Capítulo 3. Solos ahora

2706 Words
Los padres siempre conforman una parte importante de las bases en la crianza de una persona, son tu confianza, tu autoestima y en el caso de Gianni eran aquellos que derrumbaban sus ilusiones vanas. La familia Selvaggio era estricta en su mejor descripción, religiosos y conservadores, una familia grande. Gianni tenía tres hermanas y dos hermanos pero todos eran mucho mayores, al parecer sus padres habían tenido con desliz con él ya que sus hermanos pertenecían al tercer escalón o eran incluso mayores para ese momento, es decir, eran treintones o mayores, mientras él apenas acababa de cumplir sus diecinueve años. Crecer con padres como los suyos había sido todo un reto, sus creencias conservadoras siempre los habían llevado a ser demasiado estrictos con sus normas, sus hermanos que ya eran mayores siempre tenían un ojo en la vida de su hermano pequeño y no había forma en que él pudiera hacer travesuras comunes de niños chiquillos porque sus padres ya eran demasiado mayores para las emociones fuertes. Lo único que lo había salvado de la locura al crecer era tener un amigo como Jean, su mejor amigo. Estar en la casa de Jean, con sus padres tan distintos y liberales había sido como un sorbo de agua helada luego de una caminata bajo el sol. Recordaba las primeras veces que los había visto, lo sorprendido que había estado por la forma tan franca que hablaban de temas que sus padres jamás se atreverían a mencionar frente a él o a cualquier otra persona para el caso, pero los padres de su amigo hablaban claramente sin refrenarse, sin filtros ni debilidades y frente a su mente joven ansiosa de información aquello le había encantado. Esa era una de las muchas formas en las que ser amigo de Jean lo había salvado, luego estaba el hecho de que ninguno la había pasado muy bien en las relaciones intermitentes a lo largo de los años y su última ruptura lo probaba. Marina Piggioli, era el nombre de la mujer de la que se había enamorado, a ella le había fascinado su pelo rojizo, su cuerpo musculoso y bronceado y sus ojos color miel junto a sus palabras suaves y graciosa personalidad. Había estado pasando un verano en la casa de su abuela y sin planificarlo esa belleza había llegado a la casa para deslumbrarlo, se habían hecho novios rápidamente y como lo había disfrutado. Era la primera vez que se sentía en una relación real, había disfrutado, discutido y compartido muchas nuevas experiencias juntos, habían perdido la virginidad juntos, Gianni jamás había llegado a ese grado de confianza con nadie más que con Jean y era ese mismo recuerdo el que había comenzado todo. Una de las noches en las que se habían quedado a solas con Marina, habían estado besándose, hasta que en el medio de sus pensamientos la imagen de los labios de un Jean más joven se había cruzado en su mente para permanecer allí, él no había sabido cómo reaccionar, su corazón se aceleró asustado intentando desembarazarse de aquella imagen tan inoportuna pero no había podido lograrlo. De pronto la noche que había esperado ansioso para poder pasar tiempo a solas con su novia se veía interrumpido por sus pensamientos inamovibles con su mejor amigo y lo peor de todo era que las imágenes no eran inocentes, eran sus besos, sus labios, la respiración de su cuerpo, el calor, todo lo que podía recordar de aquella noche en la que no había podido alejarse de Jean. Sin embargo, las hormonas en su cuerpo adulto ahora reaccionaban de forma distinta, porque debido a esos recuerdos su cuerpo se había excitado, había reaccionado de una forma que no había podido hacer de niño y él sin querer pensar en eso había hecho responsable a sus hormonas para no pensar en nada más. Claro que, una cosa era pensarlo y otra hacerlo. Así habían comenzado las discusiones con su novia y él no había podido explicarle las razones por las cuales había entrado en pánico luego de los primeros besos, no podía decirle a nadie porque aunque los padres de Jean les habían dicho que era normal tantos años atrás, sus padres le habían dado una mejor educación. Él sabía que los sentimientos entre hombres, el deseo entre personas del mismo sexo estaba mal, era una aberración. Ese placer se reservaba para las mujeres y únicamente para la compañía femenina pero eso solo lo dejaba con más dudas, lleno de angustia. Sus padres siempre habían tenidos sus reservas con Jean y su familia, el pensamiento liberal no era algo que apoyaran demasiado, por eso se sintieron algo alarmados el día que él llegó a su casa para anunciar que viviría con Jean en la universidad. Su amigo lo había salvado, lo había rescatado de la desidia que lo había embargado luego de que Marina se fuera, su abuela había sido una de las más decepcionadas, ella le había presentado a la mujer y en ella había posado todas sus esperanzas de ver a su nieto feliz cumpliendo las expectativas familiares, no había resultado demasiado bien después de todo. Finalmente nada de lo que pudieron decir sus padres fue suficiente para que él se alejara de su mejor amigo, nunca lo había sido y nunca lo sería. Habían tomado el dinero que les correspondía, la ayuda de sus padres para mudarse juntos a un pequeño departamento que estaba los suficientemente cerca de la universidad como para que fuera cómodo y práctico quedarse allí. Los padres de Jean habían estado tan felices de que ellos estuvieran juntos que habían ido a visitarlos la primera semana que estuvieron allí, había sido una visita entrañable y tan agradable que Gianni se encontró recordando los buenos tiempos de cuando aún eran niños. Las clases los ocuparon luego, cada día llegaban con nuevos aprendizajes pero siempre cargados de deberes, responsabilidades. Dormían en habitaciones distintas, por su puesto, pero muchas veces en las noches, Gianni se levantaba en las madrugadas para ver las luces del cuarto de Jean encendidas, más de una vez había deseado acercarse, entrar y descubrir lo que hacía su amigo hasta altas horas de las noches pero ni una sola de esas veces había tenido el valor para atreverse, para abrir la puerta, en su mente se repetían las palabras de sus padres, sus expresiones al imaginarse a su hijo más pequeño en la habitación de otro hombre en esas circunstancias, simplemente no podía. Pero como todas las cosas siempre cambian, el tercer mes de convivencia estuvo lleno de sorpresas. Su amigo había llegado aquel día lleno de papeles con deberes hasta el cuello, se había quejado unos minutos para luego encerrarse en su cuarto para no salir en horas. Como siempre sucedía, él se llenaba de curiosidad pero sus prejuicios no lo dejaban acercarse y tocar la puerta, pasaron las horas, la puerta continuaba cerrada y su amigo dentro del lugar, no se escuchaba sonido alguno. El día dio paso a la noche con la luz de la habitación encendida, no había cambiado nada. A él se le había ocurrido por fin unan buena excusa para acercarse, con tazón de sopa se dirigió a la habitación, entró sin tocar concentrado en que el líquido no se derramara hasta que la imagen con la que se encontró lo dejó congelado para luego llenarlo de fuego. Su mejor amigo se hallaba en su cama, su cuerpo cruzado en el medio del lugar, su computadora a un lado mostrando lo que parecía ser imágenes porno. Estaba desnudo, sus piernas torneadas, su cuerpo musculoso, su piel tostada, nada que ver con el pálido color de la suya, su cuerpo encorvado mientras su mano se posaba en su pene que mantenía una gran erección, se acariciaba lentamente mirando las imágenes en la pantalla sin notar que él estaba allí, su respiración se aceleraba y la suya respondía a la escena que estaba viendo. Estaba excitado y no podía negarlo. Fue en ese momento que Jean lo escuchó. -¿Qué mierda?- Casi gritó su amigo cubriendo su desnudez. -No habías salido en todo el día así que te traía algo de comer- se excusó él sintiendo como su rostro se calentaba. -¿Y no pudiste haberme avisado? Al menos tocar la puerta- reprochó su amigo molesto -acabas de verme masturbándome, aunque seamos amigos no se supone que sea algo personal. -Lo sé, pero tampoco es nada para avergonzarse- dijo Gianni riendo y dejando la sopa en el escritorio -ya te he visto desnudo antes. -¡Cuando éramos niños Gianni, no es lo mismo!- Jean gritaba de nuevo mirándolo exasperado -ya déjame solo. -¿Qué estabas viendo?- Preguntó él riendo, ignorando las palabras de su amigo y acercándose, la curiosidad y algo más no lo dejaban marcharse. -Nada que te guste o te importe- gruño Jean cerrando la computadora con fuerza -¡vete! ¡¿Qué coño haces aquí todavía?! -Vamos Jean, deja de gritar- dijo él con una sonrisa acercándose y tomando la computadora sin que Jean pudiera detenerlo debido a que debía usar sus manos para cubrirse -no me voy a ir y seguro que voy a ver lo que ocultas aquí. Al abrir la computadora en la pantalla apareció una imagen inesperada, se veía una escena bisexual pero no era el típico trío que a todo el mundo le gustaba mirar, no eran dos mujeres con un hombre. Por el contrario, se trataba de dos hombres que se tocaban entre ellos mientras una mujer los complacía. La escena exacta que se mostraba en la pantalla era la de un hombre recostado en un sillón mientras el otro hombre junto a él lo cabalga al mismo tiempo que la mujer con ellos devoraba su pene entre sus labios, los tres mantenían una expresión de placer congelada en la pausa del video. Sintiéndose tentado por lo que se vería al reproducir el video, sin pensar en la situación a su alrededor tocó el botón haciendo que la imagen se moviera y regresara el sonido, los gemidos exagerados retornaron. Sin poder detenerse miró la imagen en la pantalla, el m*****o que se hundía en el agujero del hombre, la boca femenina que devoraba su excitación, parecía algo imposible pero de su cuerpo explotó en una llamarada de fuego, su corazón se aceleró excitado, su boca se secó y fue entonces que se volteó para poder observar el rostro de su mejor amigo. Jean lo miraba interesado alternando su mirada entre su rostro y la pantalla. -¿Esto te excita?- Susurró él mirándolo a los ojos -¿no te parece algo gay? -Es mi clasificación favorita- exclamó Jean con una mirada desafiante que ocultaba otros sentimientos, estaba seguro -no podría negar que me gusta aunque quisiera y no me importa si puede parecer algo gay, hay una mujer hermosa junto a varios hombres que sienten placer. -¿Qué tanto te gusta?- Siguió él curioso. -Esa escena me gusta lo suficiente como para hacerme acabar solo de verla- confesó Jean intentando sonar imponente pero el rubor de sus mejillas lo impedía. Él se volteó dispuesto a mirar la escena, la verdad era que no quería mirar en ese momento a su amigo, la afirmación que había salido de los labios que no podía dejar de mirar lo tenían a punto de correrse en sus propios pantalones. Aquello era increíble, insulso y aberrante, nada de lo que estaba sintiendo en ese momento estaba bien pero no había fuerza en el universo que pudiera alejarlo del lugar en el que estaba sentado en ese momento. Dirigió sus ojos a Jean que de nuevo miraba la pantalla, sus ojos estaban llenos de lujuria mientras su m*****o duro se escapaba de sus manos debido a la excitación, era imposible dejar de apreciarlo, su amigo estaba bien construido. -¿Te estás excitando?- Preguntó Jean a su oído con un toque de burla. -Ya lo estoy- confesó él mirando a su amigo a los ojos, no le importaba demasiado, su pene estaba clamando por ser liberado -creo que podría gustarme esta escena después de todo. -Si estás dispuesto a admitirlo es obvio que te gustó lo suficiente- argumentó Jean sin dejar de verlo -ahora puedes irte y dejarme disfrutar de mi video mientras tú puedes hacer lo mismo en tu habitación. -Creo que quiero quedarme- susurró Gianni dejando la computadora a un lado para ponerse recostarse del otro lado. Su camisa terminó en el suelo fuera de su cuerpo, mientras bajaba el mono que llevaba, su pene salió a relucir ya erecto frente a los ojos de su amigo. Nada de aquello estaba bien, pero se sentía fantástico, él quedó desnudo al igual que lo estaba Jean y sin esperar otra palabra de su mejor amigo para echarlo del lugar comenzó a acariciar su m*****o de forma lenta viendo la imagen sensual que se desarrollaba en la pantalla. Notó en el rabillo de su ojo que Jean lo observaba casi espantado mientras él seguía acariciándose intentando concentrarse en la imagen, no había nada más sensual que las tres personas entregándose placer. Jean inició sus movimientos segundos después, ambos miraban la pantalla pero aunque podía sentir la penetrante mirada de su amigo cruzando su piel en ningún momento alejó sus ojos del trío, las manos se tornaron cada vez más rápidas al igual que sus respiraciones, sus cuerpos se tensaban, podía ver las piernas tersas de Jean estremecerse. Él estaba cerca del orgasmo, su m*****o goteaba su excitación, los gemidos suaves de su amigo resonaban en su oído mejorándolo todo, el solo hecho de saber que Jean estaba a punto de correrse hizo que su mano se agitara más rápido con más fuerza, sus ojos se desviaron hacia las manos de su amigo llenándolo de placer al ver su glande rojo y húmedo, Jean también estaba cerca del orgasmo, él se movió frenéticamente, colgaba en el borde pero no podía llegar más lejos, sentía el orgasmo debajo de su piel pero había un punto al no alcanzaba a llegar. Sus gemidos frustrados resonaron cuando él soltó todo el sonido en una sola respiración, ya no podía mirar la pantalla, sus ojos se centraban en Jean tan al borde como él mismo se sentía, no podía, no llegaría, tal vez porque lo que estaba sucediendo no era normal, no estaba bien. Estaba a punto de rendirse, de dejar ir el placer cuando la mano Jean se cerró alrededor de su m*****o caliente y fuerte quitando su mano de su propio cuerpo. Él miró a su amigo a punto de alejarse pero la sujeción de Jean no lo dejó. -Tócame- ordenó Jean mirándolo como una llama viva mientras sostenía su pene -usa tu mano en mí, dame placer. Su mano se movió sin que él fuera consciente de lo que estaba sucediendo, eso quería creer, se cerró alrededor de la longitud gruesa de Jean haciéndolo gemir al afianzarse a su erección. Ambos gimieron entonces cuando comenzaron a mover sus manos intentando que el otro se corriera, sus respiraciones se agitaron, sus corazones se aceleraron más allá de lo que fuera posible, sus cuerpos enteros se tensaron hasta que con un largo gemido Jean se corrió, su pene palpitaba alrededor de su mano mientras fuentes eran despedidas de él cubriendo sus dedos, el placer de su cuerpo, ver a su amigo de esa forma lo llevó más allá de lo que podría esperar, su m*****o palpitó con fuerza mientras su esencia salía disparada, un orgasmo como nunca antes se llevó su mente al mismo tiempo que su semen cubría la mano de Jean con los espasmos de su orgasmo. Ambos quedaron sin aliento recostados en la cama mirando al techo, el video hace rato que se había terminado dejando la habitación en silencio para escuchar solo sus respiraciones aceleradas. Sus manos aún se mantenían en sus miembros y Jean aún lo acariciaba suavemente llenándolo con su propia humedad. Solo cuando sus resuellos volvieron a la normalidad él se atrevió a mirar a su amigo a los ojos pero los posos dulces y expresivos que siempre habían sido comunes en Jean estaban cerrados, su respiración profunda denotando que estaba dormido.
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