bc

La asistente del diablo

book_age18+
33.5K
FOLLOW
262.7K
READ
CEO
comedy
bxg
humorous
icy
office/work place
affair
cuckold
assistant
stubborn
like
intro-logo
Blurb

Yildiz Prati es una chica sin experiencia que por azares del destino comienza a trabajar como asistente de Leonid Romanov, el millonario más codiciado de todo Nueva York, sin imaginar que su nuevo jefe es el diablo en persona, exigente, amargado y que parece odiar a todo el mundo en especial a ella.

¿Qué sucederá cuando se junta el diablo y una chica que no tiene miedo en decir lo que piensa?

chap-preview
Free preview
EL DIABLO
Yildiz Mi nombre es Yildiz Prati soy italiana, pero desde hace poco más de 3 años me mude a Nueva York para estudiar Administración de Empresas y actualmente trabajo como asistente del diablo bueno así es como yo lo apode desde el momento en que lo conocí. Recuerdo que hace 6 meses cuando estaba en búsqueda de trabajo me encontraba tan desesperada que cuando me enteré de que en la prestigiosa y millonaria empresa Romanov Jewels dedicada a la fabricación de joyas estaban solicitando asistente de presidencia con un sueldo bastante atractivo, no dude en aplicar, aunque a decir verdad no tenía fe en que me contrataran debido a mi falta de experiencia, sin embargo, cuando me hablaron para la entrevista estaba que daba saltitos de la felicidad, no es que fuese a realizar actividades relacionadas a mi carrera, pero era una oportunidad que no dejaría pasar. El día de la entrevista me presente bastante formal con un conjunto sastre de falda n***o a juego con mis tacones y bolso, y opté por una blusa rosa de seda, la encargada de recursos humanos parecía bastante contenta con mi perfil lo cual yo no entendía, después me subió con la actual asistente una mujer de unos 40 años bajita y un poco llenita, pero sumamente amable, la cual también me entrevisto y decidió que era apta para el trabajo, casi lloraba de felicidad por haber encontrado a su remplazo; durante las siguientes dos semanas me capacito y me enseño como debería hacer mi trabajo, así como que cosas le molestaban a Leonid Romanov el dueño y como por el momento se encontraba en un viaje de negocios me era imposible conocerlo. Un día estaba sentada haciendo mi trabajo cuando por el ascensor apareció un hombre con pinta de mafioso bastante alto, fornido, bronceado, con barba de leñador y cabellera larga recogida en un moño, su andar era aterrador que por un momento temí por mi vida, se dirigió con paso seguro a la oficina de mi jefe sin siquiera mirarme. —¡Oiga no puede pasar! —Dije con voz segura y me levanté de mi asiento. —¿Y quién me lo va a impedir? ¿Tú? —Me responde lanzándome una mirada asesina. —Llamaré a seguridad. —Tomo mi teléfono y este me lo arrebata con tanta facilidad que doy un paso atrás por miedo a que me haga algo más. —¡Eres una idiota, soy tu jefe! —Cuelga el teléfono y entra a su oficina, cuando me recupero de la conmoción lo sigo bastante molesta por cómo me ha insultado. —No tiene por qué llamarme idiota, no sabía que usted es mi jefe. —Pues ahora ya lo sabes y no vuelvas a entrar a mi oficina sin mi permiso. —Rechino los dientes ante lo que dice. —Yo no tengo la culpa que tenga apariencia de mafioso. —Respondo en voz baja, me giro y estoy por salir cuando da un golpe en su escritorio. —¿Qué dijiste? —Lo miro a la cara y está que avienta fuego por la boca. —Que enseguida le traigo un café. —Salgo sin darle tiempo a reaccionar y me tardo todo lo que puedo para llevárselo, este hombre me cae mal ahora entiendo porque Lisa la anterior asistente lloro de felicidad cuando se despidió de mí, sabía perfectamente de lo que se estaba librando, en cambio yo no sabía en que me había metido. Tocó a la puerta y espero a que me permita pasar. —Aquí tiene su café señor Romanov. —Pongo la taza en su escritorio y estoy por preguntar algo cuando me interrumpe. —¿Por qué tardó tanto? ¿Fue a cosechar el café? —Reprimo una sonrisa antes de responderle. —Lo siento es que la cafetera estaba apagada, pero ¿Se le ofrece algo más? —Respondo con tono inocente. —No, si requiero algo importante la llamaré ¿señorita…? —Prati, Yildiz Prati, entonces me retiro. —Respiro y salgo de su oficina. Dios es bastante gruñón, espero soportar trabajar con él o mejor dicho debo soportar más que nada porque la paga es bastante buena y ahora entiendo a qué se debe, ¿Quién en su sano juicio aguantaría al diablo en persona? No me quiero ni imaginar cómo serán los siguientes días, si con el pequeño rato que pase con él ya siento que lo odio, ahora convivir toda la semana será una lenta tortura. Los meses han pasado y platicando con la recepcionista me he enterado de que en el último año han pasado al menos 8 asistentes antes que yo, todo gracias a que ninguna aguanta al diablo, muchas terminaron con crisis nerviosas, otras lloraron y algunas más simplemente ya no volvieron, por lo que me desea suerte y espera que dure más que las otras. Siempre es la misma rutina llega con cara de pocos amigos, me pide que organice su agenda, ir y llevar papeles importantes, arreglar la sala de juntas cuando es necesario, hablar con los proveedores, organizar pequeños eventos al igual que acompañarlo a algunos, a decir verdad, no es gran cosa, lo difícil es aguantar sus arranques de histeria que le dan, pero con el tiempo he aprendido a manejarlo y eso es, ignorándolo. Hoy es un día totalmente tranquilo, él se la ha pasado encerrado en su oficina trabajando en un nuevo proyecto y me pidió que nadie lo molestase así que a todos aquellos que han hablado les he dicho lo mismo el señor Romanov está en una junta muy importante (con él mismo) y es imposible que lo atienda; como ya casi es la hora de mi salida estoy contando los minutos para salir corriendo de allí cuando el elevador se abre y se escucha el sonido de unos tacones. Cuando levanto la mirada me encuentro con una mujer bellísima que casi podría jurar que es modelo, es alta de buen cuerpo, medio bronceada, castaña y ojos verdes, lleva un cochecito donde al parecer duerme un bebé, se acerca hasta donde me encuentro y antes de hablar me sonríe. —Disculpe, ¿el señor Romanov se encuentra en su oficina? —Habla con un acento un tanto raro, y antes de que pueda responderle escuchó el llanto del bebé. —Lo siento está en una junta muy importante. —De repente mi jefe abre la puerta de su oficina bastante molesto. —¿Qué diablos es todo ese ruido, señorita Prati? —No ha reparado en la hermosa mujer que se encuentra frente a mí. —Lo siento Leonid, pero tú hija quería verte. —Se disculpa la recién llegada, yo por mi parte no puedo creerlo el diablo tiene una hija eso no lo sabía. —Entra Dasha, y usted cierre la boca se le va a meter una mosca. —Me dice bruscamente, a lo que yo le lanzó una mirada asesina—. Tráiganos un café y está vez no se tarde. —Pongo los ojos en blanco, sabe perfectamente que cuando tiene visitas no hago eso únicamente cuando está solo, la verdad es que lo hago para hacerlo enojar es en desquite de cómo me trata, sólo asiento y me levanto para ir por sus cafés como me lo pidió. Después de unos minutos tocó la puerta y tomó la pequeña bandeja que había dejado sobre mi escritorio donde llevo dos tazas de café, casi me caigo al darme cuenta de que el diablo tiene en su regazo a una niña pequeña y le está haciendo cariños, me entran unas ganas tremendas de arrebatársela siento que en cualquier momento va a devorar su alma, pero la pequeña suelta pequeñas carcajadas con cada cariño de su padre. —Aquí están sus cafés. —Dejo la primera a lado de la mujer y después le dejó la otra a mi jefe, quién no levanta la vista de la pequeña, estoy por salir a tomar un pequeño platito con galletas cuando escucho a la pequeña llamar a su mamá. —¡Mamá! ¡Mamá! —Regreso con las galletas y la niña ha desaparecido de mi vista, pero no le prestó atención estoy deseando huir de aquí ya es mi hora de salida, cuando de repente siento que algo se enreda en mi pierna impidiéndome dar otro paso, bajo la mirada y me encuentro con la hija de mi jefe agarrada a mi pierna. Para ser honesta no me gustan los niños, muchos pensarán que soy una mala mujer, pero es simplemente que no soporto cuando lloran y hacen berrinches, son lindos sí, pero de lejos, intento seguir mi camino, pero la pequeña no me suelta y ha comenzado a llorar llamando constantemente a su mamá. —¿Le importa? —Me dirijo a mi jefe quien parece sorprendido ante lo sucedido.

editor-pick
Dreame-Editor's pick

bc

Prisionera Entre tus brazos

read
86.6K
bc

Bajo acuerdo

read
9.5K
bc

Mi Sexy Vecino [+18]

read
51.6K
bc

La esposa rechazada del ceo

read
168.1K
bc

Navidad con mi ex

read
8.9K
bc

Tras Mi Divorcio

read
510.9K
bc

Yo, no soy él

read
88.5K

Scan code to download app

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook