Durante nuestro viaje de regreso Gala se la pasa sentada en mi regazo jugueteando con mi cabello o simplemente acurrucada en mi pecho, tenía contemplado viajar por cuenta propia, pero cuando estábamos por separarnos en el aeropuerto, el llanto de Gala fue tal que tuve que viajar en el jet de mi jefe. Al principio pensé que sería una tortura, pero ahora siendo sincera creo que fue la mejor decisión que he tomado, es tan cómodo viajar aquí, que por un momento me permito cerrar los ojos y hacerle compañía a Gala en ese profundo sueño que nos invade a las dos. Cuando llegamos a Nueva York, mi jefe nos despierta y enseguida toma entre sus brazos a Gala para después cubrirla con una pequeña manta, yo por mí parte tomó mi chamarra y bajo al aire gélido que se ha instalado después de la tormen

