. La camisa que acababa de abrochar. "Pensé que esta sería la parte más rara. Pero luego valdría la pena, si eso significaba que al menos podríamos volver a nuestros niveles normales de, digamos, deseo s****l". "A mis niveles normales de deseo s****l todavía les gusta su privacidad". "Así que hazlo bajo tus sábanas, y yo lo haré bajo las mías. Y no es que quiera mirarte a los ojos". "¿Podrías al menos esperar a que yo... vaya primero? ¿Y luego, como...?" "¿Quieres que nos turnemos?" ¿O podrías simplemente bajar y hacerlo? "Puaj. No." "¿Por qué asco?" Mamá y papá podrían volver. Y además, no sé. ¿Soy una mujer con clase? La verdad es que solo me gusta hacerlo en la cama. "¿Nunca te has masturbado en otro sitio que no sea la cama?", preguntó Seay, incrédulo. Tracy se encogió de hombros. Se quitó la camisa desabrochada. Solo llevaba sujetador y pantalones cortos. Mierda, ¿estaba loco o esta conversación era divertida? ¿Y fácil de seguir? "Date la vuelta", le advirtió, con los pulgares ya enganchados en la cinturilla de sus pantalones cortos. "Esto es una locura", dijo, pero no pudo evitar reírse un poco mientras se daba la vuelta. "Espero que nos acostumbremos a ello como hacemos con todo lo demás". "¿Todo lo demás?" "Sabes", suspiró, jugueteando con el broche de su sujetador. Ya no tenía fondo. Y a punto de quedarse sin camiseta, también. Y allí, una vez más, estaba la espalda desnuda y bronceada de su hermano. Musculosa. Despierta. Una parte de ella sabía a qué sabía besarle la espalda. Una parte de ella lo recordaba. Se habían besado mucho, antaño. Había sido tan normal, entonces. Su piel había estado tan libremente accesible el uno al otro. Sus besos habían parecido tan baratos. O no baratos. Abundantes. "¿Lo sé...?", preguntó Seay, levantando la cabeza ligeramente, no para mirar, sino para mostrar curiosidad. No había terminado su frase. "Me ves en ropa interior todo el tiempo. Yo te veo en la tuya." "Ajá." "Hueles mis pedos. Mi olor corporal. Mi aliento matutino". "Es realmente terrible." Y a ti no te importa nada de eso. Y te aseguro que son mucho peores que cualquier cosa que tenga debajo de la ropa, en cuanto a... eh... —tragó saliva. De hecho, sin querer, acababa de decirle algo muy raro a su hermano—. O sea, ya sabes a qué me refiero. "Te refieres a... tetas." O sea, nada de esto te parece s****l, ¿verdad? —Señaló su desnudez frontal. Su hermano no se giró para mirar. Era un buen hermano—. Mi cuerpo es como... formas para ti, ¿verdad? —Claro. Formas de s... No tienen nada de s****l —se burló Seay, fingiendo frialdad—. Igual que no tenía nada de s****l cuando viste mi cosa antes. ¿A qué hora? ¿En el muelle o hace un minuto? —Mierda —dijo Seay—. Se me olvidó el muelle. —Seay, escucha. Sabes que lo sé, ¿verdad? Llevas como tres días seguidos con una erección. Y es... bueno, supongo que técnicamente es s****l, ¿no? Pero en serio, no es que esté aquí, como... Bueno. ¿Qué intento decir? "¿Qué intentas decir?", volvió a burlarse Seay. Se encogió de miedo al instante. Quizás podría bajarle el tono. Tracy se sentó con las nalgas descalzas en la cama. La humedad hacía que sus sábanas frescas y secas se sintieran algo húmedas al tacto. Le gustaba. Se sentía refrescantemente desnuda. Echaba de menos lo bien que había sido estar desnuda junto a Seay. Era imposible explicarlo si no habías crecido con ello, lo extrañamente reconfortante que era poder sentarse allí, completamente libre, segura y desnuda junto a la persona que mejor te comprendía en el mundo. Nunca antes había intentado explicárselo a nadie. Incluso ahora, a los 18 años, intentando hablar de ello con la única persona que podría entenderlo, se sentía desprevenida. Pero ahí iba la nada. "Supongo que veo esto como nuestro último verano juntos, ¿sabes?" "¿Qué quieres decir?", dijo Seay. Casi se dio la vuelta sin querer para mirarla. Pero se contuvo. "Oye, ¿estás...? ¿Puedo...? ¿Voltearme?" "O sea, estoy aquí desnuda", rió ella. "¿Pero puedes darte la vuelta si quieres?" —Dijiste que te esconderías bajo las sábanas —dijo Seay. Estaba doblemente contento de estar de espaldas a ella. Estaba muy sonrojado. "¿Ni siquiera tienes curiosidad?", preguntó Tracy. "Ahora tengo pechos, ¿sabes?" "Estoy consciente", dijo Seay. "Son lindos. Puedes mirarlos." "Preferiría no hacerlo." "Mentira. Son tetas. A todo el mundo le encantan las tetas". "Tal vez no soy todo el mundo." —Seay, te lo digo. No pasa nada por mirar. Estoy harta de que nos comportemos tan raro con esto. Hace demasiado calor. Es demasiado sofocante. Y, maldita sea, somos gemelas, ¿no? "¿No vas a meterte bajo las sábanas? ¿Solo estás esperando a que te mire?" "Si no quieres, está bien", suspiró. Bajó la mirada hacia sus propios pechos. Los apretó con las manos. Se sentían maravillosos. Incluso a Tracy le encantaban los pechos. Eran una carga que valía la pena. Una de las pocas cosas que no odiaba de ser chica. Dos de las únicas cosas, mejor dicho. Cuando ella volvió a mirar a su hermano, él la estaba mirando. "Hola", dijo ella. —Lo siento —murmuró Seay y volvió a mirar hacia la pared. "¿Por qué lo sientes? Dije que podías mirar." "No, no puedo." "No me hagas ir allí." "No." "Dije que me metería bajo las sábanas", sonrió, "¡pero no dije de quién!" "No." "Tú eres el que hace esto extraño, Seay." "Dice el que está completamente desnudo." ¡Estás prácticamente desnudo! ¿Crees que esos pantalones cortos me ocultan la verdad? "¿La verdad?" —He visto con qué estás trabajando, hermano. Creo que unas tres veces, según mis cálculos, solo en este viaje. "No estás hablando de mis cosas ahora. Esto no está pasando". —Ay, oye —dijo con una risita—. No es basura. No la llames basura. "Es simplemente lo que la gente le llama." "¡Es un pene!" "Dios mío. Voy a dejar de interactuar contigo ahora". "Está bien. Voy a masturbarme. Y tú también deberías. Porque ambos somos adultos. Y ambos somos gemelos. Y ambos somos... como que, da igual." "No te estoy escuchando." ¿Ah, sí? ¿Entonces no puedes oír esto? Y fue entonces cuando Tracy hizo algo que luego le incomodaría mucho admitir. Fue mucho peor que una tontería o una provocación. Fue grosero. Empezó a tocarse con fuerza, con una intensidad pornográfica cómica, de modo que el ruido de sus dedos anular y corazón hundiéndose en su coño producía un sonido vulgar y resbaladizo. "Ohhh, Seaaay", gimió. Para mayor efecto. ¡Quería que fuera gracioso! Y para ella, lo era. Se partió de risa. Pero al mismo tiempo, el silencio sepulcral de Seay hacía que su extraño comportamiento le pareciera inquietante y desagradable. "Oye", dijo. Volvió a usar su voz normal. "Seay, lo siento. Eso fue... Eso fue demasiado". "¡BIEN! ¡Así!" resopló y se quitó las sábanas. Se giró boca abajo, con el trasero ligeramente levantado y los brazos entrelazados. Así le gustaba. Así era como se corría como Dios manda. Hundió la cara en la almohada. Se masajeó la ingle con una mano. Se acarició la vulva con la otra. Jugueteó con más suavidad con su entrada vaginal, prometiéndole una reentrada más suave, incluso se disculpó un poco por su espontaneidad de hacía un momento. No había sido tan gracioso, ¿verdad? ¡Uf! Y hasta gimió su nombre mientras se excitaba así. Iba a tener que vivir con eso. Podía soportarlo. Esto parecía inevitable ahora. Si Seay no quería saber nada, podía irse. O podía quedarse ahí tirado como un bulto y fingir desinterés. Pero ya estaba harta de la tensión, las miradas extrañas y la excitación que la enloquecía. Como si acaso esta fuera la opción menos incestuosa, ¿no? Mucho mejor simplemente airearlo todo, ponerse de acuerdo, dejarse saber mutuamente que no había nada de qué avergonzarse, ¿verdad? Ella no tenía nada de qué avergonzarse, ¿verdad? "¿O-oye, Seay?", dijo. Reprimió su excitación por un segundo. El corazón le latía con fuerza. "¿Hermano?" "¿Qué?" "¿P-puedo preguntarte algo?" "¿Puedo negarme a responder?" "Si quieres." "¿Cuál es la pregunta?" ¿No quieres simplemente volver a estar desnudo, como antes? ¿Y que no sea para tanto? "No." "¿D-en serio?", preguntó, con los dedos aún ocupados dándose placer. Los muelles de la cama crujieron suavemente. Le subió la temperatura. Se sentía tan... raro. Hacer esto mientras hablaba con él. Travieso, quizá. Pero divertido-travieso. Mamá y papá no tenían por qué enterarse. Era solo para que él y ella lo resolvieran. Para lidiar con ello. Para digerirlo. La privacidad en tales asuntos era tácita, pero mutuamente garantizada. "Siento que sería más normal de lo que crees. O sea, siento que lo hemos convertido en una gran... mmm... prueba que no tiene por qué serlo." —¡Dios mío! ¿En serio...? Sabes que te oigo gemir, ¿verdad? "¡Mmm!", se sonrojó, sonriéndole a la espalda. Quería que se diera la vuelta. Quería que viera la cara de tonta y excitada que ponía. Necesitaba que no la juzgara. Que estuviera con ella, que fuera normal y que aceptara esto. "Siento que", continuó, "esta es la mejor manera. Para nosotros... mmm..." "Para que... ¿qué? ¿Para que nos masturbemos juntos?" "Para que pasemos nuestro último verano juntos, s-sólo, mientras tengamos la oportunidad." "Sigues diciendo eso como si nunca fuéramos a volver a vernos." "¡Ya no nos vemos!", gritó, y de repente se sintió mucho más emocionada de lo que esperaba. "¡Ya no nos vemos! ¡Vivimos en habitaciones separadas, con grupos de amigos separados, con vidas completamente separadas! Estos viajes a la cabaña son el único momento que tenemos, durante todo el año, para volver a ser como antes. Y... lo extraño. ¿De acuerdo? Lo extraño. ¿Tú no? No puede ser solo yo." —Yo... —suspiró Seay—. Yo también lo extraño. "¿Verdad?", rió Tracy. El alivio la invadió. Aumentó su excitación. Gimió y se giró boca arriba. Estaba acalorada. Necesitaba dejar que su parte frontal respirara. Quería que su hermano se girara y viera. Que mirara. Que esto fuera normal. Esto era un subidón, para ella. Quería que aquello fuera normal. ¿Era eso... normal? ¿Podría volverse normal, si aún no lo era? Había hecho los cálculos. Estaba bastante segura de que podría volverse normal. Estaba bastante segura de que su hermano era su gemelo de pies a cabeza. Y de pies a cabeza, en este caso, significaba... —Vaya —dijo Seay. Se había dado la vuelta otra vez—. ¡Dios mío! No... no estás bromeando. "N-no", Tracy se sonrojó. Tenía el trasero ligeramente levantado y fuera del colchón. Arqueaba la espalda. Su pecho subía y bajaba con urgencia por la respiración. Sus pequeñas tetas se veían increíbles, y lo sabía. Esperaba que le gustaran. Un pensamiento extraño para una hermana. Pero podría ser normal, si él lo permitía. "Entonces, ¿tú eres...?" preguntó ella. "¿Lo soy?" "¿Vas a...?" "No sé." "N-no tienes que mirar. Pero deberías... h-hacerlo también." "¿Eso haría esto menos extraño?" "S-sácalo de una vez", gimió Tracy. Uy. Se suponía que había sido un pensamiento interno.
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